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Hargobind Singh: el compromiso con la libertad

«Si tu camino no está impregnado de amor, aún tienes mucho trabajo por hacer»

Agosto de 1970. Dos maestros procedentes de India visitan el campus de la Universidad de Colorado junto a otras relevantes figuras del movimiento espiritual del momento. Un acontecimiento clave para que la vida de un joven estudiante en busca de sentido empezara a dar un giro tan decisivo como inesperado al cruzarse la práctica de Yoga en su camino. Hargobind Singh (Minneapolis, 1949) se sintió inicialmente más atraído por la propuesta de Yoga integral de Swami Satchidananda, ya que el Kundalini Yoga de Yogui Bhajan le pareció de entrada un tanto brusco, pero poco a poco, las circunstancias y el destino lo fueron llevando a adentrarse progresivamente en esta segunda disciplina, entregándose cada vez con menos reservas a lo que se le iba revelando como una poderosa experiencia, y llegando a unirse poco después a la comunidad espiritual correspondiente que se estableció en Santa Fe, Nuevo Méjico. Allí permaneció por 20 años, y a lo largo de todo ese tiempo, su devoción no dejó de ir en aumento, estableciendo unos fuertes lazos con su influyente maestro -con quién llegó a convivir durante 34 años-, y encomendándole éste, del mismo modo que a tantos otros discípulos aventajados de su entorno, la misión de seguir extendiendo las enseñanzas en Occidente.

Ahora bien, más allá de su firme lealtad a la disciplina del Kundalini Yoga con su linaje y liturgia correspondientes, la gran inspiración que ha marcado la dilatada trayectoria de Hargobind ha sido, sin lugar a dudas, su genuino compromiso con la libertad. Un inquebrantable espíritu que en su día ya le llevó de Moscú a Barcelona, donde ha formado e inspirado a cientos de alumnos durante más de dos décadas, y también a la necesidad de desprenderse del peso de las estructuras, desvinculándose del molde de ciertas organizaciones oficiales así como de la distintiva imagen asociada a la ortodoxia del Kundalini Yoga. Gran parte de esos significativos procesos evolutivos experimentaron su eclosión cuando se hallaba a punto de entrar en la década de los 60, y ahora, recién cumplidos los 70, el 2020 ha vuelto a ponerle delante otra serie de no menos imponentes desafíos. No en vano, ha tenido que lidiar al mismo tiempo con la salida de su último proyecto, Imagine Academy, y la asimilación de las impactantes revelaciones sobre una serie de graves abusos y manipulaciones atribuidos a su mentor que recientemente han salido a la luz a raíz de la publicación del libro “Premka: pájaro blanco en una jaula dorada. Mi vida con Yogui Bhajan”, por parte de una de sus asistentes personales más cercanas. Y todo ello, con el ya de por sí sacudidor contexto generado por el coronavirus como telón de fondo.

En la siguiente entrevista, Hargobind, cada vez más acostumbrado a tener que llevarse bien con el recurrente vértigo del salto al vacío, se sincera con lucidez y humildad sobre su actual momento de pausa y reflexión. Un necesario alto en el camino que, por otro lado, ya empieza a brindarle también algunos destellos de lo mucho que aún siente que le queda por vivir; la voluntad de seguir plasmando por escrito las palpitaciones de su fecundo mundo interior y compartiendo una práctica que no deje de actualizarse y enriquecerse constantemente con nuevas inspiraciones. Y como no podría ser de otra forma, con la brújula de la confianza y la libertad, que durante tanto tiempo ha ido labrando con conciencia y constancia, alumbrando siempre el horizonte.

¿Cómo te conquistó el Yoga?

Mi generación se caracterizó por un espíritu de búsqueda, con el trasfondo del movimiento psicodélico que nos sirvió para experimentar una salida de lo convencional en sintonía con nuestro inconformismo. No obstante, la mayoría sabíamos que ese horizonte revelador también era peligroso, por lo que no podía durar mucho… Y fue así como el descubrimiento del Kundalini Yoga se ajustó a medida a mi voluntad de encontrar un estilo de vida alternativo y prometedor pero mucho más saludable. Esta propuesta colmó nuestro afán de libertad y ruptura con el pasado, ofreciéndonos una estimulante visión de futuro.

