Conciencia, Confianza, Desarrollo personal, Espiritualidad, Presencia

Tew Bunnag: la maestría de la compasión

“Cualquier persona puede aprovechar cualquier práctica espiritual sin etiquetas para transformarse”

A pesar de poseer un máster en Economía por la Universidad de Cambridge, la misión de nuestro entrevistado en esta vida estaba claramente llamada a trascender el plano más tangible y materialista de la realidad. Una vocación que empezó a labrarse a una edad muy temprana, cuando el pequeño Tew Bunnag (Bangkok, 1947) recibía sus primeras enseñanzas budistas de la mano de su niñera en Tailandia, y que siguió modelándose y adquiriendo consistencia un tiempo después, entrando en la veintena, a través de la formación espiritual que le brindaron dos venerables maestros orientales estando ya en Inglaterra, donde se desarrolló su educación. Así, además de irse especializando en meditación budista, el joven Bunnag fue convirtiéndose también en uno de los primeros divulgadores del Taichi en Europa, empezando a ejercer como profesor de ambas disciplinas hacia mediados de los años 70. Paralelamente, siguió adquiriendo conocimientos procedentes de la psicoterapia occidental y desplegando su labor en varios países, España incluido, donde fue invitado a dirigir sus primeros grupos en la década de los 80. Asimismo, desde los inicios de su trayectoria espiritual, Tew acompañó también procesos de duelo y de personas en estado terminal aportando apoyo, recursos y herramientas en la relación con la muerte desde la perspectiva budista.

En 1999, tras varios años de enfermedad de su primera mujer, experimentó un gran punto de inflexión al confluir su muerte con el suicidio de su sobrina y el diagnóstico de Alzheimer de su madre. Una fuerte sacudida vital que le llevó a tomar la decisión de volver a su país, casi tres décadas después, para acompañar el proceso de esta última dejando parte de su familia en España. Y que aprovechó también para empezar a ejercer de voluntario en uno de los primeros hospicios o centros de cuidados paliativos que se creó en Tailandia debido a la expansión del sida y su marginalidad asociada, acompañando en sus últimos días de vida a los niños y adultos afectados con menos recursos.

A raíz de todo el aprendizaje acumulado a lo largo de ese intenso y exigente periodo, su forma de concebir la espiritualidad experimentó una notable transformación evolucionando desde un lenguaje marcadamente budista hacia un ámbito mucho más secular, sobre todo a través de su relación con los niños, a los que siempre ha considerado como grandes maestros libres de cualquier precepto. Junto a esto, nuestro protagonista también destaca como profundamente revelador el gran caudal de enseñanza que le transmitieron muchos de los moribundos a los que tuvo oportunidad de acompañar a lo largo de todos esos años, los cuales, a menudo, con grandes destellos de paz, aceptación y lucidez, le mostraban en primera persona la confirmación de una verdad trascendente a la que él ya había empezado de alguna manera a acceder mediante las lecturas de la especialista occidental Elisabeth Kübler-Ross.

En los años posteriores, Tew aprovechó este valioso bagaje para transmitirlo también en nuestro país, donde su experiencia y sabiduría al respecto han sido cada vez más apreciadas y requeridas en un terreno tradicionalmente muy poco explorado, con mucho aún por recorrer y muchos tabús por romper. Una labor consciente de preparación para la muerte y elaboración integradora del duelo que no ha dejado de intensificarse, y más en el actual contexto de pandemia, y a la que Bunnag no ha dejado de entregarse, en cuerpo y alma y con loable compasión y humildad, poniendo un especial énfasis en la importancia del papel activo que también deben desempeñar tanto los propios pacientes como los cuidadores y allegados que solicitan sus servicios. Para seguir aprendiendo juntos a transitar con plenitud los senderos que llevan a la entrega y fusión con el Gran Misterio, la Fuente de la que todos procedemos y a la que algún día todos volveremos.

¿Quién es Tew Bunnag?

Un canal… Eso es lo que puedo decir a día de hoy. Han sido muchos los Tew Bunnags a lo largo de mi trayectoria, pero siempre ha habido un hilo de consciencia entre todos ellos. Una percepción que fue haciéndose más evidente cuando empecé a entregarme de lleno a mi camino espiritual. Y con el paso de los años, en las diferentes facetas de mi vida, cada vez ha ido habiendo menos de mí como un ser separado. Siento que, progresivamente, el hecho de identificarme con ser Tew Bunnag ha ido perdiendo importancia para ceder espacio a la manifestación de la Fuente, Tao, Dharma o Consciencia, a través de mí.

¿Qué papel ha tenido la muerte en tu camino evolutivo?

Sin duda, el hecho de haber tenido un contacto tan íntimo con la muerte es algo que me ha ido transformando mucho hasta el punto de convertirse en un aspecto muy presente, cercano e integrado en mi vida hoy en día.

¿Y cuál dirías que ha sido tu principal aprendizaje en tu relación con ella?

Me ha aportado una gran perspectiva… Enseñándome a celebrar la vida con mayor profundidad, apreciando su sentido más sagrado.

¿Qué es la espiritualidad para ti?

La humanidad más profunda, la capa más profunda de nuestro ser que nos conecta con todo.

¿En qué consiste su expresión secular?

Considero que se trata de un matiz muy importante. Por un lado, creo que no hay que rechazar las religiones, sobre todo si los valores que te transmiten te sirven para vivir mejor. Ahora bien, por otro lado también es cierto que nos encontramos en un momento en el que cada vez más gente necesita conectar con su humanidad más profunda pero sin querer verse limitada por ningún tipo de lenguaje específico. Estamos hablando de una espiritualidad totalmente libre de barreras y fronteras. Lamentablemente, la historia está llena de ejemplos en los que la religión ha sido causa de separación y conflictos. Es realmente inconcebible que se pueda llegar a matar en nombre de la religión o incluso muchas veces de un mismo Dios… Así pues, ya es hora de empezar a sanar todo esto, conectando con una espiritualidad universal y trascendiendo cualquier tipo de barrera. No hace falta ser taoísta para practicar Taichi… Me emociona poder ser parte de diversos grupos que actualmente trabajan intentando desarrollar este propósito. Cualquier persona puede aprovechar cualquier práctica espiritual libre de etiquetas para transformarse. En este sentido, el movimiento espiritual laico me parece una expresión muy saludable porque apela a este espíritu universal y colectivo sin añadir más separación.

Nos encontramos en un momento en el que cada vez más gente necesita conectar con su humanidad más profunda

¿La religión ha perdido la brújula del amor?

Quizás no la del amor hacia los de nuestra misma condición, pero sí la del amor genuinamente más compasivo.

¿Urge actualizar la concepción de la espiritualidad?

Efectivamente. Seguir lo que marca la tradición ha podido servir de ayuda, pero al mismo tiempo siento que también ha sido un obstáculo para la evolución en muchos casos. El planeta necesita sanar urgentemente y es por ello que hay que aprovechar el momento de apertura en el que nos encontramos para que la espiritualidad se extienda llegando a los perfiles y ámbitos más diversos. Esto nos puede servir, por ejemplo, para dejar de tratar a la naturaleza como algo ajeno que podemos dominar y destrozar a nuestro antojo, empezándola a sentir verdaderamente como algo que forma parte de nosotros y que por tanto tenemos el deber de cuidar. Esta espiritualidad actualizada debe abrazarlo todo, aunque sea algo que choque frontalmente con la competencia, el consumo y el afán de posesión desmedido que caracterizan el egotista sistema capitalista. ¿Cómo podemos estar bien sabiendo que en un mundo de abundancia como el que vivimos cada día sigue muriendo tanta gente de hambre? Es algo que realmente no se puede aceptar…

¿Crees que esa revolución espiritual acabará llevando irremediablemente también a una auténtica revolución política?

A mi modo de ver, la pandemia ha servido para revelar aún más las grietas del modelo imperante y nos está ofreciendo una gran oportunidad para evolucionar, sanar y transformar mediante la integración de los valores espirituales más genuinos. Esto es algo que ya se está empezando a evidenciar claramente en Occidente y que se debe recuperar en Oriente. Hay que tener en cuenta que el consumismo y el capitalismo están basados en un aspecto muy profundo presente en cada uno de nosotros, el miedo a la vulnerabilidad y a la escasez. Cuando en realidad, por mucho que tengas esto no te va a proteger… Es por ello que el covid lo ha puesto ahora tan de relieve. Estamos en un gran momento para abordar también este miedo, gran parte del cual tiene que ver obviamente con la condición de mortalidad que tanto se empeña en rechazar el propio sistema. La revolución de la nueva espiritualidad nos puede llevar también a la integración de la mortalidad, propiciando así que brote la compasión en nosotros al reconocernos como seres que, mucho más allá de la competencia o la separación, nos podemos apoyar y reflejar unos a otros mientras vamos transitando un mismo camino.

