Conciencia, Creatividad, Desarrollo personal, Presencia, Respiración, Salud emocional, Yoga

Guiomar Burgos: el valor de pararse a respirar

«La calidad de nuestra respiración se corresponde con la actitud que solemos adoptar ante la vida”

La protagonista de la presente entrevista es sin lugar a dudas una auténtica revolucionaria, pero no de las que necesitan alzar la voz para ser vistas, sino más bien de las que, a través de una trayectoria vital comprometida con el desarrollo personal, la honestidad, el cuidado y la escucha cada vez más profunda, han ido adquiriendo la certeza de que la más grande de las victorias es la que se gesta de forma silenciosa y se conquista dentro. Su revolución silenciosa tiene que ver con haberse atrevido a parar para ser y respirar, o en otras palabras, para apearse del tren de la vorágine en el que en estos tiempos agitados transita, entre desorientado y absorto, un elevadísimo porcentaje de la humanidad.

Treinta años tuvieron que pasar para que Guiomar Burgos (Madrid, 1971) empezara a reencaminar sus pasos hacia el reconfortante sendero en el que hoy descansa. Fue en el tramo final de una primera etapa profesional de veinte años en el mundo de la danza cuando, un buen día, a raíz de un revelador viaje a África, se dio cuenta de que no estaba siendo feliz. Y tirando del hilo, pudo descubrir que gran parte de esa insatisfacción tenía que ver con la creciente sensación de vacío que estaba generando en su interior la exigente profesionalización de la disciplina a la que se había entregado hasta ese momento. A la vuelta, fruto del deseo de conectar a un nivel más profundo, entró por primera vez en contacto con el yoga a través de una escuela de teatro alternativo y supo enseguida que había encontrado lo que de alguna manera estaba buscando, sintiéndose de nuevo en casa.

Ese punto de inflexión motivó que el yoga acabara convirtiéndose en su nueva profesión durante los quince años siguientes, hasta que, ahora hace unos tres años, volvió a experimentar una nueva crisis que le permitió alumbrar la necesidad de atender su salud priorizando algo que indirectamente ya la había estado acompañando desde aquel primer gran cambio; el trabajo con la respiración consciente. De esta forma, lo que empezó como un trabajo complementario con algunos alumnos de las formaciones de yoga que ya acudían a ella para mejorar sus técnicas respiratorias, ha ido derivando en los últimos tiempos en un amplio estudio y experimentación dentro de este ámbito. Así, a día de hoy, sigue desarrollando con sereno entusiasmo su método de Respiración Integral, con el que pretende ayudar a profesionales y todo tipo de personas a mejorar su calidad de vida invitándoles a desarrollar la conciencia en la respiración desterrando cualquier tipo de exigencia.

Guiomar califica su camino evolutivo como un recorrido hacia el despertar, una exploración a un nivel cada vez más interno en busca de lo esencial. Y es así como reconoce haberse convertido en una auténtica abanderada del “menos es más”, su revolucionario y cada vez más necesario lema.

¿Quién es Guiomar Burgos?

No puedo responder a esta pregunta de forma concluyente, ya que la definición que te podría dar de mí es algo que ha ido cambiando bastante a lo largo de mi vida… Pero actualmente podría decir que soy alguien que está aprendiendo a ser humana, a encontrar la mejor manera de estar en este cuerpo… Y también siento que mi experiencia humana pasa por permitir que se vaya desarrollando cada vez más mi conciencia de sensibilidad, la capacidad para poder habitar esa cualidad en toda su dimensión.

¿Por qué decidiste especializarte en respiración?

Fue una decisión que llegó fruto de una necesidad creciente de parar. Llegó un momento en que ya casi no podía practicar yoga y mi cuerpo lo necesitaba. De esta manera, mi autopráctica se fue haciendo cada vez más sutil y la respiración se empezó a convertir en mi gran compañera de viaje. Fue así como, desde la quietud y el movimiento suave, empecé a afinar la escucha de cómo se expresaba, descubriendo su gran potencial para sentirnos, cuidarnos y regenerarnos a un nivel más profundo. Me di cuenta de que, hasta entonces, había dedicado mucho tiempo y energía en aprender métodos y técnicas de respiración, pero no me había detenido realmente a descubrir cómo era su expresión más natural, experimentándola más allá de los espacios de práctica y no de forma puntual, sino como algo mucho más integrado en lo cotidiano. Y a partir de ahí, las propuestas para poder compartir esta mirada se han ido sucediendo con naturalidad…

¿Se trata de un saber innato que vamos olvidando?

Sí… Por un lado, la respiración es una expresión esencial de nosotros mismos, y por otro, habitualmente vivimos tan enfocados en la acción y en la consecución de objetivos que dejamos muy poco espacio para sentirnos, cuando en realidad, somos seres con una gran capacidad para ello. Es algo que parece que nos da miedo… Creo que sentimos miedo a esa intensidad porque en el fondo es algo que está directamente relacionado con la intensidad de la existencia… Así que permitirnos experimentar la respiración en toda su plenitud es como decir “estoy dispuesto a vivir al cien por cien”. En la respiración está todo y algo que he ido aprendiendo en muchos de los casos que me he ido encontrando es que la respiración se vuelve difícil cuando nos resistimos a sentir y vivir nuestras experiencias humanas. Muchas veces por falta de herramientas para saber transitar lo que emocionalmente nos desborda…

Y la incapacidad para afrontar la intensidad nos acaba instalando en la respiración superficial…

Efectivamente… Podríamos decir que se acaba convirtiendo en un mecanismo de protección ante la intensidad que implica vivir plenamente… En general, hemos ido desarrollando muchos mecanismos de defensa para hacer más llevadera esa resistencia a sentir una gran parte de lo que vivimos. Solemos creer que dejar de sentir aquello que no nos gusta ya nos compensa, pero eso nos acaba privando también de sentir en su auténtica dimensión muchas otras cosas…

¿Qué grado de conciencia crees que hay actualmente respecto a la importancia real de la respiración?

Creo que cada vez hay más, y aunque todavía hay un gran porcentaje de la población que ni tan siquiera se plantea la posibilidad de poder vivir con mayor plenitud atendiendo a la respiración, también es cierto que un número creciente de personas se están interesando en su propia respiración… En cualquier caso, es muy importante darse cuenta de que todo pasa por estar dispuesto a parar un poco primero, para mirar hacia dentro y percibirse.

¿Crees que al sistema/orden establecido ya le va bien que no se le preste demasiada importancia a la respiración?

Así es… El sistema necesita promover la acción constante para que la maquinaria no se detenga… Y al mismo tiempo, estar despierto puede resultar muy doloroso, ya que empiezas a verlo todo mucho más claro, sobre todo aquello que has podido estar tapando durante mucho tiempo… Yo también he pasado por ahí y he estado muy enganchada al hacer antes de empezar a ver un montón de cosas, así que comprendo perfectamente lo que lleva a tantas personas a vivir de forma acelerada… Decidirse a parar no es fácil. Y por otro lado, siento que el sistema también somos nosotros, y es por ello que en el fondo no somos víctimas, ya que aunque no sea fácil salir del patrón predominante, siempre dispondremos de la capacidad de discernir…

¿Qué nos puede aportar esa capacidad?

Darnos cuenta de que en realidad sí que merece la pena transitarlo todo… Si me doy cuenta de que permitiéndome transitar la tristeza luego puedo vivir la alegría con mayor plenitud, eso hará que poco a poco vaya cambiando mi percepción, y seguramente, podrá servir también de inspiración a la gente de mi alrededor.

Y aparte de estar más despiertos, ¿qué más nos puede aportar la respiración consciente?

En realidad, la respiración lo abarca todo… Puede mejorar todas las funciones vitales; el sistema digestivo, nervioso, circulatorio, linfático… Así como el ritmo cardíaco y la química de la sangre. Aumenta nuestro nivel de vitalidad y nos aporta una mayor capacidad de concentración, así como una mayor armonía en nuestros pensamientos y emociones… También nos ayuda a aliviar tensiones musculares y a relajarnos en general. Vuelve nuestros sentidos más nítidos… En fin, nos puede aportar un sinfín de beneficios.

Y a pesar de todo, casi ni le prestamos atención…

Parece que estamos acostumbrados a no darle demasiado valor a lo que tenemos más cerca, a lo que es más sencillo… Excepto cuando lo perdemos. Y si no, que se lo digan por ejemplo a las personas que han tenido covid o a cualquiera que haya sufrido problemas respiratorios. Empezar a prestar una mayor atención a tu respiración es un acto de intimidad, ya que implica empezar a prestarte atención a ti mismo, atenderte, cuidarte… En definitiva, tiene que ver con volver a ti.

¿Cómo definirías tu método de Respiración Integral?

En esencia, se podría definir como una metodología para recordar la libertad de nuestra respiración y despertar la conciencia respiratoria en nuestras vidas.

¿Y cómo se desarrolla la propuesta?

Primero de todo, parte de un acompañamiento individualizado para poder conocer la tipología respiratoria que presenta cada persona, que siempre es diferente y se corresponde con la actitud que se suele adoptar ante la vida. Y a partir de ahí, el método consiste básicamente en una práctica de gimnasia pulmonar para poder liberar la respiración, devolviéndole a los músculos respiratorios su funcionalidad. He comprobado cómo de esta manera nuestra respiración puede ir recuperando la capacidad de expresar con total libertad cualquier vivencia o estado emocional. Por otro lado, en una segunda etapa, invito a practicar e interiorizar una serie de movimientos muy sutiles y relajados para que la respiración se vaya armonizando con ellos. Así se facilita una mayor integración de la conciencia respiratoria en la vida cotidiana y también se puede ir adoptando con naturalidad un ritmo más pausado… Dándonos el permiso para parar siempre que sea necesario.

¿Qué perfiles suelen acudir a ti?

Tiempo atrás, al estar impartiendo formaciones de yoga, casi todas las personas que se dirigían a mí estaban directamente relacionadas con este ámbito. Mientras que en esta etapa más reciente, se ha ido ampliando un poco más el perfil… Asimismo, he podido apreciar como, en general, suelen estar más abiertas a profundizar en el trabajo con la respiración las personas que ya han iniciado algún camino de autoconocimiento. Un interés que, afortunadamente, parece que está en auge… Pero por encima de todo, los que sobre todo muestran más interés son terapeutas, profesores de yoga y personas inmersas en cualquier tipo de trabajo corporal a nivel consciente.

¿Cuál dirías que es la principal dificultad que se encuentran las personas que inician este trabajo?

La dificultad para incorporar la conciencia respiratoria en el día a día. Realizar este trabajo sólo en las sesiones y luego olvidarse vendría a ser como tener un Ferrari y no sacarlo del garaje… Es por eso que es tan importante no buscar únicamente la liberación de la respiración, sino despertar también la conciencia para poder acompañar debidamente esa expresión a cada momento. Sin duda, esa es la parte más profunda del trabajo que propongo… En el fondo es la más fácil pero también puede llegar a ser la más difícil por cómo estamos acostumbrados, ya que sólo se trata de observar… Sin hacer nada.

¿Cómo crees que se puede facilitar la adopción de esa conciencia?

No deja de ser un entrenamiento… Pero en primer lugar deberíamos dar total prioridad a detectar los momentos en los que nuestro cuerpo está expresando algo que necesita ser atendido, ya sea por una presión en el plexo solar, en el pecho… O porque se nos cierra la garganta. Son señales que resultan más evidentes que la propia respiración, que suele ser mucho más sutil. Si atiendo lo que me está pasando a través del cuerpo, la respiración luego ya sabrá lo que tiene que hacer… En el fondo, todo pasa por una determinación; la decisión de priorizar el sentir por encima del hacer y el conseguir.

Una decisión que pasa por dejar de delegar la responsabilidad sobre nuestra salud y auténtico bienestar…

Se trata de un camino hacia la autosuficiencia. No obstante, cuanto más lejos estemos del contacto con nosotros mismos, más lejos nos parecerá que están nuestros recursos para llegar a ella. Y la tiranía de la inmediatez a la que estamos acostumbrados tampoco nos ayuda…

¿Nunca es tarde para aprender realmente a respirar?