Y a día de hoy, ¿qué es el Yoga para ti?

Durante muchos años de práctica y enseñanza, ha sido un estilo de vida muy importante para mí. Ahora bien, últimamente he estado reflexionando mucho sobre su actual significado, y no puedo negar que a veces me pregunto: “¿Por qué no he conseguido llegar aún más lejos?, ¿por qué sigo condicionado por mis dudas, miedos y el efecto de mi mente negativa?, ¿por qué no tengo las cosas del todo claras en mi vida?, ¿por qué no estoy iluminado…?”. Pero por otro lado, también tengo claro que sin el Yoga no sería la misma persona que ahora soy… Así pues, por encima de todo, intento estar agradecido.

El Yoga para mí aún sigue siendo un sinónimo de despertar, de proceso de búsqueda continuo… Lo siento como una piedra angular o fundamento. Una técnica que de forma incuestionable nos ayuda a abrir la mente para ver cada vez con más claridad cómo va evolucionando conscientemente nuestra vida. No es algo que nos pueda garantizar estabilidad, ya que la vida es cambio y con los años va cambiando nuestra perspectiva. Pero en cualquier caso, es una herramienta muy valiosa que nos permite aprender de nuestros errores ayudándonos a levantarnos una y otra vez, y a ir abriendo los ojos cada vez con menos miedo. Cada vez que vuelves a la práctica, automáticamente te levantas, y para mí eso es milagroso.

Actualmente predomina el Yoga limitado prácticamente al ámbito físico… ¿Qué opinas al respecto?

También es una opción sana y evidentemente parece ser que es lo que la mayoría de practicantes ahora busca… Para muchos es muy importante poder sostenerse cabeza abajo sobre las manos, mientras que yo, por ejemplo, es algo que no puedo hacer y también está bien… Todo esto ha sido fruto de un proceso evolutivo, pero en cualquier caso, creo que es conveniente no olvidar que estamos hablando de una técnica con una gran potencialidad para trabajarse desde el ámbito filosófico y mental.

¿Cómo crees que se puede encontrar el equilibrio para que la parte de disciplina necesaria no nos acabe llevando a la rigidez?

Sin duda ésta es una de las grandes cuestiones… Cómo seguir cualquier camino de autoconocimiento y búsqueda interior sin caer en las trampas del ego. Para mí la clave se encuentra en la humildad, y esto implica no alejarte de las personas que tienes alrededor. Si el Yoga, que significa unión, acaba por separarte de tus seres queridos o de la sociedad, o crea dualidad dentro de ti, es que algo falla… Hay que tener en cuenta que es un proceso, pero la evolución lógica debería ser que la disciplina se fuera transformando cada vez más en amor. En realidad, esa es la única diferencia entre un santo y tú, que el santo ha logrado establecerse en el amor. Y para irnos acercando a ello, es muy importante no alimentar el orgullo, la comparación y la competencia, abandonar la imagen o aspiración de perfección y cultivar la actitud de reverencia.

¿La imagen eclipsa la esencia demasiado a menudo?

Especialmente el maestro o profesor corre a menudo el riesgo de distanciarse en exceso. Yo mismo pude experimentar la diferencia cuando decidí abandonar la imagen con turbante y ropa blanca que me había caracterizado durante años… Mucha gente me confesó entonces que empezó a sentirme de un modo mucho más cercano.

Es algo que con Yogui Bhajan también se olvidó a causa de un excesivo reconocimiento, de la adoración… Por el hecho de tener un gran número de alumnos y ganar mucho dinero… Es por esto que, a día de hoy, cuando alguien se dirige a mí como maestro, realmente siento escalofríos. En general no nos podemos considerar maestros de nada, aún somos muy principiantes… Es muy importante que tratemos de no olvidar nunca la motivación original que nos llevó a la práctica. 

¿Cómo prefieres que se te llame entonces?

“Profe”, como me suelen llamar en Colombia, ya está bien… O si no, mejor no me llames nada… 

¿Qué fue lo que te llevó a emprender ese cambio?