El consumismo y el capitalismo están basados en el miedo a la vulnerabilidad y la escasez, algo que tiene que ver con la condición de mortalidad que tanto rechaza el propio sistema

¿Cómo afrontar y transformar el miedo?

El miedo está profundamente instalado en nuestro disco duro como especie, en nuestra biología… Y esta condición se ve además alimentada y reforzada por nuestra cultura, que no deja de promover toda una serie de valores asociados al miedo. Todos los negocios, bancos, seguros, etc., están basados en ello; en retener, en no perder… Por otro lado, en disciplinas como las artes marciales, más allá del papel activo, del gran abanico de movimientos, lo realmente importante es el trabajo interno; eso es lo que realmente te enseña a afrontar eficazmente el miedo, mostrándote también como en el fondo, el miedo y la violencia son las dos caras de una misma moneda. Por tanto, la verdadera intención que se esconde en estas prácticas es aprender a explorar siempre la posibilidad de trascender la violencia y el miedo asociado. Esa es la gran victoria y no los trofeos o la dominación del otro. Conquistar el miedo es posible pero no basta con leerlo en los libros y pensarlo, sino que requiere una práctica constante para observarlo, reconocerlo y finalmente poder llegar a integrarlo. En última instancia estamos hablando del gran miedo que sentimos a vivir con plenitud, algo que inevitablemente incluye también a la muerte. De ahí la importancia de las prácticas espirituales, que tanto nos pueden ayudar a trascender el miedo que tan a menudo nos produce la vida misma, con todas sus sacudidas.

Aprendiendo a dar la bienvenida a las crisis como maestras para el cambio…

En el fondo son un auténtico regalo porque nos ayudan a prestar atención a los miedos que no vemos. Más allá de los obstáculos y valores imperantes, el vínculo con la capa más profunda de nuestro ser siempre existe, y experiencias como la enfermedad o la pérdida tienen la capacidad de despertarnos y conectarnos. Aunque a veces esa consciencia también puede aparecer por sí sola, algo que tiene que ver con el misterio de lo que yo llamo la Gracia y que no puede explicarse con palabras… Puede suceder cuando el Universo decide enviarnos un regalo despertando nuestra visión más profunda en el momento más inesperado. Cualquier momento puede ser bueno para conectarnos con lo esencial, empezando a darnos espacio y silencio para que emerjan cuestiones existenciales básicas, como por ejemplo la pregunta ¿quién soy…? Abriéndonos así a transitar el camino espiritual mediante la evolución y el descubrimiento constante, intentando no caer en la trampa intelectual de creer en cualquier momento que ya lo hemos logrado.

Cuánto ansiamos a menudo dar con esa fórmula o método que nos lo solucione todo…

La necesidad de disponer de recetas con resultados inmediatos, como cualquier otra certeza o seguridad, también nace del miedo. Siempre será mucho más aconsejable mantenerse en una actitud abierta y vulnerable, aprendiendo…

¿Empezar a bajar el ritmo de aceleración al que estamos acostumbrados es uno de los pasos más necesarios?

Totalmente. De hecho, cuando descubrí el Taichi enseguida me di cuenta de que podía ser una herramienta de gran utilidad para la humanidad moderna, ya que, salvo el Yoga quizás, todas las prácticas físicas o deportes están basados actualmente en la rapidez y la avidez por la obtención de un resultado. Mientras que prácticas como el Taichi y el Yoga nos enseñan simplemente a vivir la totalidad del momento, un elemento clave para la sanación y transformación que buscamos. Sin duda, la extensión de la cultura del “fast food” forma parte de la huida de la mortalidad. Por el contrario, cuando una persona puede vivir una fase terminal desde la integración y la aceptación la percepción del tiempo empieza a cambiar completamente, pasando a vivir y a apreciar cada momento, cada pequeño detalle, con gran plenitud. Y es así como emerge la consciencia de que lo realmente importante no es alargar nuestra existencia a cualquier precio, sino aprovecharla en toda su profundidad. Instalados en la prisa es muy fácil perderse el trasfondo mágico de la vida.

Instalados en la prisa es muy fácil perderse el trasfondo mágico de la vida

¿Quién consideras que contribuyó a prender la llama de la espiritualidad en tu interior?

Podríamos decir que mi niñera, practicante budista, fue mi primera gran maestra. Fue ella la que me inició en la práctica de la meditación desde muy niño y me transmitió valores como el gozo de dar, el respeto por cualquier forma de vida o el poder del agradecimiento. En aquella época y a diferencia de lo que sucede en la actualidad, donde prima principalmente el materialismo, en mi cultura el budismo estaba muy integrado en el día a día. Y eso ayudaba a sentir desde una temprana edad que existía algo más aparte del plano tangible de la realidad. Además, también tuvieron una influencia muy relevante en mí dos maestros en especial; un lama tibetano que conocí en mis tiempos universitarios en Inglaterra, Trungpa Rimpoché, y el que fue abad de un templo budista en Londres, Dhiravamsa, recientemente fallecido, quien me formó como profesor de meditación y me animó a trabajar a su lado.

¿Cuáles han sido otras de tus principales fuentes de inspiración?

Ser padre, la responsabilidad de cuidar a otros, el amor en todas sus facetas… Los niños y su capacidad de descubrir… La naturaleza y sus ciclos… Los errores… En definitiva, la Vida misma en su totalidad, con todos sus momentos y detalles. Desde los inicios de mi camino he sentido de forma muy clara que no hay que establecer ninguna separación entre la vida terrenal y la espiritual. Todo está íntimamente relacionado.

Qué gran reto la integración de la espiritualidad en lo cotidiano…

Para mí la espiritualidad es sinónimo de sencillez y naturalidad, no tiene nada que ver con el hecho de sentirse especial. Y esto implica el hecho de aprender a desarrollarse también terrenalmente en este mundo, pero sin quedarse atrapado en ello.

¿Cómo estás viviendo personalmente el contexto de pandemia en el que nos encontramos?

Principalmente con agradecimiento, ya que llevaba tiempo diciendo a mis grupos que quería tomarme un año sabático… No en cuanto a mi trabajo, sino sobre todo respecto a los viajes que a menudo realizaba, con su correspondiente desgaste de energía. En este sentido, he podido tomar la decisión de bajar ese ritmo a partir de ahora. Al principio, como a muchos, me asaltó el pensamiento de qué iba a hacer con tanto tiempo disponible de golpe, pero enseguida lo aproveché para empezar a conocer con más profundidad el lugar donde vivo. Y en este sentido, tengo la suerte de disponer de campo y mucho espacio abierto cerca. También he descubierto las grandes posibilidades del trabajo a distancia gracias a las plataformas virtuales. Esto me ha permitido seguir acompañando diariamente a personas desde prácticamente el inicio de la pandemia. Y para compensar las horas delante de la pantalla, también me he podido dedicar a la escultura y al cuidado del huerto. Disfrutando al mismo tiempo de mi familia, de mi práctica personal e incluso de aprender a tocar el piano, algo que siempre había deseado. En resumen, he ido llevando una vida bastante organizada pero sencilla, y sin dejar de sentirme parte del mundo y las personas que me rodean, cuyo estrés y ansiedad también me han llegado reafirmando así aún más en mí la necesidad de seguir trabajando en el plano personal y espiritual.

¿Y qué opinión te merece todo el tema de la vacuna?

Sinceramente, es algo que no me convence en absoluto… Siento que no deja de ser una estrategia para asegurar a los ciudadanos que todo está bajo control, cuando en realidad lo que parece que ha generado ha sido aún más incertidumbre y confusión… Ahora bien, en mi caso he tenido que optar por la decisión más práctica, ya que con frecuencia debo viajar a mi país por trabajo, y además, quiero ir a conocer a mi nieto de un año pronto, y sin la vacuna parece que va a ser muy difícil…

¿Cómo crees que debería ser la llamada “nueva normalidad”?

Sea como sea, espero que todo lo que estamos viviendo nos ayude al menos a no caer en el engaño de querer volver a una normalidad basada en falsas seguridades.

No has perdido la esperanza pues….

No sólo no la he perdido, sino que estoy convencido de que este proceso nos va a servir de gran impulso en nuestra evolución. De hecho, desde que empezó la pandemia, he visto como cada vez más personas y más profesionales están tomando consciencia de la importancia de incluir la dimensión espiritual para poder disfrutar de un auténtico bienestar. Sin las herramientas que nos ofrece la práctica espiritual, las emociones nos desbordan, y si no podemos estar mínimamente centrados, bien con nosotros mismos, cómo vamos a ayudar a otros… A mi edad no puedo ser ingenuo creyendo que esto nos va iluminar a todos, pero sí que he podido comprobar como esta evolución no está dejando de avanzar poco a poco… Es muy importante que los cambios y las transformaciones se tomen el tiempo necesario para que puedan ser sólidas y quedar bien integradas.

Durante la pandemia se han producido un gran número de muertes en soledad… ¿Es posible acompañar de alguna forma en casos así desde la distancia?