Por supuesto… Cada instante es una oportunidad. Hasta que nos llegue el último aliento. La gran barrera suele estar en la mente, por lo que esmerarse en hacerla más flexible y compasiva es una parte muy importante del camino a transitar…

¿Qué consejos básicos darías a alguien que no supiera muy bien por dónde empezar?

Creo que para iniciarse en un proceso de este tipo es muy importante contar con el acompañamiento de un profesional, alguien que te ayude a avanzar más allá de tu paradigma habitual… Y además, dedicarse espacios relajados para poder sentir más cómo estás.

¿Iniciarse en yoga puede ser también una ayuda?

Totalmente. Puede ser una gran puerta… Ya hemos visto la importancia de conectar con el cuerpo, y sin duda, el yoga sabe muy bien cómo hacerlo. En este sentido, el trabajo postural puede ser un excelente punto de partida para pararse a observar cómo la respiración se expresa… Actualmente, para mí resulta especialmente importante el hecho de usar el asana (la postura) para detenerse simplemente a escucharla, sin necesidad de tener que dirigirla o modificarla.

¿Qué opinas de las técnicas de respiración que propone el yoga?

Ahora mismo, siento que una gran parte de las técnicas de respiración o pranayamas que habitualmente se pueden plantear en las clases requieren haber alcanzado previamente un cierto nivel de conciencia respiratoria para que no lleguen a ser incluso contraproducentes… Es decir, para que no acaben por alejarnos del propósito real que las originó, que no es otra cosa que volver a la esencia. En realidad, cuanto más se asimila la práctica, ésta se va haciendo cada vez más sutil…  Creo que el darse cuenta de que al final hay que acabar por soltar cualquier técnica podría ser una reflexión compartida por muchos de los practicantes con un largo recorrido en el camino del yoga.

¿Cómo definirías tu actual relación con esta disciplina?

Podría decir que se ha ido cayendo toda la estructura y ha emergido la expresión más sencilla. La exigencia por sobrepasar los límites a nivel corporal ha ido quedando atrás… Algo que, de alguna forma, había heredado de mi anterior etapa en la danza durante una buena parte del camino. Últimamente, he ido percibiendo cada vez con mayor claridad la importancia de que la mente permanezca un peldaño por debajo del cuerpo, es decir, que sea el cuerpo el que pueda expresar libremente lo que realmente necesita sin que la mente se lo imponga. A partir de ahí, partiendo de unas bases de asentamiento y escucha, voy permitiendo cada vez más que sea el cuerpo el que vaya encontrando con suavidad y conciencia su propio acomodo.

¿Qué fuentes de inspiración podrías destacar en tu proceso evolutivo?

Inicialmente, los 20 años de bailarina fueron sin duda la puerta de entrada al cuerpo. Y después, se han ido sucediendo varias… Como por ejemplo, el Feldenkrais, la Psicoterapia Respiratoria, el Tantra yoga, el Masaje Estructural… También podría destacar la relación entre la postura y los patrones respiratorios…  Y actualmente, está muy viva la influencia del Focusing, así como la autoindagación, una de las cosas que más me inspira, además de seguir profundizando en la conciencia de que todo lo que ocurre en nuestra vida es sagrado.

¿Qué opinión te merecen ciertas técnicas de respiración catártica, como por ejemplo el Rebirthing?

Abrir ciertas puertas es algo que me da mucho respeto… Personalmente, no me llama la necesidad de inducir determinados estados de conciencia para liberar traumas… No soy psicóloga y siento más la necesidad de abrazar todo lo que me va pasando en lugar de remover ciertas vivencias o sentir algo que ha pasado como inadecuado… En cualquier caso, no he practicado ese tipo de técnicas y por lo tanto tampoco puedo opinar demasiado.

¿Crees que hay mucho estrés camuflado entre los propios profesionales de la salud, el bienestar y la espiritualidad?

En primer lugar, hay que tener en cuenta que una cosa es el profesional y otra la persona… Es cierto que a medida que uno se va profesionalizando empiezan a emerger una serie de obligaciones en relación al otro que fácilmente puede provocar que la atención hacia ti mismo vaya quedando relegada a un segundo plano. Y normalmente, cuando te empiezas a dar cuenta, estás ya muy cansado porque has ido acumulando mucho… Es una tendencia que yo misma he sufrido. Así que si te ha pasado esto, y por coherencia, en algún momento decides empezar a priorizarte, seguramente pasarás a trabajar menos. Creo que cada vez hay más personas que se están dando cuenta y que desean encontrar un mayor equilibrio en este sentido.

La necesidad de ser vistos, reconocidos, cuánto nos puede acabar alejando de nosotros mismos…

Completamente. Es algo que se puede apreciar muy claramente en las redes sociales… ¿Qué puede llegar a ocurrir si me desconecto por un tiempo? Es una experiencia interesante que animo a probar… Se trata de un ámbito donde es muy fácil dejarse llevar por la exigencia y el ritmo frenético que se impone, ya que es algo que está muy estudiado y es adictivo… Así que, para no caer en ello, no podemos perder de vista la honestidad. Desde ahí veremos dónde estamos poniendo el foco y si en el fondo es realmente lo que queremos.

¿Te has llevado muchas decepciones a lo largo de tu trayectoria?

Más que decepciones, yo hablaría de que he necesitado tiempo y espacio para llegar a comprender ciertas cosas… La vida es muy sabia y siempre nos va brindando prismas y toques de atención para poder completar la visión que más necesitamos. Creo que el concepto de decepción es algo demasiado mental… Y actualmente, por encima de todo, siento más bien agradecimiento por todo lo vivido.

¿Cuál dirías que ha sido tu principal aprendizaje hasta ahora?

Menos es más…

¿Cómo te ha afectado la situación de pandemia y cómo estás viviendo todo este proceso?

Pues el confinamiento me vino realmente como anillo al dedo porque, en realidad, yo ya llevaba un buen tiempo confinada… Es decir, simplificando mucho mi vida. A lo largo del proceso ha ido apareciendo la posibilidad de compartir mis cursos y propuestas de forma online… Y también he podido reflexionar mucho sobre cómo la pandemia nos ha puesto delante toda una serie de cosas que antes teníamos completamente disponibles para nuestro bien y que a menudo no aprovechábamos… Como por ejemplo el hecho de podernos expresar libremente y no guardarnos nada o la posibilidad de tocarnos, darnos un abrazo y decirnos que nos queremos… En definitiva, está siendo un proceso muy revelador y siento que lo estoy viviendo con mucha naturalidad y coherencia.

¿Cuál crees que es la mejor forma de contrarrestar el efecto de las mascarillas?

Para empezar, es muy diferente llevarla sólo unas horas respecto a lo que implica tenerla que llevar durante todo el día. No he hecho un estudio detallado del tema, pero me parece bastante obvio que la tendencia general al llevar la mascarilla es a respirar de forma más superficial, con todo lo que ello conlleva… Y en cuanto a consejos básicos, yo destacaría la importancia de llevar una buena alimentación para que el sistema inmunológico pueda estar fuerte, y también, poder descansar bien, cuidar las relaciones, volver a lo más natural… Y por supuesto, adoptar una respiración de calidad, con el máximo de conciencia y libertad posible, el resto del tiempo que puedas estar sin mascarilla. En el fondo, siento que el virus nos está invitando a aprovechar la situación para adaptarnos al nuevo escenario mejorando nuestra calidad de vida.

¿Un mantra para el 2021?

Sencillez y flexibilidad…

Y ya por último, un sueño por realizar…

No soy muy de sueños, pero sí que me gustaría poder vivir en un futuro más cerca de la naturaleza y de mis seres queridos.

Página web de Guiomar Burgos

Desarrollo personal, Salud emocional

Mercè Conangla: desarrollo y sostenibilidad emocional

«Hay que educar para conseguir ser seres humanos más creativos, amorosos, pacíficos y autónomos»

Psicóloga clínica especializada en educación emocional y fundadora de la Fundació Àmbit, Maria Mercè Conangla dirige también el Instituto de Ecología Emocional, un concepto que ella misma creó junto a su colega Jaume Soler para definir la gestión creativa y amorosa de nuestra energía emocional con el objetivo de mejorar como personas, aumentar la calidad de nuestras relaciones y respetar y cuidar también el mundo que nos rodea. La Ecología Emocional ofrece un paralelismo creativo entre la gestión medioambiental y la forma de entender y gestionar las emociones, con dos valores claves: la responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global. Es decir, se basa en la visión de que todo lo que hacemos y todo lo que dejamos por hacer tiene consecuencias en el equilibrio del ecosistema humano. Además de co-dirigir el Máster de Ecología Emocional en Barcelona, ​​Madrid, Zaragoza y México, y colaborar con diversas universidades, hospitales e instituciones como conferenciante, formadora y dinamizadora de equipos de trabajo, Maria Mercè Conangla ha publicado también numerosos libros en los que profundiza de manera didáctica y práctica en el ámbito del autoconocimiento y la exploración emocional.

¿Qué grado de importancia tienen las emociones para nuestra salud?

Son informaciones valiosas, un lenguaje que nos aporta datos sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea. Este lenguaje nos dice si las respuestas que estamos dando son adaptativas y equilibrantes o nos llevan al territorio del sufrimiento.

¿Qué impacto tienen en nuestro cuerpo si no las atendemos adecuadamente?

Atender las emociones es una oportunidad para mejorar nuestras conductas y reajustarlas. Si así lo hacemos, podemos encaminamos hacia la armonía y el equilibrio, pero si las reprimimos o no les damos la salida adecuada, entonces podemos somatizarlas en forma de contracturas, migrañas, alteraciones de la piel, predisposición a determinadas patologías como úlceras de estómago o problemas cardiacos, hipertensión, etc.

¿En qué momento nos encontramos evolutivamente como sociedad en relación al mundo emocional?

En los últimos veinte años, hemos avanzado en cuanto a la toma de conciencia. Cuando iniciamos nuestra actividad en la Fundació Àmbit prácticamente no había ninguna entidad que tratara el tema a nivel preventivo. Nuestros grupos de crecimiento personal y cursos de gestión de emociones abrieron paso en muchos sentidos a la normalización del tema. Ahora, con el Master de Ecología Emocional a través del cual formamos profesionales en España y México, ​​estamos generalizando la siembra a fin de llegar a escuelas, organizaciones, centros de salud y al ecosistema familiar. Es cierto que todavía queda mucho camino por recorrer, pero también lo es que cada vez hay más personas preparadas para ayudar a entender las grandes oportunidades que nos puede aportar una adecuada gestión de las emociones.

¿Por qué nos da tanto miedo sentir?

Puede darnos miedo sentir porque hasta cierto punto es algo que hemos vivido con prohibición: «No te preocupes, no temas, no estés triste, no llores, no te enfades …». Y también se nos ha dicho que es feo sentir celos, envidia… en lugar de legitimar que no elegimos lo que sentimos y darnos cuenta de que esa información puede ser muy útil para entender lo que nos pasa, así como una oportunidad para mejorar nuestras respuestas. Tampoco nos han explicado que hay que aprender a traducir la información emocional e incorporarla en nuestro mapa mental. Pues es así, haciendo un trabajo de equipo entre mente y emoción, como podemos llevar a cabo acciones más equilibradas que generen amor, paz y armonía a nuestro alrededor.

¿Podríamos decir que la educación emocional es antisistema?

Creo que ahora ya no lo es, al menos en nuestro entorno inmediato. La tarea que hemos realizado durante mucho tiempo empieza a dar sus frutos. Sabemos que un país que quiera tener futuro debe contar con personas inteligentes pero también emocionalmente ecológicas, porque, en definitiva, las emociones condicionan el resto. ¿De qué sirve una persona con una enorme capacidad cognitiva si se queda frenada por sus miedos o bien es incapaz de construir relaciones de calidad? Ahora bien, también es cierto que personas con una mente crítica y con capacidad para autogestionar su mundo emocional pueden ser vistas como «peligrosas» por aquellos que quieren dominar y subyugar a los demás. Precisamente, en el ámbito de la Ecología Emocional proponemos educar en el llamado “modelo CAPA”: persona Creativa-Amorosa-Pacífica-Autónoma, que es todo lo contrario de una persona influenciable, fácil de domesticar y sin visión crítica.