Fue algo que se fue gestando a lo largo del 2009, justo antes de cumplir mis 60 años. Ya llevaba algún tiempo no reconociéndome demasiado al mirarme en el espejo, pero necesité reunir el coraje suficiente para realizar el cambio. Sin duda, era algo que sentía que tenía que hacer a pesar de no saber muy bien lo que me podía suponer… Y evidentemente, fue un paso que me costó y sentí miedo. Pero también sabía que con lo que llevaba recorrido no podía dejarme vencer por ese miedo. Estaba muy vinculado a una serie de signos religiosos que fueron muy importantes para mí durante una gran parte de mi vida. No me corté el pelo a lo largo de casi 40 años… Esa imagen me aportó dignidad, pero llegó el momento en que ya no quise más formar parte de nada tan estructurado. Ya no quería identificarme con nada ni con nadie, sino dejar atrás el pasado y explorar un nuevo yo. En realidad, fue algo que ya se empezó a manifestar en mí el año anterior, cuando necesité salir de las organizaciones oficiales vinculadas a Kundalini Yoga.

¿Podemos llegar a acostumbrarnos a saltar al vacío?

Lo que sí sé es que el hecho de tener que saltar al vacío parece que es algo que forma parte de mi vida. Me pasó por aquel entonces y de alguna forma me está pasando también ahora… Y en momentos así, lo que puedo decir es que la confianza siempre juega a tu favor. Confiar en que algo superior te acabará sosteniendo, porque es lo que he comprobado que luego acaba sucediendo.

¿Qué opinión te merece la figura del gurú?

Yo tuve esta figura en mi vida y hoy prefiero hablar más bien de mentor o profesor… Tradicionalmente, se trataba de una figura con la que podías seguir educándote. Ahora bien, por otro lado también está la evidencia de que numerosos reconocidos maestros de yoga han ido cayendo, envueltos en el escándalo, uno tras otro. No obstante, aún hoy, y lo he podido comprobar en mi último viaje a India, es algo que la gente parece que aún necesita… Nos sentimos débiles y queremos que haya alguien que nos alivie del dolor que a menudo nos causa vivir, que nos ayude a salir de nuestra mente y a contrarrestar nuestra falta de amor… Cuando en realidad, el principal gurú está en nuestro interior.

Nos confundimos con facilidad…

No podemos olvidar que, al final, cualquier técnica o camino espiritual lo que en realidad nos proporciona es un contacto con nuestro Ser más profundo, aligerándonos de la densidad con la que podemos llegar a sentir la vida. Creo que uno de los grandes peligros en el camino espiritual es que uno acabe dejando de pensar por sí mismo. Podemos seguir a figuras que nos inspiren pero sin dejar de ser nunca nosotros mismos… Sin lugar a dudas, sentirse necesitado no será nunca un buen camino.

¿Cómo has vivido la serie de revelaciones que han salido a la luz en torno a la figura de Yogui Bhajan?

La verdad que ha sido un auténtico shock y ha removido muchas cosas dentro de mí, hasta el punto de llegarme a plantear si iba a querer seguir dando más clases de Kundalini Yoga. Me he preguntado mucho cómo es posible que no llegara a darme cuenta de según qué cosas durante tantos años… Todos sabíamos que tenía siempre varias secretarias personales a su alrededor, que se encargaban de atender sus necesidades, pero lo atribuíamos más bien a la infraestructura tradicional en torno a la figura del maestro. No obstante, las últimas revelaciones no sólo apuntan a una serie de graves abusos en este sentido, sino que incluyen también casos de numerosas manipulaciones y abusos de poder sobre jóvenes y no tan jóvenes estudiantes. Yo también experimenté directamente su dureza en bastantes ocasiones… En cualquier caso, la realidad ahora es que todas estas acusaciones son creíbles y las debemos aceptar. Es muy triste que grandes figuras como la suya hayan utilizado su posición para ejercer su poder sobre los demás.

¿Qué fue lo que te mantuvo tantos años a su lado?

En su momento, teniendo en cuenta que aspectos como la fidelidad, la inocencia y la obediencia caracterizaron mi etapa de estudiante, fue una figura muy importante para mí. En principio, no debería suponer nada malo que alguien con más experiencia te enseñe y te instruya… A pesar de todo, para mí tuvo también la personalidad de un gran maestro, y mi relación con él fue como de padre e hijo. No estuve dentro de su círculo más íntimo pero siempre me tuvo en gran consideración, y seguramente fue por esto que decidió enviarme a Rusia para extender las enseñanzas tal y como él mismo había hecho en EE.UU.