Es muy importante no caer en la desesperación o la culpabilidad cuando no existe la posibilidad de estar cerca de nuestros allegados en momentos difíciles, como puede ser la enfermedad o un proceso terminal. También existen prácticas para transmitir amor y compasión a distancia, que nos permiten establecer una comunicación a otro nivel. Y para ello debemos aprender a confiar en la existencia de esta misteriosa realidad que se encuentra más allá del plano material. Siempre existe la posibilidad de conectar desde el corazón más profundo si realmente ponemos la intención en ello. El espíritu no entiende de espacio ni de tiempo. El amor no tiene fronteras… Lo trasciende todo. Se trata de una realidad que no forma parte de nuestra educación ni está presente en la formación de muchos profesionales, pero esto no impide que nos podamos abrir a lo inefable de esta otra dimensión a través de la confianza.

El espíritu no entiende de espacio ni de tiempo. El amor no tiene fronteras… Lo trasciende todo

¿Cómo prepararse para poder afrontar con serenidad el tránsito hacia lo desconocido?

No hay nada que garantice una buena despedida, pero sin duda puede ayudar mucho el hecho de ir labrando con tiempo la conexión con esa Realidad trascendente e intangible o Fuente, así como el hecho de poder disponer de un buen acompañamiento, algo que permite generar el espacio idóneo para que toda aquella energía que ha quedado pendiente de expresar pueda salir y transformarse, ya sean remordimientos, rabia, miedo o cualquier otra resistencia. A diferencia de los viajes que podemos emprender a lo largo de nuestra vida, la preparación para el último gran viaje pasa por ir vaciando poco a poco la maleta, para lograr la ligereza necesaria que nos permita entregarnos al abrazo con el universo.

¿Y qué consejos prácticos darías para lograr superar el miedo a la muerte?

Primero reconocer su presencia y no hacer como si no estuviera ahí. Respirándolo y escuchando con respeto y curiosidad su energía, observando sus proyecciones, aquello que puede estar escondiéndose tras el miedo. Y en segundo lugar, abrirnos a la consciencia de la impermanencia que acompaña a cada día, a cada momento… Incorporando el hábito de dejar pasar, de perdonar todo lo que ya fue… Si perseveramos en estas prácticas al final nos daremos cuenta de que en el fondo ese miedo no es más que una construcción, una ilusión.

Reconociendo su presencia, incorporando el hábito de dejar pasar, de perdonar todo lo que ya fue, nos daremos cuenta de que en el fondo el miedo a la muerte no es más que una ilusión

¿La práctica de la meditación es un elemento clave?

Sin duda puede ser un elemento clave, pero sobre todo si no se utiliza como una estrategia para distanciarse. En el fondo viene a ser lo mismo que ya he dicho, observar y respirar para ir generando cada vez más espacio, para que todo aquello que no tiene una consistencia real se diluya.

¿Qué lecturas que nos puedan servir también de ayuda nos recomendarías?

Recomiendo especialmente dos libros escritos por médicos que pueden ser de gran ayuda para trascender la tradicional barrera o separación entre ciencia y espiritualidad: La consciencia más allá de la vida, de Pim Van Lommel, y El arte de morir, de Peter y Elizabeth Fenwick.

¿Es ésta sólo una de varias de nuestras vidas?

No sólo lo creo, sino que estoy profundamente convencido. Esta existencia tiene continuidad y no hace falta convencer a nadie de ello, ya que tarde o temprano todos tendremos la oportunidad de descubrirlo.

¿Y qué nos puedes decir en relación a la ley del karma?

Es otro aspecto muy importante pero sobre todo para poder vivir con mayor armonía en este mundo. Prefiero contemplarlo como la responsabilidad que todos tenemos sobre nuestros pensamientos, acciones y emociones a cada momento de esta vida, y no pensando tanto en lo que nuestra actitud nos puede llegar a reportar en un futuro, aunque eso no deje de estar también implícitamente relacionado. Para mí el karma es ahora.

¿Tienes algún sueño aún por realizar?

Aquello a lo que dedico diariamente mis oraciones… Que la paz, la sanación y el bienestar se puedan establecer en el mundo.

Página web de Tew Bunnag

Conciencia, Creatividad, Desarrollo personal, Presencia, Respiración, Salud emocional, Yoga

Guiomar Burgos: el valor de pararse a respirar

«La calidad de nuestra respiración se corresponde con la actitud que solemos adoptar ante la vida”

La protagonista de la presente entrevista es sin lugar a dudas una auténtica revolucionaria, pero no de las que necesitan alzar la voz para ser vistas, sino más bien de las que, a través de una trayectoria vital comprometida con el desarrollo personal, la honestidad, el cuidado y la escucha cada vez más profunda, han ido adquiriendo la certeza de que la más grande de las victorias es la que se gesta de forma silenciosa y se conquista dentro. Su revolución silenciosa tiene que ver con haberse atrevido a parar para ser y respirar, o en otras palabras, para apearse del tren de la vorágine en el que en estos tiempos agitados transita, entre desorientado y absorto, un elevadísimo porcentaje de la humanidad.

Treinta años tuvieron que pasar para que Guiomar Burgos (Madrid, 1971) empezara a reencaminar sus pasos hacia el reconfortante sendero en el que hoy descansa. Fue en el tramo final de una primera etapa profesional de veinte años en el mundo de la danza cuando, un buen día, a raíz de un revelador viaje a África, se dio cuenta de que no estaba siendo feliz. Y tirando del hilo, pudo descubrir que gran parte de esa insatisfacción tenía que ver con la creciente sensación de vacío que estaba generando en su interior la exigente profesionalización de la disciplina a la que se había entregado hasta ese momento. A la vuelta, fruto del deseo de conectar a un nivel más profundo, entró por primera vez en contacto con el yoga a través de una escuela de teatro alternativo y supo enseguida que había encontrado lo que de alguna manera estaba buscando, sintiéndose de nuevo en casa.

Ese punto de inflexión motivó que el yoga acabara convirtiéndose en su nueva profesión durante los quince años siguientes, hasta que, ahora hace unos tres años, volvió a experimentar una nueva crisis que le permitió alumbrar la necesidad de atender su salud priorizando algo que indirectamente ya la había estado acompañando desde aquel primer gran cambio; el trabajo con la respiración consciente. De esta forma, lo que empezó como un trabajo complementario con algunos alumnos de las formaciones de yoga que ya acudían a ella para mejorar sus técnicas respiratorias, ha ido derivando en los últimos tiempos en un amplio estudio y experimentación dentro de este ámbito. Así, a día de hoy, sigue desarrollando con sereno entusiasmo su método de Respiración Integral, con el que pretende ayudar a profesionales y todo tipo de personas a mejorar su calidad de vida invitándoles a desarrollar la conciencia en la respiración desterrando cualquier tipo de exigencia.

Guiomar califica su camino evolutivo como un recorrido hacia el despertar, una exploración a un nivel cada vez más interno en busca de lo esencial. Y es así como reconoce haberse convertido en una auténtica abanderada del “menos es más”, su revolucionario y cada vez más necesario lema.

¿Quién es Guiomar Burgos?

No puedo responder a esta pregunta de forma concluyente, ya que la definición que te podría dar de mí es algo que ha ido cambiando bastante a lo largo de mi vida… Pero actualmente podría decir que soy alguien que está aprendiendo a ser humana, a encontrar la mejor manera de estar en este cuerpo… Y también siento que mi experiencia humana pasa por permitir que se vaya desarrollando cada vez más mi conciencia de sensibilidad, la capacidad para poder habitar esa cualidad en toda su dimensión.

¿Por qué decidiste especializarte en respiración?

Fue una decisión que llegó fruto de una necesidad creciente de parar. Llegó un momento en que ya casi no podía practicar yoga y mi cuerpo lo necesitaba. De esta manera, mi autopráctica se fue haciendo cada vez más sutil y la respiración se empezó a convertir en mi gran compañera de viaje. Fue así como, desde la quietud y el movimiento suave, empecé a afinar la escucha de cómo se expresaba, descubriendo su gran potencial para sentirnos, cuidarnos y regenerarnos a un nivel más profundo. Me di cuenta de que, hasta entonces, había dedicado mucho tiempo y energía en aprender métodos y técnicas de respiración, pero no me había detenido realmente a descubrir cómo era su expresión más natural, experimentándola más allá de los espacios de práctica y no de forma puntual, sino como algo mucho más integrado en lo cotidiano. Y a partir de ahí, las propuestas para poder compartir esta mirada se han ido sucediendo con naturalidad…

¿Se trata de un saber innato que vamos olvidando?