Nos pasamos la vida proyectándonos hacia fuera, también en las luchas para cambiar las cosas… ¿La verdadera revolución debería empezar antes que nada por atenderse emocionalmente a uno mismo?

La dirección siempre debería ser «de dentro hacia fuera». No podemos dar lo que no somos. No podemos pedir a los demás lo que no somos capaces de ser o hacer. Por lo tanto, hay que desarrollar también la coherencia de lo que llamamos el «eje PEA» (Pensamiento-Emoción-Acción). Así, nosotros priorizamos poner en orden nuestro hogar interior; ordenar la mente, contactar con nuestro mundo emocional, aprender a gestionarlo… Cuando todas las personas lo consigamos ya no serán necesarias las revoluciones fuera porque habremos alcanzado un nivel ético y de coherencia que hará que lo que hagamos fuera pase a estar más orientado a la creación amorosa en lugar de dirigido a la destrucción.

¿La armonía entre pensamiento-emoción-acción es pues el gran objetivo?

Sí, ya que sin esta coherencia no hay armonía, ni salud emocional, ni capacidad de influir positivamente a los demás.

¿Qué consejos pueden ayudar a la hora de decidirnos a vivir con mayor conciencia nuestras emociones?

Yo recomendaría conocer la Ecología Emocional y todo lo que desde hace años venimos trabajando. Tenemos tres mundos por cuidar: el mundo interior (nuestro hogar y casa emocional), el mundo exterior y el mundo virtual. En todos ellos, hay que evitar la contaminación, preservar los espacios y cuidar las especies emocionales únicas como por ejemplo la ternura y la compasión. También es conveniente aplicar las «cuatro erres»: reducir tóxicos emocionales, reciclar y reutilizar capacidades dormidas, y reparar heridas emocionales, así como cargarnos a fondo de energías emocionalmente ecológicas (generosidad, amor, gratitud…) en lugar de movernos por obligación o coacción… ¡Hay tanto por hacer!

¿Tan importante como no reprimir las emociones es no dejar que éstas nos arrastren?

Exactamente. Si habláramos de un segmento, en un extremo estaría la explosión emocional y en el otro la represión emocional. La gestión emocionalmente ecológica radica en el centro. «El camino del centro» significa expresar lo que sentimos a la persona adecuada, en el momento adecuado, con el propósito adecuado, y de la forma correcta. Nosotros lo llamamos «aplicar la metáfora Aristóteles», puesto que en el libro “Ética a Nicómaco” él ya asentó estas bases de gestión emocional.

Otra gran asignatura pendiente es aprender a comunicarse y compartir cómo nos sentimos para acercarnos en lugar de alejarnos…

Y eso sólo lo podremos hacer si aprendemos a comunicarnos mejor con nosotros mismos y a mantener un eje Pensamiento-Emoción-Acción bien alineado.

¿Qué similitudes presentan la ecología y las emociones?

Desde el año 2002, cuando creamos el modelo de Ecología Emocional, todo nuestro trabajo ha consistido en desarrollar este paralelismo y generar herramientas para encontrar la mejor manera de gestionar nuestro mundo emocional. Se pueden encontrar muchos recursos en nuestros libros, concretamente hemos trabajado con las metáforas en “Emociones: las razones que la razón ignora”. También en “Las veinte perlas de la sabiduría” seguimos explorando las metáforas estableciendo paralelismos con la naturaleza, los paisajes y algunos otros seres.

¿Integrar la exploración emocional con el avance y uso de la tecnología es un reto alcanzable?

No sólo es alcanzable, sino que además es urgente, necesario e imprescindible. Si no lo hacemos así, podemos llegar a deshumanizarnos y a crear una sociedad robótica y uniformizada fácilmente influenciable y manipulable.

¿Qué balance puedes hacer del trabajo que lleváis realizado con un poco más de detalle?

Yo lo definiría como un trabajo lento, imparable, sólido, creativo, de un elevado nivel de calidad y con resultados excelentes. Con Jaume Soler, co-creador de este modelo y co-autor conmigo de todos los libros de Ecología Emocional, seguimos escribiendo nuestra experiencia y aportando mejores formas de gestionar el mundo emocional, y al mismo tiempo, estamos trabajando con todo el equipo de los diversos Institutos para ir aplicando cada vez más nuestra propuesta en diferentes ecosistemas. Cada vez son más las comunidades educativas, hospitales y organizaciones que están aplicando nuestra metodología y el clima emocional en todas ellas se está viendo muy beneficiado. Además, no hay que olvidar también que estamos sembrando la futura generación de personas CAPA (Creativas-Amorosas-Pacíficas-Autónomas), que sabemos que serán más resilientes a los entornos de incertidumbre que deberán encarar.

¿Cuál es la mayor dificultad con la que te acostumbras a encontrar a la hora de hacer tu trabajo?

Siempre hay alguna resistencia, sobre todo por desconocimiento. Por ejemplo, a la hora de gestionar presupuestos hay muchas entidades que dan preferencia a la formación en nuevas tecnologías y en campos donde los resultados son más inmediatos. Mientras que en nuestro trabajo hay que respetar el tempo y los procesos individuales, y esto no es rápido ni se ve inmediatamente. Cabe recordar al Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos»… Hay que hacer mucha pedagogía y ampliar la difusión para que nuestros recursos puedan llegar cada vez a más personas que quieran crecer a nivel personal y mejorar su gestión emocional.

¿Y el aspecto que más te anima a seguir adelante?

Los resultados que vemos. El convencimiento de que hay que despertar la conciencia, de que si no somos parte de la solución estamos siendo parte del problema. Sabemos que nos encontramos en un punto crítico donde nos jugamos nuestro futuro y el futuro de las personas que nos seguirán. Así pues, ¿apostamos por un ser humano alienado, conectado con la tecnología y desconectado de sí mismo y de los demás, fácilmente manipulable y dirigido por sus pasiones?, ¿o educamos para conseguir ser seres humanos más Creativos, Amorosos, Pacíficos y Autónomos? Para nosotros la elección está clara y es lo que nos da sentido.

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Desarrollo personal, Espiritualidad, Salud emocional

Mónica Cunill: abrazar la muerte, abrazar la vida

«La única forma de naturalizar la muerte es rindiéndonos a su realidad y abriéndonos a una fuerza superior»

Docente e investigadora en la Universidad de Girona, doctora en Psicología y cofundadora de la asociación para el bienestar emocional Grupo Vida, Mónica Cunill presenta una amplia trayectoria en el acompañamiento terapéutico en procesos de pérdida y duelo, así como en la atención familiar en contextos de crisis. No duda a la hora de señalar la necesidad de aceptar sin resistencia todo lo que nos va poniendo delante la vida para poder vivir con mayor plenitud, sin rehuir su lado más amargo pero sin quedarnos tampoco ahí estancados.

Sus planteamientos, avalados por más de 15 años de intensa experiencia, enlazan con los postulados básicos de la espiritualidad y suponen un auténtico desafío para las mentes más apegadas al plano estrictamente material de la realidad. Según ella, la alternativa al sufrimiento asegurado pasa por aprender a abrirse y rendirse, con amor y confianza, a la incertidumbre de todo lo que se nos escapa y no podemos controlar. Mónica Cunill colabora habitualmente con diversos medios de comunicación y es también coautora de libros como «Nadie me Entiende» (Ed. Luciérnaga) y «Rituales de despedida y Conmemoraciones: la celebración de una vida» (Ed. Alfinlibros).

¿De dónde viene tu interés por tratar con la muerte y los procesos de duelo?

Mi interés por mirar la muerte viene de la necesidad de encontrarme, de sentirme, de trascender mi ego y conectar con mi esencia. Y este viaje interior comenzó afrontando lo que limitaba mi camino, mi gran miedo a morir. Hace ya unos cuantos años hice de voluntaria en el Servicio de Duelo de Girona y fue en ese momento cuando empecé a mirar tímidamente de cara a la muerte y a darme cuenta de que podía acompañar en el dolor casi de manera natural…

¿Qué es lo principal que has aprendido en todos estos años de inmersión en lugares que habitualmente nadie quiere transitar?

La confianza. Confiando me he dado cuenta de que todo lo que nos pasa en esta vida tiene un sentido. Que las personas estamos en un proceso constante de desarrollo y que todas las situaciones de vida que atraemos deben ser consideradas como oportunidades para nuestra evolución. La muerte de un ser querido es la máxima prueba que tenemos que afrontar, supone la verdadera conquista de quien somos. La muerte nos da el regalo de la vida cuando estamos abiertos a recibirlo.

Miedo al dolor, a la tristeza, a la soledad, a la incertidumbre, al cambio… ¿Detrás de todos nuestros miedos se encuentra el miedo a la muerte?

El miedo a la muerte es un miedo muy común. Pero cuando hablamos de este miedo es interesante ver qué es lo que realmente nos asusta, ya que puede ser de varios tipos. Hay personas que tienen miedo al proceso de morir (al dolor físico, a estar en el hospital, a la pérdida de autonomía…), otros tienen miedo al momento de la muerte (al qué se siente en ese momento preciso, a dejar de ser…) y también está el miedo al más allá (al castigo, a la incertidumbre de lo que habrá). Y a su vez, la persona en duelo también alberga sus propios miedos; a las consecuencias, al «no lo volveré a ver nunca más»… al «¿cómo voy a hacerlo a partir de ahora?», «no seré capaz de vivir sin él …». En el fondo, se trata de un momento de total reencuentro con uno mismo, con nuestra fragilidad. La expresión natural del miedo es prepararte para el futuro, podríamos decir que el miedo es la emoción del futuro. Hablar del tema, de lo que me está pasando, de lo que me preocupa, es un primer paso para resolver el miedo y luego hacer algo. Es una acción muy necesaria para poder afrontar tanto lo que hay como lo que está por venir.

¿Cómo aceptar la muerte en una cultura que le da la espalda?

Para poder aceptar la muerte, el primer paso es hacerla presente, conectar con el hecho de que nuestro tiempo es limitado y muy valioso. En realidad, una sociedad que le da la espalda a la muerte es una sociedad que le da la espalda a la vida, y por lo tanto, con esta actitud pasamos de puntillas y nos convertimos en actores secundarios de nuestra propia película. A veces, tenemos que esperar a perder a alguien querido para poder mirar a la muerte de frente y darnos cuenta de que sólo teniéndola presente podremos vivir la vida en mayúsculas; dejando huella, priorizando y relativizando. Aceptar la muerte es un movimiento tan doloroso como liberador.

¿Hasta qué punto nos condiciona la culpa?

La culpa en los primeros momentos del duelo es un mecanismo de defensa, nos ayuda a distraernos mentalmente de la realidad, de lo que hay. Nos resulta más llevadero darle vueltas a cuestiones del tipo: «¿Por qué…?», ​​»Y si…», «Si él/ella no hubiera …», «¿Por qué no me di cuenta?», que conectar con el dolor real de la ausencia de la persona perdida. Por otra parte, cuando podemos conectar con el dolor real puede aparecer otro tipo de culpa relacionada con los asuntos pendientes en la relación con la persona perdida: «No le di nunca las gracias…», «No le dije te quiero…”, «Estábamos peleados cuando murió… «, un tipo de casos que suponen una buena oportunidad para que la persona pueda cerrar de manera simbólica lo inconcluso de la relación y soltarla. La persona en proceso de duelo puede ir aceptando poco a poco la fragilidad y la imprevisibilidad de la vida, la limitación de la condición humana y la incapacidad de protección total de los seres queridos.

¿Qué otros factores o dinámicas nos mantienen atados al sufrimiento?