¿Cómo te planteas tu labor a partir de ahora?

A día de hoy, no dejo de preguntarme cómo voy a seguir adelante con la transmisión de las enseñanzas sin destacar su nombre, una referencia muy importante para mí durante tantos años hasta ahora… Pero en cierto modo, también considero todo esto como un signo de madurez y evolución; el hecho de poder reafirmar mi propio camino sacando el peso de las espaldas de una figura que ya no se encuentra entre nosotros. Es indudable que todo esto me ha dolido mucho, pero estoy tratando de asumirlo para pasar página y mirar hacia delante con unos aires renovados que espero puedan seguir siendo compartidos también con otras personas.

¿Crees que la técnica que se nos ha transmitido a través del legado de Yogui Bhajan puede quedar ahora en entredicho?

Para mí, Yogui Bhajan fue un mensajero, un arquitecto que reunió hábilmente una serie de técnicas contrastadas por una larga tradición. Más allá de las formas y restricciones que él impuso en su momento en muchas de las series y prácticas que transmitió, la realidad es que estamos ante una disciplina que sigue siendo muy transformadora. El uso de una terminología particular respondía a la necesidad de crear una identidad, pero en el fondo no dejaba de hacer referencia a algo que desde mucho antes ya existía… Como por ejemplo ocurre con la “respiración de fuego”, que no deja de ser la respiración “bhastrika” propia de una tradición mucho más antigua.  

¿Cuál crees que es por tanto la forma más adecuada de seguir actualizando a partir de ahora esa tradición?

Creo que nos deberíamos quedar con la esencia de todas esas técnicas y continuar con su transmisión a través de la mirada y la experiencia de cada uno. Por ello, yo ya no hablaría más de Kundalini Yoga según Yogui Bhajan, sino de Kundalini Yoga según el nombre de cada uno de sus actuales transmisores. Es momento de empezar a sentirnos verdaderamente libres en la transmisión, más allá del peso de cualquier estructura. Siento que debe primar la autenticidad y de todo el material que nos ha llegado, deberíamos pasar a elegir aquello que más resuene en nosotros, realizando sin miedo los retoques que, según nuestro criterio y experiencia, consideremos oportunos. A pesar de que otros puedan no estar de acuerdo… Es muy importante no dejar de crear nuestro propio camino, añadiendo a todo lo que ya sabes aquello que sigues aprendiendo y sientes que puede enriquecer la práctica. En definitiva, mi consejo sería salir de la rigidez y no dejar de preguntarte a menudo: ¿qué me mueve?, ¿qué es lo que me abre más…?”.

¿Estás de acuerdo en que una buena práctica no tiene por qué ser compleja?

Algo tan simple como meditar siguiendo tu respiración ya es de por sí una de las mejores prácticas.

¿Cuál sería tu principal aprendizaje en todos estos años de camino?

Aprender a no tener miedo a mirarme a mí mismo. Para no dejar de responsabilizarme en ningún momento de lo que llevo vivido… En este sentido, intento tener siempre bien presente las palabras de Sócrates: “Una vida no examinada no merece la pena ser vivida”.

¿Se podría reducir el principal objetivo en la vida al proceso de aprender a pasar del miedo al amor?

Estoy completamente de acuerdo. Aprender a reconvertir la ira, el miedo y la frustración que hemos ido acumulando en la vibración del amor, perdonándonos primero de todo a nosotros mismos… Lo único realmente importante es el amor y tu propio ejercicio del amor, la forma cómo lo compartes. Las heridas que podemos causar a los demás a lo largo de nuestra vida no deja de ser un reflejo de nuestro vacío, de nuestra falta de amor. A menudo nos quedamos limitados en el concepto intelectual asociado al amor pero nos olvidamos de su extensión y expresión en el plano terrenal. A Yogui Bhajan mismo le ocurrió esto, sin duda, fruto también de la influencia de la sociedad patriarcal india donde nació y creció. Por tanto, si tu camino no está impregnado de amor y de su expresión, aún tienes mucho trabajo por hacer…

¿Nunca es tarde para apostar por el amor?