Sí… Por un lado, la respiración es una expresión esencial de nosotros mismos, y por otro, habitualmente vivimos tan enfocados en la acción y en la consecución de objetivos que dejamos muy poco espacio para sentirnos, cuando en realidad, somos seres con una gran capacidad para ello. Es algo que parece que nos da miedo… Creo que sentimos miedo a esa intensidad porque en el fondo es algo que está directamente relacionado con la intensidad de la existencia… Así que permitirnos experimentar la respiración en toda su plenitud es como decir “estoy dispuesto a vivir al cien por cien”. En la respiración está todo y algo que he ido aprendiendo en muchos de los casos que me he ido encontrando es que la respiración se vuelve difícil cuando nos resistimos a sentir y vivir nuestras experiencias humanas. Muchas veces por falta de herramientas para saber transitar lo que emocionalmente nos desborda…

Y la incapacidad para afrontar la intensidad nos acaba instalando en la respiración superficial…

Efectivamente… Podríamos decir que se acaba convirtiendo en un mecanismo de protección ante la intensidad que implica vivir plenamente… En general, hemos ido desarrollando muchos mecanismos de defensa para hacer más llevadera esa resistencia a sentir una gran parte de lo que vivimos. Solemos creer que dejar de sentir aquello que no nos gusta ya nos compensa, pero eso nos acaba privando también de sentir en su auténtica dimensión muchas otras cosas…

¿Qué grado de conciencia crees que hay actualmente respecto a la importancia real de la respiración?

Creo que cada vez hay más, y aunque todavía hay un gran porcentaje de la población que ni tan siquiera se plantea la posibilidad de poder vivir con mayor plenitud atendiendo a la respiración, también es cierto que un número creciente de personas se están interesando en su propia respiración… En cualquier caso, es muy importante darse cuenta de que todo pasa por estar dispuesto a parar un poco primero, para mirar hacia dentro y percibirse.

¿Crees que al sistema/orden establecido ya le va bien que no se le preste demasiada importancia a la respiración?

Así es… El sistema necesita promover la acción constante para que la maquinaria no se detenga… Y al mismo tiempo, estar despierto puede resultar muy doloroso, ya que empiezas a verlo todo mucho más claro, sobre todo aquello que has podido estar tapando durante mucho tiempo… Yo también he pasado por ahí y he estado muy enganchada al hacer antes de empezar a ver un montón de cosas, así que comprendo perfectamente lo que lleva a tantas personas a vivir de forma acelerada… Decidirse a parar no es fácil. Y por otro lado, siento que el sistema también somos nosotros, y es por ello que en el fondo no somos víctimas, ya que aunque no sea fácil salir del patrón predominante, siempre dispondremos de la capacidad de discernir…

¿Qué nos puede aportar esa capacidad?

Darnos cuenta de que en realidad sí que merece la pena transitarlo todo… Si me doy cuenta de que permitiéndome transitar la tristeza luego puedo vivir la alegría con mayor plenitud, eso hará que poco a poco vaya cambiando mi percepción, y seguramente, podrá servir también de inspiración a la gente de mi alrededor.

Y aparte de estar más despiertos, ¿qué más nos puede aportar la respiración consciente?

En realidad, la respiración lo abarca todo… Puede mejorar todas las funciones vitales; el sistema digestivo, nervioso, circulatorio, linfático… Así como el ritmo cardíaco y la química de la sangre. Aumenta nuestro nivel de vitalidad y nos aporta una mayor capacidad de concentración, así como una mayor armonía en nuestros pensamientos y emociones… También nos ayuda a aliviar tensiones musculares y a relajarnos en general. Vuelve nuestros sentidos más nítidos… En fin, nos puede aportar un sinfín de beneficios.

Y a pesar de todo, casi ni le prestamos atención…

Parece que estamos acostumbrados a no darle demasiado valor a lo que tenemos más cerca, a lo que es más sencillo… Excepto cuando lo perdemos. Y si no, que se lo digan por ejemplo a las personas que han tenido covid o a cualquiera que haya sufrido problemas respiratorios. Empezar a prestar una mayor atención a tu respiración es un acto de intimidad, ya que implica empezar a prestarte atención a ti mismo, atenderte, cuidarte… En definitiva, tiene que ver con volver a ti.

¿Cómo definirías tu método de Respiración Integral?

En esencia, se podría definir como una metodología para recordar la libertad de nuestra respiración y despertar la conciencia respiratoria en nuestras vidas.

¿Y cómo se desarrolla la propuesta?

Primero de todo, parte de un acompañamiento individualizado para poder conocer la tipología respiratoria que presenta cada persona, que siempre es diferente y se corresponde con la actitud que se suele adoptar ante la vida. Y a partir de ahí, el método consiste básicamente en una práctica de gimnasia pulmonar para poder liberar la respiración, devolviéndole a los músculos respiratorios su funcionalidad. He comprobado cómo de esta manera nuestra respiración puede ir recuperando la capacidad de expresar con total libertad cualquier vivencia o estado emocional. Por otro lado, en una segunda etapa, invito a practicar e interiorizar una serie de movimientos muy sutiles y relajados para que la respiración se vaya armonizando con ellos. Así se facilita una mayor integración de la conciencia respiratoria en la vida cotidiana y también se puede ir adoptando con naturalidad un ritmo más pausado… Dándonos el permiso para parar siempre que sea necesario.

¿Qué perfiles suelen acudir a ti?

Tiempo atrás, al estar impartiendo formaciones de yoga, casi todas las personas que se dirigían a mí estaban directamente relacionadas con este ámbito. Mientras que en esta etapa más reciente, se ha ido ampliando un poco más el perfil… Asimismo, he podido apreciar como, en general, suelen estar más abiertas a profundizar en el trabajo con la respiración las personas que ya han iniciado algún camino de autoconocimiento. Un interés que, afortunadamente, parece que está en auge… Pero por encima de todo, los que sobre todo muestran más interés son terapeutas, profesores de yoga y personas inmersas en cualquier tipo de trabajo corporal a nivel consciente.

¿Cuál dirías que es la principal dificultad que se encuentran las personas que inician este trabajo?

La dificultad para incorporar la conciencia respiratoria en el día a día. Realizar este trabajo sólo en las sesiones y luego olvidarse vendría a ser como tener un Ferrari y no sacarlo del garaje… Es por eso que es tan importante no buscar únicamente la liberación de la respiración, sino despertar también la conciencia para poder acompañar debidamente esa expresión a cada momento. Sin duda, esa es la parte más profunda del trabajo que propongo… En el fondo es la más fácil pero también puede llegar a ser la más difícil por cómo estamos acostumbrados, ya que sólo se trata de observar… Sin hacer nada.

¿Cómo crees que se puede facilitar la adopción de esa conciencia?

No deja de ser un entrenamiento… Pero en primer lugar deberíamos dar total prioridad a detectar los momentos en los que nuestro cuerpo está expresando algo que necesita ser atendido, ya sea por una presión en el plexo solar, en el pecho… O porque se nos cierra la garganta. Son señales que resultan más evidentes que la propia respiración, que suele ser mucho más sutil. Si atiendo lo que me está pasando a través del cuerpo, la respiración luego ya sabrá lo que tiene que hacer… En el fondo, todo pasa por una determinación; la decisión de priorizar el sentir por encima del hacer y el conseguir.

Una decisión que pasa por dejar de delegar la responsabilidad sobre nuestra salud y auténtico bienestar…

Se trata de un camino hacia la autosuficiencia. No obstante, cuanto más lejos estemos del contacto con nosotros mismos, más lejos nos parecerá que están nuestros recursos para llegar a ella. Y la tiranía de la inmediatez a la que estamos acostumbrados tampoco nos ayuda…

¿Nunca es tarde para aprender realmente a respirar?

Por supuesto… Cada instante es una oportunidad. Hasta que nos llegue el último aliento. La gran barrera suele estar en la mente, por lo que esmerarse en hacerla más flexible y compasiva es una parte muy importante del camino a transitar…

¿Qué consejos básicos darías a alguien que no supiera muy bien por dónde empezar?

Creo que para iniciarse en un proceso de este tipo es muy importante contar con el acompañamiento de un profesional, alguien que te ayude a avanzar más allá de tu paradigma habitual… Y además, dedicarse espacios relajados para poder sentir más cómo estás.

¿Iniciarse en yoga puede ser también una ayuda?

Totalmente. Puede ser una gran puerta… Ya hemos visto la importancia de conectar con el cuerpo, y sin duda, el yoga sabe muy bien cómo hacerlo. En este sentido, el trabajo postural puede ser un excelente punto de partida para pararse a observar cómo la respiración se expresa… Actualmente, para mí resulta especialmente importante el hecho de usar el asana (la postura) para detenerse simplemente a escucharla, sin necesidad de tener que dirigirla o modificarla.

¿Qué opinas de las técnicas de respiración que propone el yoga?