Cómo nos relacionamos con el dolor es determinante para la evolución de nuestro proceso de duelo. Y esto tiene que ver con nuestra libertad de conciencia para elegir cómo vivir la muerte. Es en este punto donde radica la diferencia entre vivir el dolor y encadenarse al sufrimiento. Queda claro que el dolor es natural, debe estar allí. Si ha habido amor, entonces debe haber dolor, por tanto, lo necesario y natural para adaptarse a la situación es estar triste, estar enfadado, tener miedo, etc. El dolor no es más que otra versión del amor. Así pues, necesitamos conectar con el dolor, acogerlo, abrazarlo como parte nuestra, y también no dejar de poner la mirada en la vida. Ahora bien, cuando la gestión del dolor consiste en quedarnos apegados a él y dejarnos arrastrar por su intensidad, cuando adoptamos el rol de víctima o nos resignamos, entonces hay sufrimiento. Cuando la persona evita cualquier contacto con el dolor, ocupa todo su tiempo con cosas, consume alcohol, hace ver como si no hubiera pasado nada y su cuerpo se queja… Entonces hay sufrimiento.

¿Cómo nos podemos ir entrenando en el día a día para que estos procesos no resulten tan traumáticos?

Una situación es traumática cuando no la podemos aceptar, cuando la evaluamos como negativa y luchamos contra lo que es. La única forma de naturalizar la muerte es rindiéndonos a su realidad y abriéndonos a una fuerza superior, contemplando la posibilidad de la trascendencia, de una continuidad no corpórea, de una conexión que está fuera de la comprensión mental. Por lo tanto, un primer paso sería tener presente la muerte cada día y empezar a relacionarnos con ella desde un enfoque posibilitador, como motor de aprendizaje.

¿Con qué grado de conciencia crees que afrontamos los pequeños duelos que nos va trayendo la vida?

La vida es muerte a cada segundo. Debemos soltar lo que acaba de ser para vivir lo que será. Esto es esencial, pero para darme cuenta necesito vivir con conciencia plena del momento presente. Y hoy en día, nuestra mente nos hace prisioneros y nos priva de vivir la experiencia tal como es. Desde esta ceguera no podemos vivir el presente y no podemos ser conscientes ni de las ganancias ni de las pérdidas. Viviendo en el aquí y en el ahora puedo crecer a través de los pequeños duelos y tener la certeza de haber vivido cuando llegue la muerte. Si no dejo ir, no me puedo abrir a futuras experiencias mayores y mejores… Yo siento que, poco a poco, las personas vamos despertando de una especie de sueño profundo de una realidad irreal, creada por nuestra mente individual, y de entrada, este despertar provoca un choque y nos sentimos perdidos. Pero aquel que despierta siempre encuentra una guía. Es importante tomar la vida entera tal y como es, vivir la experiencia de los hechos sin evaluación de positivo o negativo, y por tanto, integrar la pérdida como parte de la vida.

¿Por qué crees que hay tanta resistencia a mirar de frente lo que es inevitable?

Porque nos da miedo y nos hemos refugiado en «la matrix»; la ciencia y la supremacía de la mente. Y esto nos cierra la puerta a lo que la ciencia no puede explicar… Por otra parte, hay una especie de mutilación de las emociones, todo lo que nos supone dolor lo miramos de evitar y luchamos para hacerlo, convirtiendo una experiencia natural, como puede ser sentir tristeza, en sufrimiento. Somos una sociedad hedonista que no vive y está deshumanizada.

¿En esto Oriente nos lleva mucha ventaja?

No lo tengo demasiado claro… Quizás, como colectivo, me da la sensación de que la espiritualidad tiene mucha más fuerza allí que aquí, pues parece ser que el pensamiento científico no les ha envenenado tanto la posibilidad de trascendencia. Pero a nivel individual, en Oriente, también existe el miedo y el sufrimiento ante la pérdida.

¿Vivir y amar sin reservas nos hace estar más en paz ante los procesos de duelo y muerte?

Por supuesto. El entregarse a la vida te permite confiar y abandonar el miedo, es lo que te permite evolucionar. Cuando vives el presente y compartes lo que sientes con las personas de tu entorno, eso te hace sentir libre. No tener nada pendiente por decir o nada pendiente que resolver con nadie es un primer paso para sentirte en paz. Comprender que todas las personas hacen las cosas lo mejor que pueden y saben y que nadie tiene derecho a juzgar a nadie hace que no te enganches a las circunstancias de lo vivido. Y para ello, ante un conflicto, es muy importante poder conectar con la compasión hacia el otro, entendida ésta como amor en acción.

Entregarse en las relaciones pero sin aferrarnos a ellas… ¿Un ideal muy difícil?

Amar no es poseer, nadie nos pertenece, ni siquiera nuestros hijos. Cuando amas a alguien desde el amor incondicional eres capaz de amar a esa persona aunque no esté a tu lado; su presencia física no es una condición para poder sentir ese amor. El que se aferra en realidad es nuestro ego, en un intento de «tener». Cuando el amor es real sabes que tienes que soltar sin miedo porque el amor nunca muere y el vínculo es para siempre.

¿Cuál es el mejor consuelo ante la pérdida?

Ayudamos a la persona en duelo cuando escuchamos sin juicio su dolor, cuando la acompañamos con nuestra presencia, cuando estamos disponibles, cuando preguntamos qué necesita y no presuponemos qué es lo que le irá bien, cuando respetamos su ritmo, cuando no comparamos su dolor, cuando participamos de los rituales de despido y homenaje, cuando la animamos a poner palabras a lo que siente y sostenemos sus silencios… Y la persona en duelo encuentra consuelo cuando conecta con el amor incondicional fruto del proceso de transformación que conlleva el duelo. Este amor te dice que las personas que se quieren siempre están unidas, que la muerte no existe…

¿La fe ayuda o despista?

La fe da sentido a la vida. Aquello que me pasa es lo que me tiene que pasar. La muerte nos da la inmortalidad… La fe es confianza, es un acto de entrega a unas manos más grandes, a Dios. Nos sirve para entender que lo que está detrás de lo que nos pasa es nuestro plan evolutivo, y por este motivo, lo que vivimos tiene que ser lo mejor para nosotros a cada momento, sea lo que sea. Todo tiene un porqué. Las situaciones difíciles que nos toca vivir siempre son una oportunidad y un aprendizaje; disponemos de los recursos suficientes para hacer frente a cualquier cosa que se nos ponga delante. Tener fe ayuda indudablemente, ahora bien, no te ahorra la vivencia del dolor.

¿Sientes y transmites la muerte como un punto y seguido?

Sí. El nacimiento y la muerte forman parte de nuestra existencia, son momentos de tránsito, de cambio. En realidad, somos seres espirituales que estamos viviendo una aventura terrenal. Todas las personas tenemos un destino común que es la felicidad de verdad, y la podemos lograr a través de la evolución en el amor. El Ser nunca deja de existir, es inmortal. Lo que muere es el vehículo que utilizamos para podernos manifestar en el plano físico.

¿Crees por tanto en un más allá? ¿Con qué significado?

Creo en la existencia del mundo espiritual. Cuando morimos, nuestra conciencia se desprende del cuerpo físico y vuelve al mundo espiritual que es de donde ha venido. Es decir, continúa su vida sin estar ligada a la materia. Y todo ello, en un proceso de reencarnaciones sucesivas. Es decir, nuestro espíritu, procedente del mundo espiritual, se liga de forma material al cuerpo de un bebé para aprender de esta experiencia y pasa una etapa encarnado hasta que se produce la muerte de su cuerpo, entonces se desvincula de él y vuelve al mundo espiritual. Nuestra Conciencia no desaparece nunca. La muerte como final no existe.

¿Cómo nos puede ayudar la espiritualidad a la hora de transitar el duelo y la muerte?

La espiritualidad lo es todo. Tener fe, para mí, significa que la vida física no es más que un instante en la vida real que nunca se acaba. Que la muerte del cuerpo no es el fin, sino una etapa de transición hacia otra existencia menos limitada. Que todos nos reencontraremos con los seres queridos que se fueron antes que nosotros y que también nos los encontraremos en encarnaciones posteriores. Sentir que existe un plan para cada uno de nosotros, que pretende que vayamos creciendo en amor y sabiduría, y que sea por nuestros propios méritos a base de experimentar en el plano físico, con libertad. Que las circunstancias que vivimos en la vida no son fruto del azar, sino consecuencia de actos realizados en otras vidas. Que antes de nacer ya conocemos las pruebas que nos tocará enfrentar en la vida y nos preparamos para poder afrontarlas con éxito. Por lo tanto, cuando entiendes que la vida tiene este sentido, puedes estar más abierto a aceptar lo que te llega.

¿Crees que las futuras generaciones podrán integrar más el duelo y la muerte con la vida o eres más bien pesimista?

Estoy convencida de que las nuevas generaciones vienen más abiertas al trabajo espiritual y que es responsabilidad nuestra acompañarlos en este camino mucho más consciente.

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David Garuda: depuración terapéutica para el despertar espiritual

“Nuestra visión de lo que nos rodea depende totalmente de cómo respiramos”

Psicólogo de formación, profesión que ejerció con éxito durante años en EE.UU., Isaac David Garuda (Massachusetts, 1944) es un incansable e inconformista buscador difícil de encasillar. A partir del contacto directo con Alexander Lowen, fundador de la terapia bioenergética, y Stanislav Grof, uno de los fundadores de la psicología transpersonal, aprendió la importancia capital de la conciencia respiratoria y la sanación emocional y empezó a experimentar con fuerza la necesidad de trascender las limitaciones del plano mental. Todo ello desembocó en una decidida renuncia de su actividad clínica profesional para seguir avanzando en su proceso de crecimiento espiritual. En un largo peregrinaje por distintos países, Garuda coincidió con varios místicos y maestros como Sunyata, Alan Watts o Ramesh Balsekar, hasta que se instaló en Pai, Tailandia, dedicando gran parte de su tiempo a escribir y guiar retiros de meditación. El protagonista de nuestra entrevista viaja también a menudo por todo el mundo para compartir su humilde sabiduría y su maravillosa experiencia de encuentro con la propia divinidad.

¿Cómo fue tu primera toma de contacto con la terapia bionergética?

A mediados de los años 50, Alexander Lowen y John Pierrakos impulsaron en EE.UU. una nueva forma de terapia con la fundación del Instituto Internacional de Análisis Bioenergético. Después de terminar mi formación en Psicología en los años 70, llegó a mis manos uno de los libros de Lowen y tuvo un impacto tan profundo en mí que decidí ir a conocerlo en persona. Nada más verme, me hizo quitarme la ropa y detectó dónde estaban concentradas mis tensiones emocionales con sólo observar mi cuerpo. Poco a poco, sus ejercicios y su trabajo corporal de reajuste me permitieron empezar a liberar las emociones a través del llanto…

Un encuentro que marcaría un antes y un después también en tu actividad profesional…

En efecto. Fue a partir de la intensidad de la propia experiencia que decidí reconvertir mi trabajo de terapia psicológica más tradicional incorporando los métodos de Lowen. En el fondo, lo primordial de su propuesta era dar una importancia capital al restablecimiento de la respiración natural. Esta respiración, profunda y completa, no debería suponer ningún esfuerzo ni dificultad, pero con el tiempo se vuelve cada vez más complicada a causa de las tensiones emocionales que vamos almacenando.

La respiración, tan importante y tan olvidada…

Fue Wilhem Reich, maestro de Lowen, y uno de los grandes estudiosos de Freud, quien observó y estableció que la respiración superficial torácica, la más habitual y extendida, es un claro reflejo de la tensión emocional no atendida que subyace en nuestro cuerpo. Respirando de esta manera sólo aprovechamos un 20% de la capacidad respiratoria que poseemos. No somos conscientes de que nuestra visión, las sensaciones que nos produce lo que nos rodea, dependen totalmente de cómo respiramos. Sólo tienes que parar y darte cuenta…

¿Qué es necesario para recuperar la plenitud en la respiración?