En relación a esto, me gusta mucho lo que actualmente me inspira la meditación budista Vipassana con su concepto “Metta Bhavana” (cultivar el amor compasivo), que viene a decirnos que nunca es tarde para contemplar en qué estado se encuentra la tierra que hay dentro de ti, para removerla y plantar nuevas semillas, quitando los venenos y cultivando los nutrientes necesarios para que pueda germinar un mejor fruto, el del amor o bondad compasiva.

¿El Yoga nos ayuda a ello?

Sin duda. No hay nada más difícil que vivir establecido en el amor. A día de hoy aún no sabemos cómo vivir juntos en armonía, a través de la confianza, el respeto… Por ello es tan importante ejercer la propia responsabilidad, revisándote una y otra vez y no conformándote con lo que crees que ya has aprendido. Y en este proceso constante de revisión consciente, el Yoga supone una gran ayuda.

¿Tienes esperanza en que el ser humano pueda enderezar el rumbo en cuanto al cuidado del planeta?

Es evidente que todavía nos encontramos en un estado de ceguera o de no querer ver en relación a este tema. Con líderes como el actual presidente de Estados Unidos a la cabeza, la conciencia medioambiental es muy pobre de forma generalizada y esto hace que no dejemos de contaminarnos a nosotros mismos. La situación es grave pero no podemos perder la esperanza… En cualquier caso, no debemos dejar de hablar de ello y hacer oír nuestra voz todo lo que se pueda.

¿Qué ha ocurrido con el cambio de conciencia que se supone que debía traer la Era de Acuario en la que ya hace unos cuantos años entramos?

Yo creo que en cierta manera las cosas están cambiando. Cada vez hay más gente que se interesa por ámbitos como el Yoga, la meditación… Buscando formas de salir del victimismo, la queja y otras actitudes basadas en la inconsciencia. Con inquietud para avanzar hacia niveles más profundos de calidad de vida. Actualmente, no presto demasiada atención a conceptos generales como la Era de Acuario, en realidad a ningún cambio que no tenga que ver con trabajarse a uno mismo y poder ejercer una influencia positiva sobre los demás. Más allá de lo místico y teórico, algo que en realidad nadie sabe, el significado hay que encontrarlo en la vida cotidiana. El resto sólo nos distrae. Así, si tienes la oportunidad de poder compartir cualquier cosa que haya sido verdaderamente útil para ti en tu vida, eso sí es una auténtica bendición y puedes sentirte muy afortunado.

¿Crees que el proceso desencadenado por el coronavirus nos ha ayudado de alguna manera a focalizarnos en lo realmente importante?

Sí… La verdad es que en unos cuantos meses la vida a la que estábamos acostumbrados ha cambiado totalmente. Ya no podemos movernos como antes, los ritmos son diferentes, la forma de ganarse la vida se ha transformado y el miedo se ha generalizado. Asimismo, más allá de las limitaciones, también es cierto que la calidad del aire en las grandes urbes y la vida de muchos animales ha mejorado. Es evidente que, tal y como están las cosas, debemos aprender a convivir con el virus y no dejar de tomar precauciones… pero al mismo tiempo, no podemos abandonar lo que realmente significa vivir durante este proceso.

¿Cómo es tu relación con dos aspectos esenciales que últimamente las circunstancias han puesto tan de relieve como son la soledad y la muerte?

La muerte es algo que naturalmente se va acercando y cada vez voy aprendiendo a aceptar más. No obstante, no dejo de tener también el convencimiento de que tengo mucho por hacer todavía… Y respecto a la soledad, creo que para la mayoría de los que vivimos solos no deja de ser algo que vamos tratando de resolver o vivir de la mejor manera posible. En este sentido, para mí, lo que realmente funciona, es la meditación de cada mañana. Ese encuentro íntimo contigo mismo para recordarte quién eres más allá de tu soledad, miedos y preocupaciones. No hay que dejar de buscar la motivación día tras día para tratar de dejar un mundo un poco mejor… Tal y como nos recuerda la frase de Banksy: “Lo que haces resuena en la eternidad”. No hay que resignarse, cada vida importa.

¿Tienes algún sueño por alcanzar?

Me gustaría dedicarme más a la palabra, dejar de alguna forma mi legado reflejado sobre la página… Y obviamente, vivir aún con mayor libertad. Cerca de las montañas pero sintiéndome también cerca de la gente, compartiendo mis cambios con esperanza respecto al futuro.

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