Ahora mismo, siento que una gran parte de las técnicas de respiración o pranayamas que habitualmente se pueden plantear en las clases requieren haber alcanzado previamente un cierto nivel de conciencia respiratoria para que no lleguen a ser incluso contraproducentes… Es decir, para que no acaben por alejarnos del propósito real que las originó, que no es otra cosa que volver a la esencia. En realidad, cuanto más se asimila la práctica, ésta se va haciendo cada vez más sutil…  Creo que el darse cuenta de que al final hay que acabar por soltar cualquier técnica podría ser una reflexión compartida por muchos de los practicantes con un largo recorrido en el camino del yoga.

¿Cómo definirías tu actual relación con esta disciplina?

Podría decir que se ha ido cayendo toda la estructura y ha emergido la expresión más sencilla. La exigencia por sobrepasar los límites a nivel corporal ha ido quedando atrás… Algo que, de alguna forma, había heredado de mi anterior etapa en la danza durante una buena parte del camino. Últimamente, he ido percibiendo cada vez con mayor claridad la importancia de que la mente permanezca un peldaño por debajo del cuerpo, es decir, que sea el cuerpo el que pueda expresar libremente lo que realmente necesita sin que la mente se lo imponga. A partir de ahí, partiendo de unas bases de asentamiento y escucha, voy permitiendo cada vez más que sea el cuerpo el que vaya encontrando con suavidad y conciencia su propio acomodo.

¿Qué fuentes de inspiración podrías destacar en tu proceso evolutivo?

Inicialmente, los 20 años de bailarina fueron sin duda la puerta de entrada al cuerpo. Y después, se han ido sucediendo varias… Como por ejemplo, el Feldenkrais, la Psicoterapia Respiratoria, el Tantra yoga, el Masaje Estructural… También podría destacar la relación entre la postura y los patrones respiratorios…  Y actualmente, está muy viva la influencia del Focusing, así como la autoindagación, una de las cosas que más me inspira, además de seguir profundizando en la conciencia de que todo lo que ocurre en nuestra vida es sagrado.

¿Qué opinión te merecen ciertas técnicas de respiración catártica, como por ejemplo el Rebirthing?

Abrir ciertas puertas es algo que me da mucho respeto… Personalmente, no me llama la necesidad de inducir determinados estados de conciencia para liberar traumas… No soy psicóloga y siento más la necesidad de abrazar todo lo que me va pasando en lugar de remover ciertas vivencias o sentir algo que ha pasado como inadecuado… En cualquier caso, no he practicado ese tipo de técnicas y por lo tanto tampoco puedo opinar demasiado.

¿Crees que hay mucho estrés camuflado entre los propios profesionales de la salud, el bienestar y la espiritualidad?

En primer lugar, hay que tener en cuenta que una cosa es el profesional y otra la persona… Es cierto que a medida que uno se va profesionalizando empiezan a emerger una serie de obligaciones en relación al otro que fácilmente puede provocar que la atención hacia ti mismo vaya quedando relegada a un segundo plano. Y normalmente, cuando te empiezas a dar cuenta, estás ya muy cansado porque has ido acumulando mucho… Es una tendencia que yo misma he sufrido. Así que si te ha pasado esto, y por coherencia, en algún momento decides empezar a priorizarte, seguramente pasarás a trabajar menos. Creo que cada vez hay más personas que se están dando cuenta y que desean encontrar un mayor equilibrio en este sentido.

La necesidad de ser vistos, reconocidos, cuánto nos puede acabar alejando de nosotros mismos…

Completamente. Es algo que se puede apreciar muy claramente en las redes sociales… ¿Qué puede llegar a ocurrir si me desconecto por un tiempo? Es una experiencia interesante que animo a probar… Se trata de un ámbito donde es muy fácil dejarse llevar por la exigencia y el ritmo frenético que se impone, ya que es algo que está muy estudiado y es adictivo… Así que, para no caer en ello, no podemos perder de vista la honestidad. Desde ahí veremos dónde estamos poniendo el foco y si en el fondo es realmente lo que queremos.

¿Te has llevado muchas decepciones a lo largo de tu trayectoria?

Más que decepciones, yo hablaría de que he necesitado tiempo y espacio para llegar a comprender ciertas cosas… La vida es muy sabia y siempre nos va brindando prismas y toques de atención para poder completar la visión que más necesitamos. Creo que el concepto de decepción es algo demasiado mental… Y actualmente, por encima de todo, siento más bien agradecimiento por todo lo vivido.

¿Cuál dirías que ha sido tu principal aprendizaje hasta ahora?

Menos es más…

¿Cómo te ha afectado la situación de pandemia y cómo estás viviendo todo este proceso?

Pues el confinamiento me vino realmente como anillo al dedo porque, en realidad, yo ya llevaba un buen tiempo confinada… Es decir, simplificando mucho mi vida. A lo largo del proceso ha ido apareciendo la posibilidad de compartir mis cursos y propuestas de forma online… Y también he podido reflexionar mucho sobre cómo la pandemia nos ha puesto delante toda una serie de cosas que antes teníamos completamente disponibles para nuestro bien y que a menudo no aprovechábamos… Como por ejemplo el hecho de podernos expresar libremente y no guardarnos nada o la posibilidad de tocarnos, darnos un abrazo y decirnos que nos queremos… En definitiva, está siendo un proceso muy revelador y siento que lo estoy viviendo con mucha naturalidad y coherencia.

¿Cuál crees que es la mejor forma de contrarrestar el efecto de las mascarillas?

Para empezar, es muy diferente llevarla sólo unas horas respecto a lo que implica tenerla que llevar durante todo el día. No he hecho un estudio detallado del tema, pero me parece bastante obvio que la tendencia general al llevar la mascarilla es a respirar de forma más superficial, con todo lo que ello conlleva… Y en cuanto a consejos básicos, yo destacaría la importancia de llevar una buena alimentación para que el sistema inmunológico pueda estar fuerte, y también, poder descansar bien, cuidar las relaciones, volver a lo más natural… Y por supuesto, adoptar una respiración de calidad, con el máximo de conciencia y libertad posible, el resto del tiempo que puedas estar sin mascarilla. En el fondo, siento que el virus nos está invitando a aprovechar la situación para adaptarnos al nuevo escenario mejorando nuestra calidad de vida.

¿Un mantra para el 2021?

Sencillez y flexibilidad…

Y ya por último, un sueño por realizar…

No soy muy de sueños, pero sí que me gustaría poder vivir en un futuro más cerca de la naturaleza y de mis seres queridos.

Página web de Guiomar Burgos

Conciencia, Confianza, Creatividad, Desarrollo personal, Presencia

Juan Antonio Muñoz: rendirse al corazón

«Si te abres a la vida, la confianza, la calma y el agradecimiento que luego acabas obteniendo no tienen precio»

Hijo de una familia de campo malagueña muy humilde, la emigración de sus padres antes de que él naciera dejó desde bien pequeño en Juan Antonio Muñoz (Barcelona, 1967) la huella de lo que él mismo califica como el síndrome de los desplazados. Después de tener que dejar los estudios siendo bastante joven por necesidades económicas, los retomó más adelante para formarse en informática, lo que le llevó a trabajar como programador en una empresa donde acabó ejerciendo de directivo en el consejo de administración. A finales de los 90 se traslada a Mallorca por motivos laborales y es allí donde empieza a priorizar el latido de la vida, descartando la posibilidad de seguir ascendiendo en su trabajo y pasando a experimentar una serie de cambios sobre su visión tradicional de las cosas. Estas circunstancias le llevan a emprender su propio proyecto laboral y a conquistar una aparente estabilidad en aquellos ámbitos  considerados socialmente como más importantes, pero es cuando aparentemente parece tenerlo todo que experimenta un derrumbamiento interno que pone súbitamente su contador a cero en el año 2007.

A partir de ahí, después del desconcierto inicial y de los interrogantes que se le abren de golpe tras más de 20 años dedicándose a lo mismo, empieza a sentir la necesidad de redirigir sus energías hacia el acompañamiento de personas y la exploración de otros caminos más alternativos. Entra así en contacto con diversas vías de autoconocimiento y desarrollo personal, pero nada le llega a vibrar lo suficiente hasta que el proceso que ya se había desencadenado dos años antes acaba por culminar en una revelación llamada ULU (Un Latido Universal), el inspirador proyecto que lleva abanderando a lo largo de la última década. Un fascinante y original viaje de transformación basado en una serie de conversaciones con valientes que, como Juan, un buen día se atrevieron a trascender los límites de la razón para empezar a iluminar y guiar sus vidas con la brújula del corazón.

Sin guión ni preparación previa, pero con el poder de una confianza que de tan labrada se fue haciendo inquebrantable a lo largo de su elaboración, la película documental con la que nos obsequia Juan (se encuentra disponible para ser visionada en internet) es un gran ejemplo de las mágicas conexiones que se empiezan a tejer cuando decidimos abrirnos plenamente a la vida. Una muestra más que evidente de que, en el fondo, más allá de las aparentes diferencias, todo y todos nos encontramos unidos a un nivel global y esencial. Un mensaje sin fecha de caducidad y más vigente que nunca teniendo en cuenta las circunstancias actuales, cuya manifestación -como el proyecto mismo- sigue palpitando con fuerza, en proceso de constante evolución.