En primer lugar, tal y como yo lo viví, confiar en el método y soltar, rendirse…

¿Realizar terapia para poder vivir con un mínimo de armonía es hoy más imprescindible que nunca?

Creo que, por encima de todo, lo más importante es el deseo y la voluntad de liberarse y poner fin al sufrimiento. Ya lo decía Buda… Querer realmente poner fin a la infelicidad. A partir de ahí, uno debe estar dispuesto a iniciar un proceso de transformación; dejar morir el sentido que se ha tenido hasta el momento de uno mismo, lo que has creído que eras tú, para que pueda nacer el Dios que mora en tu interior.

Las opciones para realizar un proceso de crecimiento personal no dejan de aumentar… ¿Cómo saber cuál es la más indicada?

Sólo puedo responder desde mi propia experiencia… En 1981 experimenté la gran necesidad de dejar atrás todo lo que había estado haciendo hasta el momento a raíz del convencimiento de que todo lo que realmente deseaba en esta vida; amor, placer, felicidad… no lo conseguiría jamás a través del pensamiento. A partir de ahí, mi atención se empezó a focalizar mucho más en la respiración y en sentir el cuerpo… En realidad, estoy hablando de lo que sería una meditación constante, o en otras palabras, mantenerse instalado en el presente. Algo imposible si no se empieza por llevar primero la conciencia a la respiración.

¿Qué hacer con esa mente que tanto nos posee?

En el fondo, si vivimos desde la mente, no dejamos de ser personajes que interactúan… Cada mente es como una película con significados diferentes para cada personaje. Por tanto, se trata de pasar de estar aprisionado en la corriente de pensamientos, el terreno del ego y el falso yo, a dar un salto que nos instale en la corriente de la vida, abiertos a sus sensaciones y experiencias; con todo lo que ello conlleva… una aceptación total tanto del placer como del dolor o la emoción que sea. Este es para mí el viaje espiritual.

Las emociones generan mucha confusión…

Para entrar en este proceso es necesario soltar, y llorar ayuda a menudo… Cuando nos sentimos mal no es por nuestra situación actual, sino que en el fondo, ésta no deja de ser un reflejo de algo que ya llevamos dentro y que no ha sido debidamente atendido. No hay emociones negativas, toda emoción es un regalo divino. Por tanto, no se trata de reprimirlas sino de expresarlas, por ejemplo, chillando en un cojín. Es el sentir y la liberación de lo reprimido lo que purifica nuestro corazón.

¿Tenemos miedo a vivir?

La gente tiene en general mucho miedo a amar. El mundo se ha vuelto una locura… Bueno, en realidad, no hay ningún problema con el mundo, el problema lo creamos nosotros creyéndonos los pensamientos con los que interpretamos la realidad. Esto es algo en lo que todos los maestros coinciden.

¿Cuántos niveles de conciencia crees que hay?

Podríamos dividir nuestra conciencia de la realidad como si de un edificio con varios pisos se tratara. En el primer piso, somos víctimas de los condicionamientos impuestos por la sociedad, la familia… simplemente lo aceptamos sin cuestionarlo. Viviendo en ese primer piso, hacemos que la realidad impuesta tenga su sentido y sea importante para nosotros. Ahora bien, el gran trabajo a realizar, para subir a los pisos superiores, es ir vaciando nuestra mente; sobre todo, interviniendo para detener nuestra adicción al pensamiento. Más allá de sentarse y cerrar los ojos, estar muy atento para llevar a cabo este proceso es el auténtico sentido de la meditación.

¿Cómo detectar que ha llegado la hora de “subir de piso”?

El primer paso para no quedarse estancado y subir a los siguientes pisos es el cuestionamiento. Cuando uno empieza a preguntarse: “¿En realidad las cosas son así o hay algo más…?” Normalmente, este cuestionamiento aparece a partir de la conciencia de la propia insatisfacción ante la vida que se lleva.

¿Qué viene después?

En realidad, el único aprendizaje que hay que hacer hasta llegar a lo que yo llamo el piso 38 es el aprendizaje del auténtico amor. Un aprendizaje que nos va convirtiendo en personajes mucho más amables y agradables en la película que vivimos, y que nos debería llevar a un estado de amor incondicional en el cual poder amar al otro sin esperar absolutamente nada a cambio. En ese estado, se puede amar también desde la compasión y la distancia a todas aquellas personas con las que quizás no sentimos demasiada afinidad o simplemente no nos apetece pasar nuestro tiempo con ellas.

¿Hay algo más después del amor?

Después de transitar ese camino, hace tan sólo un par de años, estando en un estado de gran felicidad -recordemos que amor y felicidad van de la mano, no pueden existir por separado-, conseguí dar un paso más allá teniendo una experiencia directa de Dios. No del Dios que a menudo podemos imaginar, sino del Dios o Ser que llevamos dentro, cuya conciencia se manifiesta como una absoluta certeza y una luz cegadora que nos revela que hay otra realidad detrás de la persona que creemos ser; una realidad que nos dice que el mundo que se limita al cuerpo sucede sólo en nuestra mente. Cuando llegas al piso 39, te posee la certeza de que el mundo como lo vemos no es real, y por tanto, no hay nada en lo que pensar o de qué preocuparse…

¿Es el final del camino?

No… Todavía está el piso 40, en el que ya sólo resta el vacío, pero este es aún un terreno demasiado nuevo para mí… Ahora bien, la experiencia de estos dos últimos pisos no es posible si no nos focalizamos primero absolutamente en el amor. Es la gran preparación para acceder al nivel superior que se encuentra mucho más allá de la mente.

Lo sencillo, la búsqueda de lo esencial, no resulta atractivo en la cultura del materialismo…

Lo que resulta atractivo y lo que no, depende únicamente del “piso” en el que uno se encuentra. Todo tiene su sentido y no debemos preocuparnos en absoluto por cómo viven la realidad los que nos rodean. Si uno se siente muy identificado con el nivel más básico, seguramente es porque aún no está preparado para dar el salto… Insisto, no hay nada de qué preocuparse…

¿Nos despistamos con demasiada facilidad?

Tenemos que estar muy atentos a nuestra constante necesidad de llamar la atención, de demostrar cuánto sabemos, cuánto valemos… ¿Cuánta energía invertimos a diario en ello? Hay que tener claro que este es el terreno del ego y lo único que nos aporta es impedirnos llevar a cabo la conexión más profunda a la que aspiramos.

¿Merece la pena dedicar años y energía a sanar todas las heridas del pasado?

Siempre aconsejo no pensar en las cosas que ya han pasado, recuerdos incluido. Lo realmente importante es atender las emociones resultantes que aún hoy están en nosotros. Como consecuencia de ello, siempre suele haber restos de tres clases de impurezas que tienen que ser sanadas: tristeza-dolor, frustración-rabia y miedo-ansiedad. Tenemos que experimentarlas para poder liberarlas y nunca tomárnoslas como el resultado de algo personal, ya que su origen puede encontrarse incluso más allá del nacimiento de la persona.

Creatividad, Espiritualidad, Presencia, Salud emocional, Yoga

Daniel Odier: el éxtasis cotidiano

«El tantra parte de la aceptación total de la vida»

Gran conocedor de diversas tradiciones espirituales como el budismo o el zen chino, Daniel Odier (Ginebra, 1945) es sobre todo conocido por ser uno de los escasos divulgadores del genuino tantra en Occidente. Después de varios años de incesante búsqueda de un camino que no excluyese el pulso de la pasión vital del anhelo de aspiración divina, su vida cambió para siempre a manos de una dakini del Himalaya, una maestra tántrica shivaíta que, prueba tras prueba, le instruyó en el más elevado de los conocimientos, el amor absoluto por la existencia que conduce a la libertad del ser (proceso que recoge en su libro Tantra, la iniciación de un occidental al amor absoluto). Consciente del gran valor de las enseñanzas que le fueron transmitidas, Odier ha dedicado los últimos años de su vida a plasmarlas por escrito en sus libros y a compartirlas también en numerosos cursos y seminarios por todo el mundo. La siguiente entrevista nos ayuda a comprender mejor la auténtica -y a menudo confusa- esencia del tantra, a través del cual Odier nos invita a vivir sin restricciones nuestro cuerpo y nuestras emociones para abrazar la magia de la presencia que anida en lo cotidiano.

Define el tantra en pocas palabras…

Es una vía mística no dual procedente de Cachemira en la que el cuerpo tiene una importancia capital. 

¿Por qué es sinónimo de Amor absoluto?

La visión del tantra es que nada está aislado. Todo está vinculado porqué la conciencia se encuentra en todas partes. Toda materia es conciencia y vibración, nuestro cuerpo también… Nada es fijo y podemos entrar en relación con la conciencia y la vibración de todo lo que nos rodea. El tantra original no tiene nada que ver con el concepto de sexualidad neo-tántrica que se puede tener actualmente, es algo mucho más amplio… Mi maestra Lalita Devi solía decirme: “Dame una razón para no estar haciendo el amor con todo las 24 horas”. Obviamente, se refería a vibrar constantemente con todo. 

¿Qué destacarías del tantrismo shivaíta de Cachemira respecto a las demás tradiciones?

Es la fuente del tantrismo. Se originó en el valle del Indo y se extendió a Cachemira, alcanzando prácticamente toda Asia: China, Tíbet, Indonesia, sur de la India… y adaptándose a cada cultura que encontraba. Esto lo hace cercano a las diferentes formas de tantrismo, como pueden ser por ejemplo el tibetano, más mágico y chamánico, o el chino, más próximo al taoísmo y al zen. Esta permeabilidad, lejos del marcado acento de una única cultura, posibilita que su filosofía pueda ser más fácilmente entendida por los occidentales.

¿El tantra es sólo para unos pocos?

El tantrismo, en sus orígenes, estaba planteado para poder llegar al máximo número de personas posible; a gente humilde y sencilla, y también a gente con más formación y cultura. No obstante, al tratarse de una vía tan revolucionaria también es cierto que a la postre acaba resultando demasiado para mucha gente… Su planteamiento teórico es muy sencillo, cualquiera lo puede entender, pero luego, a la práctica, es una bomba. Podríamos decir que es como un anarquismo espiritual que desmantela cualquier cliché.

Aparentemente el yoga tántrico parece bastante diferente al que más conocemos en Occidente…

Ciertamente no es un yoga postural. Su expresión física es la llamada danza Tandava, cuyo objetivo es que el cuerpo se vuelva uno con la totalidad, a semejanza de la danza sufí. Se caracteriza por su lentitud, que posibilita que el discurso mental se vaya calmando. Pero en el fondo no hay mucha diferencia…  En el Vijnanabhairava tantra, Shiva revela que el significado del yoga es ser uno con la totalidad y da hasta 112 vías posibles para llegar a esa unidad. Todas ellas confluyen en un mismo punto, la presencia. En definitiva, si consigues volverte uno con cualquier cosa que estés haciendo, ya sea beber un vaso de agua, pintar un cuadro o escuchar música, podrás ser uno con la totalidad.

¿Es verdad que las posturas de yoga son una evolución de la danza tántrica?

Así es. Se dice que fue a partir de las posturas que adoptaba  el cuerpo durante la danza que surgieron las asanas…

¿Consideras adecuado concebir el yoga como una práctica para trascender el cuerpo?

En las tradiciones espirituales suele haber dos grandes vías; una que tiende a negar el cuerpo, a querer separarse de él, y otra, que sería la de la tradición tántrica, que por el contrario considera que el cuerpo es una herramienta maravillosa y que las emociones son también muy importantes. Para mí, la tendencia más natural es la tántrica; si se le presta la debida atención, el cuerpo siempre tiende a manifestar un impulso natural de unión con la totalidad, de la misma manera que un bebé siente curiosidad y quiere acercarse a todo. En el fondo, su lenguaje es muy sencillo…  

¿La vía tántrica ayuda a trasladar el yoga a la vida cotidiana?