¿Quién es Juan Antonio Muñoz?

Soy una pizca de ese gran misterio que es la vida, una gotita en el océano…

¿Cómo surge el proyecto ULU?

ULU surge de una rendición. Hace diez años me vi inmerso en el caos como consecuencia del agotamiento de una vida estandarizada que dejó de funcionar. Inicialmente me lancé a viajar y a realizar un sinfín de talleres y actividades que podría calificar de espirituales o de desarrollo humano para intentar aliviar un vacío interno que me impedía estar en calma. Y fue volviendo de uno de mis viajes, en una sencilla meditación, que sentí la necesidad de dejarme caer de rodillas e implorar qué es lo que debía hacer… Y la respuesta que me llegó fue la propuesta de realizar una película documental sobre el significado de vivir desde el corazón.

¿Qué sentiste en ese momento de revelación?

Pues la verdad es que no abrí ninguna botella de cava… Al principio lo viví como algo incómodo. Sentí miedo e incertidumbre, algo muy parecido a lo que actualmente están sintiendo millones de personas con las circunstancias que nos está tocando vivir. Pero previamente a recibir esta respuesta, yo ya me había comprometido a hacer únicamente lo que me dijera el corazón. Había decidido no ignorar más a mi voz interna. Así que tenía muy claro que debía ir hacia delante con todas las consecuencias…

¿Cómo se gestó el nombre del proyecto?

Es algo que se corresponde con el espíritu colaborativo que caracteriza la película. Inicialmente, me dejé guiar tanto por la incertidumbre de la inspiración que no tenía ni nombre… Luego lo sometimos a votación entre todos los colaboradores y salió “El Latido Universal”, pero alguien que estuvo presente en una de las primeras reuniones nos lo acabó robando para otra iniciativa con un propósito muy parecido. No obstante, uno de los grandes aprendizajes que me ha ido regalando este proceso es que, si te abres a lo que a cada paso te trae la vida, lo que a primera vista puede parecer un contratiempo se acaba convirtiendo en una confianza, una calma y un agradecimiento que no tienen precio. Fue así como decidimos pasar a llamarlo “Un Latido Universal” y por practicidad lo acabamos abreviando en las iniciales, “ULU”. Y a pesar de que ese nombre no me convencía demasiado, imagina cuál fue mi sorpresa cuando al investigar por internet en los días sucesivos descubrí que ULU significa “segundo nacimiento” en nigeriano. Algo que se correspondía completamente con el proceso que yo sentía que había experimentado y que me sirvió para consolidar ese espíritu de confianza ante todo aquello que nos llega.

¿Qué balance puedes hacer a estas alturas después de una década de camino recorrido con ULU?

Lo resumiría con la palabra gracia. Un sentimiento de gracia que la vida ha ido instalando en mí y que deseo no dejar de compartir allí donde me pueda encontrar.

¿Crees que es algo muy común tener que recibir una sacudida importante de la vida para empezar a replantearse el orden de prioridades?

Por lo que he ido observando, sí que parece ser algo habitual… De alguna manera, siento que hay una especie de relación entre la sacudida que tradicionalmente se solía experimentar con la forma bastante brusca de llegar a este mundo y alguna que otra sacudida que nos puede llevar a sentir después, en otro momento de nuestra vida, una especie de renacer. En mi caso, por ejemplo, sucedió algo parecido con el colapso que sentí tras la separación de mi ex mujer, con la que llevaba 15 años casado. En su momento lo viví como algo terrible, pero con el paso del tiempo empecé a verlo como algo necesario. De hecho, siempre suele ser así… Así que, a día de hoy, siento que cualquier pérdida o situación drástica que experimentemos, sea la que sea, siempre es para bien. Bienvenido sea cualquier dolor temporal si nos acaba llevando a contactar con nuestra esencialidad.

A menudo evitamos el dolor porque lo asociamos inevitablemente al sufrimiento…

En este sentido añadiría que la forma de vivir este tipo de situaciones en nuestra sociedad sigue siendo demasiado infantil.  Y lo he podido comprobar viendo la forma tan distinta que tienen de vivir el dolor algunas comunidades indígenas que he tenido la oportunidad de visitar. Tal y como me dijo en una ocasión uno de los protagonistas del documental, el dolor que nos lleva a evolucionar, bien entendido, lo podríamos llegar a considerar un “dolorcito rico”.

También tuviste que lidiar con un gran dolor a raíz de la muerte de tu hermano… ¿Qué influencia crees que tuvo este suceso en tu proyecto?

Pues ha sido una influencia cuyo alcance y significado he podido entender varios años después del inicio de las grabaciones que acabarían dando forma a la película documental. La muerte de mi hermano tuvo lugar nueve meses antes de mi rendición, pero no fue hasta bastante después que pude ver claramente que, en realidad, la película la estaba realizando mi hermano a través de mí. En la fase inicial del proyecto yo no tenía ni idea de qué iba a hacer con todas esas grabaciones… Hasta que un día apareció inesperadamente en mí el lejano recuerdo de cuando mi hermano llegó una vez a casa para decirnos que, después de mucha indefinición, por fin sabía que quería dedicarse a ser director de cine. Así que cuando volví a recibir esa información sentí claramente que yo era simplemente un mensajero y me debía poner al servicio. Estoy convencido de que la forma en la que poco a poco se ha ido encajando todo como un puzle era algo que estaba en mi destino.  

¿Qué educación recibiste acerca del amor?

En mi casa, las muestras de cariño y ternura eran las mínimas. Mis padres se querían pero su expresión del amor tenía lugar en la intimidad. Así que ha sido la vida la que me ha invitado a salir al mundo para descubrirlo…

¿Has conocido algún sistema educativo que lo priorice?

He conocido varios ejemplos en este sentido, sobre todo en las comunidades indígenas. Como la de la Sierra de Santa Marta en Colombia, donde he podido ver a seres humanos de una determinada edad con una inocencia que ya había perdido de vista… Considero la inocencia como un aspecto que fomenta la inspiración con el todo, como un valor fundamental para que pueda darse un crecimiento desde dentro hacia fuera, un significado reflejado en la propia etimología de la palabra “educar”. Creo que la mayoría de sistemas educativos relegan hoy en día la pureza o inocencia, la esencia en definitiva, en favor de otros aspectos como la productividad o la adquisición de conocimientos a nivel mental.

¿Recibiste algún consejo en esas comunidades para poder seguir su ejemplo?

Allí se siembra y se cuida esa intención como si fuera una semilla, para que acabe dando los mejores frutos. Ahora bien, me gustaría aclarar que los propios miembros de esas comunidades no consideran que el suyo sea el mejor modelo. Simplemente lo hacen así porque para ellos, en su realidad, tiene sentido. Y una de las recomendaciones que me transmitieron fue restaurar los lugares de valor, las personas de valor y las tradiciones de valor de los sitios que habitemos. Esto es lo que a ellos les funciona desde hace miles de años.

¿Consideras que el amor al poder sigue siendo hoy mucho más fuerte que el poder del amor?

Creo que nos encontramos en un momento de transición. Lo compararía al momento en el que una persona va a fallecer. Por circunstancias de la vida, también me ha tocado acompañar a morir a diversas personas… Y en esos procesos he podido comprobar como hay gente que aún se sigue aferrando a sus formas particulares de poder, mientras que otros, aunque no lo hayan hecho en toda su vida, optan finalmente por soltar porque sienten que se tienen que entregar a este movimiento del amor antes de abandonar el cuerpo. No obstante, como todo está unido, en mi opinión, para poder entregarte genuinamente al océano del amor, primero quizás tienes que haber ejercido el poder para llegar a ser consciente del contraste.

¿Te gustaría destacar alguna tradición o figura en particular que sientas que te haya inspirado especialmente a lo largo de tu camino?

Me ha costado un montón de años ser consciente, pero a día de hoy destacaría la figura de mi padre. Fue algo que descubrí en la mesa de edición de ULU, cuando me llegó el impulso de entrevistar a Josep Maria Caralps, el primer doctor que hizo una operación de corazón con éxito en España y que en su día operó también a mi padre colocándole dos bypass. Yo hasta entonces siempre había considerado a mi padre como alguien muy débil, pero en esa entrevista el doctor me confesó que el mérito de que hubiera vivido 21 años más después de su operación no era suyo, sino de mi propio padre y de la fortaleza que le dio el gran amor que sentía por su familia. Esa revelación me sirvió para valorarlo como se merecía y fue así como pasó a convertirse en mi principal referente.  

¿Cuáles crees que deberían ser los ingredientes básicos para pasar a apostar con firmeza a vivir desde el corazón?

Para mí el principal ingrediente debe ser la confianza. Que no deja de ser abrir el corazón a las demás personas, tal y como se desprende de la propia etimología. Esto ha sido lo que yo mismo he priorizado en todas las conversaciones que he mantenido para la película y a estas alturas puedo afirmar que me ha funcionado.

¿A día de hoy, consideras que has logrado afianzarte en el propósito de vivir desde el corazón?

A estas alturas considero que si hubiera tenido que vivir las circunstancias actuales bajo mi personalidad previa a realizar la película documental, no sé si seguiría vivo… O como mínimo, estoy convencido de que me encontraría muy mal, sufriendo mucho estrés y ansiedad. Así pues, no creo que haya conseguido nada en especial ni quiero afirmar haber logrado establecerme en el corazón, pero si siento como algo muy evidente el hecho de que ahora, a pesar de que las circunstancias son mucho más dramáticas que hace diez años, puedo disfrutar el presente como un regalo, con una calma, confianza y agradecimiento que sin duda no podía experimentar tiempo atrás. Y además, cada día que pasa, siento que es mejor…

¿Consideras que puedes ganarte bien la vida en tus actuales circunstancias?

En estos diez años, las dos preguntas que más me han hecho han sido: “¿Cómo puedes vivir sin teléfono?” y “¿Tú de qué vives…?”. Pues bien, la respuesta vuelve a ser la confianza. Tal y como sea tu confianza en la vida, así la vida te va a sustentar. Creo que para mucha gente esta cuestión supone a día de hoy uno de los principales obstáculos y desequilibrios a la hora de atrevernos a saltar al vacío permitiendo así que la vida nos pueda brindar el sustento sin esfuerzo, a cambio de mostrarnos desde nuestro ser auténtico y original. Siento que aún hay demasiadas personas que hoy en día no se dedican a hacer aquello que profundamente aman y por eso me preguntan tanto de qué vivo yo. La confianza es pues un elemento clave y debería ser una prioridad.

Cómo nos llegamos a traicionar a nosotros mismos por el miedo a la escasez…

Actualmente la sociedad se halla tan aislada y dividida que no nos atrevemos a pedir. Cuando yo era pequeño, recuerdo que le podías pedir con naturalidad algo al vecino y te ofrecía encantado su ayuda… Así que si por lo que sea en algún momento llegas a quedarte sin dinero, pide ayuda con humildad y manteniéndote abierto a cualquier tipo de respuesta… Estoy convencido de que con humildad y confianza los recursos tarde o temprano llegan, y muy posiblemente de formas que no te puedes llegar ni a imaginar. Por tanto, es muy importante que en cualquier proceso de transformación nos replanteemos qué tipo de relación tenemos con el sustento.

¿Qué consejo darías a las personas que siguen resignándose a lo que les da seguridad porque aún no han descubierto su verdadera pasión?

Considero que una enfermedad muy extendida en nuestra sociedad actual es que disponemos de todo lo que en el fondo necesitamos para ser felices y no somos capaces de verlo. Hay que dejar de buscar tanto… Y si la vida ahora nos empuja a quedarnos en casa será porque con eso ya nos basta para poder tomar conciencia de ello. Se trata de dejar de correr en múltiples direcciones… De parar y darse de cuenta. Para sentirse realizado no siempre hay que abandonarlo todo, no hay por qué hacer nada especial… Prácticamente cualquier profesión se puede vivir y ejercer de forma espiritual, si de verdad se conecta y se pone la debida intención en ello…

¿Amar el miedo es lo más difícil?

Para mí, miedo y amor son parte de una misma cosa. Tal y como apunta uno de los testimonios que aparecen en ULU, cuando uno decide ir hacia su miedo, genera unas habilidades que son un tesoro. Por tanto, cualquier situación que nos dé miedo, en el fondo no deja de ser una invitación de la vida para poder llegar a sentirnos más plenos.

¿Cómo se fue gestando el proceso de conversaciones con los protagonistas de ULU?

El proceso fue muy sencillo. Únicamente acudí por inspiración al encuentro de la primera persona entrevistada, que fue Federico Mayor Zaragoza. Y sin más guión que la confianza, nuestra conversación se fue desarrollando de forma espontánea hasta el final, momento que aproveché para preguntarle quién debía ser el siguiente entrevistado. Y así, sucesivamente, mediante este procedimiento fue como todo se fue dando.

¿Qué lugar ocupa actualmente la meditación en tu día a día?

El proceso que he ido experimentando con la meditación es muy parecido a cómo ha ido evolucionando también mi concepción de hacer el amor. Años atrás lo vivía desde un lugar muy mental, desde donde iba proyectando mis expectativas… Mientras que poco a poco la cosa se fue convirtiendo simplemente en vivir una experiencia con otro ser humano, permitiendo que sucediera lo que tuviera que suceder… Y con la meditación me ha ocurrido en gran parte lo mismo, de manera que actualmente ya no tiene que ver con un acto aislado y preparado según unas pautas determinadas, sino que lo siento más bien como una actitud mucho más integrada en mí.

¿Cómo vives la crisis medioambiental?

Pues nuevamente con bastante calma y confianza. Tal y como me transmitieron los miembros de la comunidad indígena que visité en Colombia, yo también siento que, junto a la necesidad de acción, el mundo no se va a acabar, en todo caso se va a transformar como sea necesario… A la Tierra en el fondo no le pasa nada y si llega el momento en que tenga que realizar algún movimiento para reajustarse, simplemente lo hará. Asimismo, el papel de aquellos que podríamos considerar como los “malos” en el proceso que se está dando, no deja de ser algo que tiene que ser así para que tarde o temprano se pueda llegar a un equilibrio.

En cualquier caso, ¿estarías de acuerdo en la necesidad de acción acompañada de compasión más que de lucha?

Completamente. Si la persona que va a emprender una acción no lo hace desde un lugar de paz, en el fondo esa acción siento que no sirve. En los tiempos que vivimos, para reencaminarnos hacia la dirección que en el fondo todos soñamos, necesitamos dejar de reaccionar constantemente como hormigas nerviosas. La acción tiene que empezar a producirse desde la calma, la inspiración y la coherencia… Y para ello, primero hay que tomarse un tiempo y parar. Llevamos ya muchos años conscientes de esa necesidad, y seguramente por ello, es por lo que ahora la vida ha decidido pararnos en seco. A partir de ahí, creo que un buen mantra a adoptar sería: “Yo hago lo que sé, lo que puedo, y con eso es suficiente”. Y entendiendo que el acto de hacer, muchas veces, incluye también la necesidad de no hacer por hacer, es decir, de no hacer nada.

¿Qué opinión te merece el hecho de tener que vivir actualmente pegados a una mascarilla?

Considero que muchas de las personas que más tiempo llevan puesta la mascarilla, son las que más miedo llevan en su interior… Lógicamente, el miedo a morir. Actualmente, hay una gran carga de miedo en el planeta, un gran número de gente con una cantidad muy desequilibrada de ausencia de amor y la mascarilla viene a ser como una especie de símbolo que exterioriza esa enfermedad, que en realidad poco tiene que ver con ningún virus…

Es evidente que la situación de pandemia que estamos viviendo puede acentuar los miedos con mucha facilidad, pero ¿consideras que al mismo tiempo también nos puede servir de catalizador para ayudarnos a despertar?

Así es… La humanidad siempre ha pasado por momentos complicados y mucho más de lo que nos está tocando vivir ahora. No olvidemos que, por ejemplo, en el siglo pasado, la población tuvo que afrontar grandes guerras… En cualquier caso, creo que deberíamos aprovechar las actuales circunstancias para salir del infantilismo y empezar a crecer de verdad… Sólo desde la auténtica madurez podremos tomar conciencia de que vivimos en un planeta maravilloso, con más abundancia de recursos a nuestro alcance que nunca… Y de que en el fondo, el gran obstáculo, se encuentra en nuestra forma de relacionarnos, con los demás y con el medio que nos rodea. Pero para mejorar eso, lo que primero debemos mejorar es la relación con nosotros mismos. Ese es el gran reto de nuestra época, que cada ser humano pueda convertirse en maestro de su propia vida sin necesidad de tener que buscar a ningún maestro fuera. Siento que sólo así podrá emerger nuestra capacidad de sustento natural, pudiendo prescindir entonces de la reactividad, la competitividad y la necesidad de pelea con el mundo exterior.

Seguramente habrá quien considere que eso no es más que una quimera inalcanzable…

Yo creo que ya nos estamos dirigiendo hacia allí, y esa meta no es otra cosa que volver al origen. Según mi modo de ver, en cada lugar se irá restaurando esa vuelta al origen de la forma que la vida lo considere más adecuado. Y eso comportará, y ya está comportando, una serie de cambios y transformaciones para que volvamos a ser seres auténticos y originales. Es un proceso inevitable…

Háblanos un poco ahora de tu reciente experiencia en India…

La mayor parte del tiempo lo pasé en Auroville, una comunidad con unas particularidades que en realidad no tienen mucho que ver con la vida que en general se lleva en India, y donde además viví bajo las circunstancias del confinamiento. Ahora bien, realmente se trata de un lugar propicio para hacerte consciente de la necesidad de que cada ser humano se haga responsable de los valores y talentos que ha venido a traer a esta vida. Responsabilidad para que estos valores y habilidades sean mostrados. Una vez más, trasladando el foco de lo externo a lo interno. Y mi experiencia allí también me ha permitido hacer las paces con la parte más material de la existencia; viendo de forma más clara la necesidad de que cada ser humano pueda usar la parte de materia que realmente necesite para llevar a cabo aquello que su propia misión le demande.