Sin duda, su papel es muy importante… El tantra parte de la aceptación total de la vida. Se podría establecer un cierto paralelismo con el arte; hay tradiciones espirituales que lo consideran un mero entretenimiento mundano sin importancia, cuando en realidad el acto de crear nos permite claramente vibrar. A través de la expresión de la emoción artística uno también puede comunicarse con la totalidad. Para mí, todo lo que nos pone en vibración, cualquier cosa que hace burbujear a nuestro cuerpo, es yoga. Lo sensorial también es yoga.

Hay practicantes que le dan tanta importancia al cuerpo que quedan atrapados en la vanidad…

Por descontado, el cuerpo también puede ser convertido en un fetiche. Es verdad que la obsesión por la homogeneización, por limar todo aquello que no se considera adecuado, puede comportar una desvirtuación de lo que es natural en nuestro cuerpo. Hay algunas escuelas que incluso defienden que las mujeres ya no deberían tener la menstruación para estar totalmente dentro del yoga… El yoga tántrico no busca muscular el cuerpo, sino relajarlo, huyendo de cualquier tipo de esfuerzo en busca de una mayor conciencia. La sustitución del esfuerzo por la conciencia es un rasgo claramente femenino…

¿Por qué en el tantra es tan importante la feminidad?

Porque es quien tiene el poder. Energéticamente, el tantra nos considera seres andróginos, mitad hombre y mitad mujer. Shiva y Shakti. Ambas mitades se necesitan y son complementarias. La tradición tántrica se basa en un diálogo constante entre Shiva y Shakti, ambos se enseñan mutuamente. El yoga busca despertar en ti tu otra polaridad para conseguir la armonía. Shiva, lo masculino, representa la arquitectura del Cosmos, y Shakti, lo femenino, el poder que le da armonía. La filosofía del tantra pone nerviosos a muchos hombres porque les cuesta renunciar a su poder y reconocerlo en la mujer.

¿La presencia es el antídoto a todos nuestros problemas?

Sobre todo es un antídoto para remediar la actividad de la mente. La presencia es silenciosa y cuando en nuestra mente reina el silencio no hay perturbaciones. Siempre que no hay discurso mental, todo está bien.

En cambio pensamos compulsivamente y nos dispersamos tanto hablando…

Lo mental, tal y como lo vivimos, es como un mal periodista deportivo que no sabe dónde está la pelota y no deja de hacerse preguntas… Los yoguis tántricos no son idealistas, sino unos grandes observadores del ser humano que se interesan científicamente en cómo funciona. Así observaron que a la mente no le gusta nunca que le impongan lo que tiene que hacer… Esto explica porqué hay tanta gente que se siente perturbada durante la meditación y muy relajada en la terraza de un café. Lo mental puede agitarse con sólo ver el cojín de meditación e intuir que va a tener que estar en silencio por un tiempo. 

¿Cómo acceder a la presencia sin esfuerzo?

Para remediar el exceso de actividad mental, recomiendo unas “micro-prácticas” indicadas tanto para principiantes como para practicantes consumados. Consisten en breves actos de presencia de unos pocos segundos pero efectuados con frecuencia a lo largo del día. Es algo al alcance de cualquiera que permite descubrir que en el fondo la presencia es sinónimo de placer. Una vez nuestro sistema lo asimila, la tendencia a mantener esta actitud se vuelve mucho más sencilla y natural.

Estamos tan atrincherados en la seguridad del pensamiento que aún hay mucho miedo a sentir…

El miedo se produce porque a menudo uno no sabe hacia dónde le va a llevar el dejarse sentir. El cuerpo no entiende de límites y restricciones, es lo mental lo que siempre nos dice esto sí, esto no, por aquí sí, por aquí no… En el fondo, el yoga tiene mucho que ver con perder el control. Por ejemplo, en la danza tántrica no eres tú el que está bailando sino que es la danza la que baila a través tuyo…

¿Cómo nos deberíamos relacionar entonces con la emociones?

Viviéndolas total y completamente… ¡A por todas!

¿Hasta qué punto es bueno expresarlas? ¿Lo debemos hacer a cualquier precio?

El precio que se paga es muy bueno… Si dejas a una emoción expresarse totalmente no se queda por demasiado tiempo en tu cuerpo. Las emociones dan mucha energía a tu sistema. En el Vijnanabhairava tantra Shiva nos dice que todas las emociones son iguales. También las emociones consideradas “negativas” son importantes, ya que nos permiten vivir las cosas al cien por cien. No puedes sentirte celoso sólo al 63 por ciento… En cambio, las emociones positivas a menudo suelen ir acompañadas de un “pero”, creemos que aún pueden ser mejores. Si te dejas vivir una emoción negativa en toda su intensidad puedes llegar a un estado de éxtasis…

Qué fácil parece y sin embargo cuánto dolor genera quedarse apegado a una emoción…

El conflicto se presenta cuando es la mente la que quiere vivir o explicar la emoción, y a menudo no la deja partir. La mente fomenta la repetición de la emoción, le da una falsa duración contraria a su naturaleza. Un buen yogui tiene mil emociones más que una persona convencional porque no cae en esta repetición; entra, las atraviesa y sale… ¡Es excitante!

¿Es imposible llegar a la presencia sin trabajarse primero la aceptación y la ausencia de culpabilidad?

La ausencia de culpabilidad es lo más importante. La culpabilidad es el gran obstáculo en cualquier proceso de búsqueda espiritual. Hay que ser conscientes de por qué fallamos en algo pero sin dar lugar a la culpabilidad. Si partimos de la concepción de que todo está vinculado, entonces cualquier error o cualquier logro forman parte por igual del equilibrio de un todo. Así, por ejemplo, si tiramos una taza de café, tenemos dos opciones; sentirnos mal o bien reconocer que gracias a este acto el Cosmos está en armonía… Desde el punto de vista universal no hay errores, sino una simple falta de presencia. Por descontado que esto no es nada fácil, ya que la culpa está culturalmente muy arraigada en nuestra sociedad, es la base de la religión en Occidente… Poder ver las acciones simplemente como algo que has logrado o no, cambiar gradualmente la obligación por la espontaneidad, supone un gran paso.

¿Antes de ponernos a meditar deberíamos empezar por pararnos más a menudo a respirar?

La respiración es la clave para el equilibrio emocional, y para ello hemos de dar cabida también a cualquier emoción. Cuando nos resistimos a alguna, la respiración se modifica. Al reprimir la emoción todo se bloquea. Podríamos decir que la respiración es la única cosa en la que todas las escuelas espirituales están de acuerdo… Aunque luego se peleen para establecer cuál es la correcta. Tenemos que volver a aprender a respirar tal y como lo hacen los animales y los bebés, relajando la musculatura abdominal con cada inhalación y dejando que toda la columna vertebral se vea involucrada. Los primeros yoguis estaban fascinados por los tigres, observaban cómo respiraban y se movían y los empezaron a imitar…

Les gustaba fluir…

Así es. Hay que recuperar la fluidez del cuerpo y las emociones, pero también del pensamiento. Tenemos que darnos cuenta de la importancia de relajarlo, porque de lo contrario estamos condenados a tener un pensamiento histérico con todo lo que esto conlleva… 

¿El gran trabajo es darnos cuenta de que ya estamos completos?

Los tántricos siempre han apostado por darle la vuelta a la búsqueda, llevándola del exterior hacia el interior… Puedes pasar años buscando cualquier cosa en el exterior, ya sea un gurú o un Dios, para que te traiga la tranquilidad, pero cuando alcanzas la auténtica madurez te das cuenta de que lo que en realidad estás buscando eres tú. Todo está ya aquí, en ti… Lo único que puede hacer un maestro es hacerte ver que ya lo tienes todo y que lo puedas entender. La culpabilidad nos hace sentir indignos de albergar lo divino y por eso lo tenemos que proyectar en el exterior.

¿Cómo encajan el deseo, la pasión y la espiritualidad, que es el título de uno de tus libros?

Me gustan los títulos provocativos… Para los tántricos, éstos son conceptos absolutamente integrados. Entrar en cualquier vía, como puede ser la espiritual, necesita de una pasión previa. Aquí no estamos hablando de los deseos más convencionales, sino del gran deseo que se oculta detrás de todos los pequeños deseos: llegar a ser uno con la totalidad. Aunque no seamos conscientes de ello, cualquier deseo particular siempre esconde una aspiración mucho más grande que no puede verse satisfecha a través de ningún logro material.

Existe mucha confusión en la relación entre tantra y sexualidad… ¿Qué papel o importancia debe tener ésta en un camino de conciencia?

Es una confusión fruto de la estupidez occidental. Los auténticos tántricos se ríen cuando escuchan el término “sexualidad sagrada”, ya que para ellos todo es sagrado… Se dice que el tantrismo es sexualidad cuando en realidad ésta sólo ocupa una pequeña parte del camino. Abhinavagupta, un maestro del siglo X, dijo en su día: “Si el tantrismo tuviera que ver con la sexualidad, mi burro sería mi maestro”. La sexualidad, en el tantrismo, no es más que una vía de unión con el todo. No hay que confundir el acto de unión carnal conocido como maithuna con una práctica habitual, pues esto es algo a lo que se llega después de muchos años de trabajo con la presencia. El maithuna es un ritual muy complicado y no revelado en ningún libro… Precisa de tres requisitos: presencia total, silencio mental total y capacidad extática total, y sólo cuando se reúnen estas tres condiciones la vibración sexual puede aportar realmente algo significativo. A menudo, el sexo, como lo conocemos, suele reducirse a dos cuerpos unidos en el caos. Hay “maestros” tántricos occidentales que entran directamente en esta práctica creyéndose que están en el ritual del maithuna y la mantienen durante años de forma perturbada…

¿Cómo relacionarnos de manera tántrica en contextos completamente alejados de esta filosofía?

En realidad, la vía tántrica está concebida para ser practicada en un contexto social. Llevando a cabo las micro-prácticas de presencia cotidiana que he comentado antes, la vida social puede enriquecerse mucho. Con ellas, ganaremos en estabilidad emocional y nuestra vida será más plena. Cuando uno logra dejar el discurso mental en un segundo plano, sólo puede “contaminar” a los demás con su presencia. Además, la relajación y la presencia despiertan la curiosidad en el otro, puede ser un proceso muy contagioso…

¿Cómo fue tu vuelta a la normalidad después de la iniciación tántrica que viviste en el Himalaya?

Básicamente, con la sensación de que todo estaba bien… Los problemas cotidianos ya no lo eran tanto. Aún hoy, cuando me siento muy relajado me gusta recibir alguna perturbación para poner en práctica todo lo que enseño.

¿Con qué imagen o detalle te quedarías de aquella intensa experiencia?

Uno de los momentos que recuerdo con más intensidad es cuando fui arrojado en medio de un grupo de gente con lepra. Yo procedía de una familia conservadora de Suiza y le tenía mucho respeto y miedo a la enfermedad… Sin duda, fue algo que mi maestra captó.

¿Los auténticos maestros están escondidos?

Pueden estar escondidos en cualquier parte o pasar simplemente desapercibidos hasta que uno sufre el “shock” que le conecta a ellos. Para ello, uno tiene que estar dispuesto a ir a por todo, a terminar con su ser superficial sin reservas. Algo realmente sólo al alcance de unos pocos…  

¿Qué consejo de tu maestra nos podrías trasladar para llevar una vida más plena?

Llevar a cabo las micro-prácticas de presencia en el día a día, hagas lo que hagas y seas quien seas, aunque no te encuentres en el camino espiritual.

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Montse Bradford: cocina energética para una alimentación más consciente

«Ponemos demasiadas expectativas en la comida porque los demás ámbitos están vacíos o desequilibrados»

Montse Bradford, una auténtica maestra en el campo energético de la nutrición y la salud integral a escala europea, nos invita a revisar y transformar nuestros patrones inconscientes de alimentación para dar un gran salto en calidad de vida. Según ella, todos los alimentos poseen una determinada vibración que afecta no sólo a nuestro cuerpo físico, sino también a nuestro cuerpo emocional y mental. Por tanto, en base a esta teoría, por mucho que nos esforcemos, la búsqueda de paz y armonía que todos deseamos estará condenada al fracaso hasta que no tomemos realmente conciencia del efecto global que tiene en nuestro organismo todo aquello que comemos. En la siguiente entrevista, además de interesantes reflexiones sobre los mencionados patrones alimentarios que hemos ido adquiriendo generación tras generación, Bradford también nos obsequia con sus recomendaciones y consejos para iniciar la estimulante aventura que supone el cambio hacia una alimentación más consciente.

Barcelonesa de nacimiento y con muchos años de experiencia en Inglaterra, donde ha fundado y dirigido varias escuelas de cocina, Montse se ha formado con destacados profesores del ámbito de la alimentación energética en Europa, EE. UU. y Japón. Además de experta en nutrición natural y energética, Montse Bradford también es diplomada en terapia emocional y psicología transpersonal, y conoce el arte de la sanación vibracional. Entusiasta de la innovación y la investigación, compagina la escritura y los cursos de formación en su escuela de Barcelona con colaboraciones en diferentes publicaciones de salud alternativa y participaciones en ferias, congresos, cursos y seminarios a nivel internacional.

A diferencia de muchas personas que acaban transformando sus hábitos alimentarios después de iniciar un proceso de exploración y crecimiento personal, en el caso de Montse Bradford fue el hecho de interesarse por una alimentación cada vez más óptima desde temprana edad lo que la llevó a explorar la senda de la paz interior. Sea como sea, a la hora de la verdad, coincide plenamente con muchos otros maestros al promover la vuelta a lo sencillo y al aconsejar que para creer en algo, antes que nada, hay que experimentarlo primero. Y también, al reconocer que todo proceso de trabajo interior debe llevar en última instancia a la revelación del gran secreto para la paz y la armonía: el respeto y el amor hacia los demás empezando por uno mismo.

¿En qué consiste la nutrición energética?

Llevo ya casi 40 años estudiando los efectos energéticos asociados a cada alimento, sea sólido o líquido… Es algo importante porque cada persona necesita consumir más o menos determinados tipos de alimentos en función de su estructura. Hoy en día nos alimentamos a un nivel demasiado primario, llevados por los impulsos y sin tener en cuenta los efectos de cada cosa.

Por otro lado, para mí, la nutrición energética también es natural y sostenible. Esto implica, en primer lugar, volver al tipo de alimentación más natural que ya tenían nuestros antepasados, antes de que llegaran todos los paquetes, el donut y la Coca Cola… En este sentido, es importante utilizar alimentos primarios, que vayan directamente del campo a nuestro estómago, sin procesar en absoluto. Nuestro cuerpo lo va a asimilar mucho mejor. Y en segundo lugar, tenemos que desarrollar también la conciencia a nivel de planeta; somos ya demasiados habitantes como para pretender alimentarnos todos a base de proteínas animales. Claramente, la carne no es un alimento sostenible; para conseguir un quilo de carne se necesitan 1.500 litros de agua… No puede ser que se abuse tanto del consumo de carne y jamón mientras hay gente que no puede beber ni comer nada. Plantar un campo con cereales o legumbres permite alimentar a un mayor número de personas de un modo mucho más sostenible. Por tanto, es necesario apostar por la proteína de origen vegetal para empezar a fomentar un tipo de alimentación mucho más consciente.

¿Por qué es tan desconocida?

Esto no es una moda ni algo que me haya inventado yo. Estoy convencida de que siglos atrás ya nos alimentábamos en gran parte así. El progresivo abuso en el consumo de carne ha tenido unos efectos directos tanto en nuestro cuerpo físico, como en el mental y emocional; esto se traduce en una creciente agresividad y competitividad, el ego se empieza a desbordar…

La carne genera una energía muy densa, de efecto acumulativo y de exceso, y esto hace que necesitemos compensarla con el consumo de alimentos que contengan una energía que nos enfríe. Por tanto, raramente verás a alguien comiendo carne con cereales integrales, que también contienen una energía más bien densa. Es entonces cuando surge la necesidad de refinar los carbohidratos y consumir más azúcar, más patatas, más pasta blanca, más arroz y pan blanco… El resultado es una combinación muy extendida, pero energéticamente demasiado extrema.

¿Cuál es el actual estado de salud alimentaria de nuestra sociedad en general?

Bastante crítico. Tenemos que volver a tener conciencia y darnos cuenta de que los alimentos que vibran de forma demasiado extrema no funcionan. Necesitamos alimentos más moderados, porque de ello depende la salud de nuestros sistemas nervioso, digestivo y circulatorio, los problemas de obesidad y la extensión de un gran número de enfermedades modernas. Quizás hoy en día podemos vivir muchos años, pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿con qué calidad?

¿Qué relación guarda la alimentación con nuestras emociones, a parte de estar ambas demasiado desatendidas?

En mi libro “La alimentación y las emociones” exploro la relación que tiene la alimentación con cada uno de nuestros cuerpos: físico, emocional y mental. El único que realmente necesita comida física es el que tiene sistema digestivo, el cuerpo físico; los otros se alimentan más bien de otras cosas, tales como la vibración, el amor, la respiración, hacer yoga… Ahora bien, la mayoría de seres humanos lo arreglan todo comiendo; para tapar las emociones, para evadirnos y no verlas… El vínculo entre alimentación y emociones empieza justo cuando nacemos, con las sensaciones confortables que nos aporta alimentarnos del pecho de nuestra madre. Pero después esto se va desviando y pasamos a ver la comida como algo que nos tiene que reconfortar emocionalmente. Por eso premiamos con chocolate y caramelos cuando en realidad lo más adecuado sería dar un abrazo, y ya de adultos seguimos utilizando la comida para compensar todo aquello que nos disgusta. Es muy importante empezar a atender mucho más el cuerpo emocional y no limitarnos a solucionar sus carencias sólo con comida.

¿Podemos favorecer la salud del cuerpo emocional y mental con un determinado tipo de alimentación?

Por supuesto, ya que todo lo que ingerimos físicamente afecta al conjunto de los tres cuerpos. Un buen ejemplo es el alcohol, que tiene una clara afectación directa sobre todos los cuerpos. La medicina china ya nos dice que cada alimento repercute a los diferentes órganos, y en función de cómo estén funcionando éstos, seremos más propensos a experimentar unas determinadas emociones. Poniendo otro ejemplo, si como mucha carne tendré el hígado bloqueado, y si lo mantengo así durante mucho tiempo, experimentaré fácilmente emociones negativas como cólera, ira, agresividad o impaciencia. Asimismo, si tomo alimentos extremos que me desmineralicen, como el azúcar, esto me debilitará los riñones y tendré emociones negativas de miedo, falta de arrojo o poca confianza en mí mismo.   

A grandes rasgos, ¿cómo debería ser nuestra dieta para que el alimento se convirtiera en nuestra mejor medicina y nos ayudara a encontrar también un estado de ánimo más equilibrado?

Debería huir de los extremos y basarse en alimentos más moderados… Así, la vuelta a una alimentación natural implicaría, básicamente, el consumo regular de cereales integrales, que me pueden aportar una energía y vitalidad más constante; proteínas vegetales, en forma de legumbres o también de tofu, tempeh y seitán; verduras, algas, semillas, frutos secos, frutas locales de la estación, endulzantes y condimentos naturales… y puntualmente, un poco de pescado y huevo, sobre todo para aquellas personas de constitución más débil.

Adoptar este patrón de alimentación durante un cierto tiempo puede aumentar poco a poco nuestra conciencia, ya que los alimentos vibran y al cambiarlos también lo hace nuestra vibración. Ocurre del mismo modo que con nuestros pensamientos; dependiendo de cómo sean incidirán de una manera u otra en nuestro campo vibracional. Todo lo que consumimos, pensamos y hacemos determina nuestra vibración. Un tipo de alimentación basada en una vibración rápida, con abuso de alcohol, azúcar y estimulantes en general, generará pensamientos mucho más descontrolados. Por tanto, una alimentación energéticamente más equilibrada, incidirá directamente en una salud física, mental y emocional también más equilibrada.

¿Me servirá de algo querer aprender a meditar si paralelamente no presto una mayor atención a la calidad de mi alimentación?

La verdad es que no demasiado… Empezar a trabajar con la calidad de mis pensamientos será muy difícil si entre tanto sigo consumiendo mucho alcohol y mucha carne… En cambio, comiendo de modo más equilibrado, especialmente alimentos del reino vegetal, además de sentirnos mejor físicamente, podremos tener emociones más pacíficas y esto nos permitirá también observar mejor nuestros pensamientos.

Si tenemos el cuerpo físico muy débil, el mental controlándonos la vida y el emocional ni lo conocemos… ¿Cómo podemos pretender meditar o trabajarnos el espacio interior? Una vez más, es básico tener en cuenta la necesidad de equilibrio y armonía entre los tres cuerpos, y esto pasa por querer prestarles atención y conocerlos.

Qué fácil es entrar en el círculo estrés-necesidad de evasión-sensación de vacío…

Sí… Hoy en día los valores imperantes son completamente exteriores, desde el momento en que te levantas. Y esto no es más que una ilusión. Lo realmente valioso y por descubrir es el contacto con nuestro mundo interior, con el corazón, y que esto nos lleve a descubrir para qué hemos venido aquí… Somos eminentemente vibración, seres de luz con un cuerpo físico. Cuando éste pasa a ser el punto de referencia la vida se convierte en algo muy diferente. Pero para llegar hasta ahí es muy necesario el silencio y la escucha interior. El vivir hacia afuera no nos va a aportar absolutamente nada a largo plazo, mientras que el valor interior nos lleva hacia la eternidad…

¿Cuáles son los productos que mejor sería desterrar con el objetivo de conseguir una dieta más sana y equilibrada?

Hay un primer grupo de alimentos extremos, de energía yang, que vibran a un nivel denso y lento, generando tensión, bloqueos y una acumulación excesiva de toxinas en el organismo. Son las grasas saturadas, y en este grupo entrarían todas las carnes y embutidos, todos los lácteos, y según para quien, también los huevos, más aconsejables para las personas de constitución débil. Hoy día existe un gran abuso de este tipo de grasas saturantes. También entrarían dentro de este grupo, por bloquear los riñones, la sal cruda y los condimentos salados, snacks, patatas fritas… Así como los alimentos horneados de harina, aunque sean integrales o hechos en el molino del vecino. Comer mucho pan, bizcocho o galletas también nos puede bloquear.

En el otro lado de la balanza, encontramos el otro grupo de alimentos poco recomendables, con energía yin extrema, que crean acidez en la sangre y nos expanden e inflaman en exceso. Vibran rápidamente desmineralizando el organismo y enfriándolo con posterioridad. Aquí encontraríamos el alcohol en todas sus facetas, los vinagres de manzana, vino, módena y arroz, los azúcares rápidos y refinados, ya sea blanco o moreno de caña; los estimulantes en general: té, café…  El chocolate, los helados y la bollería y la pastelería. Y también los lácteos blandos: leche, yogur, mantequilla; y la soja cruda, que también es muy indigesta. En último lugar, las frutas tropicales en exceso y las verduras solanáceas, como la patata, el tomate, la berenjena o el pimiento, que yo no recomendaría para cada día. 

¿Cómo podríamos endulzar de una manera más sana y natural?

Con miel o melaza de cereal, stevia… También con dátiles y pasas… Ahora bien, hay que tener en cuenta que será muy difícil reducir el consumo de azúcar mientras no reduzcamos la ingesta de alimentos con energía extrema yang. Energéticamente, nuestro organismo necesita equilibrar una parte de alimentos extremos yang con siete partes de alimentos extremos yin… Así, cuando la gente me dice que no sabe cómo dejar de tomar tantos croissants o donuts de chocolate, yo siempre les aconsejo que primero deberían empezar por disminuir el consumo de carne, jamón, quesos y huevos…

Una tarea muy difícil para muchos… ¿Cómo podemos mantener el binomio placer en la mesa y salud?

Mi lema es el siguiente: utilizar los alimentos que se necesitan de la forma que más se desea. Nos pueden apetecer unas albóndigas y tomárnoslas de seitán, o una lasaña y que sea de lentejas… Podemos adaptar cualquier receta tradicional para que le siente mejor al cuerpo físico y que al mismo tiempo el cuerpo emocional también quede contento.

¿Qué importancia tiene en todo esto la manera de cocinar?

Tan importante es conocer la energía de los diferentes alimentos como la energía que podemos obtener según cómo los cocinemos. Se puede aprender a cocinar una zanahoria para que me dé la energía de la carne o una chirivía para que me dé la del queso sin efectos secundarios no deseados… En tercer lugar, también es importante tener en cuenta que la energía de cada persona es diferente, y por tanto, las necesidades alimentarias también lo son. Y en último lugar, otro aspecto clave es saber cómo combinar los alimentos para que produzcan el efecto más óptimo posible en nuestro organismo.

Antes que nada, ¿tendríamos que empezar replanteándonos para qué comemos?

Hemos perdido completamente la conciencia respecto a esto. Principalmente, lo hacemos para generar una buena calidad de sangre. Pero como es algo que no se valora, no es prioritario cocinar y sí dedicar tiempo a otras cosas, como chatear, salir de compras o ir a la peluquería. Nos decantamos por los congelados y el microondas cuando poner a hervir unas verduras o una olla con arroz integral o lentejas para dos días sólo nos lleva unos pocos minutos…  Es muy necesario que volvamos a tomar conciencia de la importancia de saber qué comer y cómo cocinar, sobre todo si queremos que nuestros hijos y las generaciones futuras puedan crecer con la fuerza y vitalidad suficiente.

¿No nos importa realmente lo que comemos o más bien nos basamos en certezas y creencias equivocadas?

Más bien lo segundo… Sólo hay que fijarse en las diferencias de alimentación entre Oriente y Occidente, y la relación que esto guarda con la calidad de vida. Yo he vivido en Oriente y he podido comprobar cómo allí apenas hay obesidad y la gente puede gozar de la tercera edad con salud y flexibilidad, mientras que aquí se llega arrastrando diferentes enfermedades y con el cuerpo físico, en general, muy bloqueado. Allí no existe tanto la osteoporosis, mientras que aquí es fácil llegar a los 60 o 70 años con esta dolencia si se ha llevado una vida con un elevado consumo de carne y lácteos. Y otro ejemplo significativo lo encontramos en la menopausia; allí prácticamente no saben ni qué es, ni la palabra existe, y aquí se vive cada vez con más alarma, padecemos los síntomas como si fuera una enfermedad… Tradicionalmente, la cultura oriental no ha basado su alimentación ni en la carne ni en los lácteos, y creo que tenemos que aprender mucho de ello…    

Qué difícil luchar con el peso de la tradición…

Hay estudios realizados allí que demuestran cómo una alimentación basada en cereales, legumbres y proteínas vegetales está mucho más libre de problemas como el cáncer o la obesidad. Ahora bien, quizás aquí esto no funciona tanto porque no fomenta ni la agresividad ni la evasión, estados que hoy en día se necesitan para sobrellevar el valor que se le da a todo lo exterior. Cuando el ser humano decida buscar más en su interior y crear estados de armonía, ya no buscará de forma tan desesperada consumir chocolate, alcohol, etc. Actualmente, se siente demasiado vacío en el interior y esto lleva a buscar cualquier estímulo en el exterior. El auténtico estímulo viene a través del trabajo que podemos realizar desde nuestro interior…

¿La necesidad de consumir leche y carne serían dos de los grandes tópicos?

Cuesta mucho cambiar costumbres a nivel social y más aún cuando hay todo un bombardeo publicitario detrás… Aquí, tenemos 40 años y aún no nos hemos destetado, seguimos tomando lácteos. Somos el único animal que se alimenta con leche de otro animal. Pero de nuevo, para que pueda haber un cambio, primero hay que entender y atender el cuerpo emocional. Si se encuentra desatendido es muy fácil caer en el consumo de azúcar y productos lácteos que nos proporcionan una sensación de confort.

Asimismo, ningún tipo de carne es realmente necesaria para el ser humano. Podemos vivir tranquilamente sin consumir carne. Cuando hay debate entre si es preferible una dieta vegetariana o carnívora, yo siempre aconsejo fijarse en nuestro cuerpo físico; la antesala de nuestro sistema digestivo es la boca, y en ella sólo tenemos cuatro dientes caninos de las 32 piezas que hay en total… Por otro lado, nuestros intestinos son muy largos a diferencia de los que tienen los animales carnívoros, que son muy cortos… Para mí, detalles como estos indican claramente que nuestro cuerpo está diseñado para ser vegetariano, y en realidad, también es lo que le hace sentirse mejor. Grandes sabios como Leonardo Da Vinci, Hipócrates, Sócrates o Einstein eran vegetarianos y lo promovían… Sin duda, ellos sabían que este tipo de dieta puede proporcionarnos mucha más armonía.

¿Qué debemos hacer respecto al alcohol?

Yo nunca lo recomiendo. El alcohol, sea de la calidad que sea, genera una energía que nos evade y dispersa. Así que no es demasiado aconsejable si queremos apostar por una vida con un mayor grado de presencia y conciencia. Difícilmente se podrá encontrar armonía bebiendo alcohol… Además, su abuso también tiene una repercusión directa en los problemas de infertilidad masculina, ya que hace bajar considerablemente la calidad del esperma. La necesidad de consumirlo puede encontrarse en estados de tensión, cuando buscamos evadirnos, o por ejemplo, cuando comemos carne y nuestra dieta es demasiado yang, para compensar… Difícilmente el cuerpo te pedirá alcohol si tomas tofu, brócoli o garbanzos…

Pero dicen que el vino es bueno a nivel cardiovascular…

Cuando llevamos una dieta rica en carne y grasas saturadas se produce colesterol en nuestras arterias, generando una presión alta que impide que la sangre pueda circular bien. Como el alcohol contiene energía del extremo yin, que hincha e inflama, su ingesta expande las arterias, pero esto no es un buen remedio en absoluto, sólo una forma de tapar… Esta combinación también afecta al corazón y al mismo tiempo desmineraliza y debilita los riñones.

¿Qué se ha conseguido con la infinidad de dietas milagro existentes hoy en día en el mercado? ¿Generar más confusión…? 

Totalmente. Cada vez se inventan más nombres y cada semana sale una dieta diferente. Mucha gente está confusa y desesperada, y ya le va bien un método que le prometa resultados con sólo tomar unos polvitos o unas pastillas. Muchas dietas para gente obesa me parecen de risa; el primer paso para perder grasa es dejar de comerla y no mantenerla o incrementarla… Lo único que conseguimos al saltar de una dieta a otra es debilitar el cuerpo físico y su sistema inmunitario. Yo creo que en este sentido, tendríamos que detenernos y darnos cuenta de que la gasolina que necesita nuestro cuerpo físico es en realidad muy simple y sólo nos tenemos que preocupar de mantenerla. Ponemos demasiadas expectativas en todo lo que nos tiene que aportar la comida porque los demás ámbitos están vacíos o desequilibrados…  

¿A quién creer y a quién no creer entonces a la hora de buscar consejo?

Lo más importante es experimentar y no hablar sólo a través de la mente. Hay muchos que opinan según algo que han leído pero sin haberlo experimentado. A lo largo de mi vida he ido probando todo tipo de dietas, y al final, he llegado a esto que, comparando, he visto que me funciona muy bien. El tipo de alimentación que yo propongo no entraña ningún tipo de carencia ni peligro, es más, contiene todo aquello que recomienda la OMS -Organización Mundial de la Salud-. Yo sólo invito a probarlo y experimentarlo a conciencia durante uno o dos meses, y a partir de ahí que cada uno pueda extraer sus propias conclusiones… 

¿Por dónde podría empezar alguien que realmente quiera llevar una buena alimentación pero sin agobiarse en exceso?

Antes que nada, lo primero que yo haría sería abrir los armarios y deshacerme de todos los paquetes que contengan comida procesada. Prescindiría también de los productos congelados porque apenas conservan energía… Y progresivamente iría sustituyendo unas cosas por otras; un paquete de macarrones blancos por otro de macarrones integrales, etc. Incorporar más verduras y cereales integrales es básico. Empezaría también a explorar el mundo de las legumbres y las proteínas vegetales, a comer un poco más de pescado en lugar de carne, y a prescindir de las grasas saturadas o intentaría reducirlas poquito a poquito… Si no nos dejamos engañar, apostar por este tipo de alimentación más sencilla también es más barato. 

Todo sin agobiarse pero empezando a apostar por productos que contengan vida. Es muy sencillo; si queremos tener energía y vitalidad, tenemos que comer cosas con energía viva y no muerta. Y si no lo hacemos, entonces es cuando tenemos que acudir a los estimulantes para que nos aporten la sensación de energía que no tenemos…  

¿Nos tenemos que fiar del “marketing saludable”?

Hay que ir con mucho cuidado. También hay productos biológicos excesivamente empaquetados… Por ejemplo, yo no recomendaría comprar un chorizo vegetal, ya que si nos fijamos en el paquete, veremos que se necesitan un sinfín de ingredientes para obtenerlo. Prefiero mucho más comerme un buen plato de lentejas. Cuanto más cercano esté a su estado natural originario mucho más recomendable será cualquier producto.

Hay gente que desconfía de probar ciertas cosas que no ha comido nunca…

En realidad sólo hay tres o cuatro nombres que pueden resultar desconocidos; dentro del campo de las proteínas vegetales y para generar más variedad. El seitán es una proteína procedente del trigo o la espelta especialmente recomendable en un país muy carnívoro como el nuestro porque se asemeja a la carne. Con él, podemos seguir comiendo lasañas, albóndigas y hamburguesas de forma alternativa. Por otro lado, el tofu y el tempeh son otros dos productos muy naturales pero, en este caso, procedentes de la soja. Todos ellos los podemos elaborar en nuestra propia casa sin problema. Y luego también están las algas, cuyo consumo ha caído en el olvido a pesar de su naturaleza cercana; muchas de las que podemos comprar son mediterráneas. En la actualidad tenemos tres empresas del país que se encargan de recogerlas de nuestras costas, envasarlas y comercializarlas.

¿Son indispensables los productos biológicos?

Contienen menos químicos y por tanto es aconsejable intentar incorporarlos poco a poco y en la medida de lo posible, pero sin volvernos fanáticos. Los cereales y las legumbres se pueden encontrar en cualquier herbolario a la vuelta de la esquina a un precio que no es inaccesible. Quizás aún hay cierta dificultad para encontrar verduras biológicas, pero al igual que en otros países, seguro que se irán extendiendo cada vez más a medida que la gente vaya comprobando su valor diferencial. En el caso que no podamos comprar verduras de este tipo, siempre es preferible lavar bien y pelar las verduras convencionales antes de cocinarlas.

 Remar a contracorriente respecto a los grandes intereses de la industria alimentaria convencional parece una ardua tarea… ¿Es fácil caer en el desánimo?

La verdad es que llevan a cabo una tarea de marketing impecable, ojalá la pudiéramos aplicar nosotros… Es increíble la capacidad que tienen de encauzarnos en modelos erróneos a nivel colectivo. Para contrarrestarlo, lo único que podemos hacer es seguir adelante y buscar el cambio en uno mismo, dejando de fijarnos tanto en qué hace la sociedad o el vecino de al lado. Esto pasa por vivir la experiencia del cambio a nivel personal y que nuestro ejemplo pueda servir para inspirar y motivar a los que están a nuestro alrededor, contribuyendo a hacer la llama cada vez un poco más grande. Si uno cree en la paz, la luz y la armonía, no tiene que dudar de su capacidad para generar ese estado. No creo en la necesidad de hacer mucho ruido y sí en la de practicar con el ejemplo, cualquier otra cosa en este sentido es una pérdida de energía. Aunque no lo parezca, cada vez somos más gente y se está haciendo mucho…

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