Y ya para terminar, ¿qué movimientos va a seguir generando el proyecto ULU?

Por un lado, es muy posible que pueda ver la luz un libro como consecuencia de toda la experiencia que ya llevamos vivida. Asimismo, estamos editando todas las conversaciones para poder ofrecer un contenido añadido a lo que se puede ver en la película documental, con unos mensajes que, a pesar de haber sido registrados hace diez años, resultan increíbles teniendo en cuenta la situación actual… Y en tercer lugar, puedo avanzar también que próximamente realizaremos una nueva acción audiovisual, aunque se trata de algo aún demasiado prematuro como para poder dar más detalles…

Página web de Un Latido Universal

Conciencia, Desarrollo personal, Presencia

Sergi Torres: vivir la vida plena

“Lo que nos ocurre suele ser aquello que nosotros mismos decidimos experimentar”

Fisioterapeuta de formación y con estudios de psicopedagogía, Sergi Torres (Barcelona, 1975) vive volcado con entusiasmo en los últimos años en su faceta de conferenciante y divulgador de una nueva conciencia. Con sólo tres años de edad ya evidenciaba inquietudes existenciales y se hallaba estrechamente unido al sentido profundo de la vida, pero no fue hasta cumplir los 21 que esa semilla eclosionó con gran fuerza para cambiar radicalmente el orden de prioridades y volver a poner lo realmente importante en el lugar que corresponde. Lejos de la solemnidad y el arduo sacrificio que a menudo requieren ciertos caminos de crecimiento personal y búsqueda espiritual, el mensaje de Sergi es tan claro, simple y rotundo que roza lo desconcertante: la vida es felicidad, y si aún no somos felices es porque realmente no queremos serlo.

Con muchos nexos de unión en el fondo con diversas tradiciones y maestros, pero de un modo sencillo, fresco y cercano como pocos, sus propuestas van sobre todo dirigidas al corazón de todas aquellas personas que, dispuestas a tomar las riendas de su propia felicidad, están abiertas a desprenderse del miedo que nos produce la profunda transformación de nuestra mentalidad. En esta línea, Sergi Torres ha publicado diversos libros y ha sido la fuente de inspiración de la película “Yo, libre. Un viaje al instante presente”, que tal y como sucede con muchas de sus características y reveladoras charlas, puede verse gratuitamente a través de Internet.

¿Quién es Sergi Torres?

Sergi Torres es mi espacio de aprendizaje. Alguien que en algún momento de su vida se da cuenta de que la forma en que había vivido hasta ese momento era sólo una opción y no lo que se suponía que era… A partir de ahí, se abre todo un espacio de redescubrimiento constante de quién es Sergi Torres. Por tanto, ante esta realidad de cambio constante, siento que no tiene mucho sentido definir quién soy…

Empezaste muy pequeño con las inquietudes existenciales…

Es como si hubiera habido dos partes en mi vida. Por un lado, estaba el Sergi que iba al colegio y se relacionaba con sus padres y amigos, y por otro, el Ser que daba lugar a eso… Tengo recuerdos de una conexión con lo esencial y también, sintiéndome parte de este mundo, recuerdo que me hacía preguntas del estilo: “¿Quién he sido antes de ser Sergi?”. De muy pequeño tenía la sensación de que podía parar el tiempo y sentía que estaba llamado a transmitir ese conocimiento… La conciencia de ese Ser empezó a difuminarse en el momento que empecé a preocuparme por aprobar exámenes o a centrar mis esfuerzos en aprender memorizando cosas. Siento que mi conciencia se pasó de frenada al entrar en contacto con la faceta más racional de la persona.

¿Qué te ocurrió a la edad de 21 años?

Yo lo describo como una especie de volcán. Estando ya en la universidad, llegó un momento en que todo aquello que había ido quedando sepultado por mi personalidad y por mi forma racional de entender la vida, de repente resurgió de forma abrupta a la superficie. Fue así como empecé a recordar aquello que me era tan familiar y conocido cuando era pequeño, en un contexto en el que todo eso era opuesto o muy extraño. De esta manera, mi contexto cotidiano se vino abajo; perdí a todos mis amigos, mi familia no entendía qué me pasaba… y yo creía que me estaba volviendo loco.

¿Hubo algún suceso en concreto que desencadenara ese proceso?

Hay un suceso que no suelo contar para no generar confusión. Es decir, no fue únicamente el suceso el factor desencadenante, pero en parte sí. Me hallaba en un momento en el que cada vez estaba más interesado en cosas distintas a lo que me habían enseñado cuando fui a un taller de una de las médiums más reconocidas del mundo, Marilyn Rossner. Allí tuve una gran experiencia y algo se abrió de forma descontrolada…  Se disparó mi estado de percepción y los recuerdos de aquel contacto con lo esencial empezaron a sucederse como mares de lava. En el fondo, siento que era el momento de que aquello ocurriese y ocurrió de esa manera. La forma no es tan importante…               

Vivimos en un mundo lleno de impulsos y con infinidad de propuestas para todos los gustos, pero parece que no acabamos de encontrar el sentido… ¿Tan difícil es encontrar la verdadera paz?

Según mi propia experiencia, superficialmente llegué a descubrir que había un patrón o una inercia, pero no me conformé con ello, pues limitarme a la conciencia de ese patrón aún me hacía sentir que yo no podía hacer nada… Fue así como seguí investigando y me di cuenta de que lo que alimentaba esa inercia era el miedo a algo distinto. Las experiencias profundas que volvía a experimentar daban un vuelco a esos patrones y al mismo tiempo venían acompañadas de una gran sensación de inestabilidad, ignorancia y miedo. Fue así como me di cuenta de que no era difícil, sino que yo mismo era el que lo hacía difícil por miedo a que ocurriera. En el fondo, somos nosotros mismos los que estamos detrás dificultando nuestra propia liberación. En realidad, el encuentro con la paz es muy simple; sólo se trata de una visión sostenida con una voluntad férrea. Esa voluntad a menudo no existe justo por el miedo a que ocurra esa paz que transforme completamente mi mundo.                                         

Queremos ser libres, pero al mismo tiempo nos boicoteamos la libertad. Una gran paradoja…

Así es. Las paradojas no tienen movimiento en sí mismas; la solución de la paradoja no genera una conclusión que genere un movimiento. Por eso los seres humanos tampoco nos movemos. Puede parecer que evolucionamos, que la tecnología es un gran avance… pero en el fondo es falso. Seguimos anclados en el mismo punto de conciencia precisamente a causa de esa paradoja; el quiero y no puedo porque en realidad no quiero.

En el fondo no somos verdaderamente responsables de nosotros mismos…

Esa responsabilidad, primera y última, es básica. Hay muy pocos seres humanos hoy en día que estén abiertos a responsabilizarse completamente de su historia personal. Aún hacemos demasiada bandera del victimismo…

¿Cómo definirías la conciencia?

Sé que la conciencia, desde la perspectiva humana, no es clarificable… Cuando pasas a ser parte de la Conciencia Universal, las definiciones desaparecen. Muchas veces, desde la perspectiva humana más corriente, se asocia ser consciente a un cierto inmovilismo y pasotismo respecto al mundo, cuando en realidad es justo al revés; la conciencia esencial es pura creatividad constante. El enfoque mental-racional no sirve de mucho… No soy yo el que llega a ser consciente de esta creatividad esencial, sino que es ella la que despierta en mí.

¿Cómo vivir centrados, más acorde a nuestra esencia, en una realidad alienante y con una mente llena de niebla?

A menudo no tenemos los recursos necesarios, pero siempre nos queda la voluntad. Todo lo que yo experimento parte de un origen, y ese origen es mi esencia. Quizás yo no puedo ser consciente de mi esencia, pero sí de sus efectos; lo que pienso y siento a cada momento. De esto sí que puedo ser consciente y trabajar con ello. Así pues, si con voluntad, yo decido aceptar cómo soy, cómo siento, cómo me veo y lo que pienso, entonces estoy aceptando la esencia. Esta aceptación es lo que me permite viajar a través de los pensamientos y las emociones hasta llegar a su origen. Mientras que, normalmente, para querer llegar a esa conciencia esencial, acostumbramos a rechazar los pensamientos y emociones que creemos que nos lo impiden, y así, es como nos alejamos de nuestra esencia.

¿Para estar en paz, hay que hacer las paces con todo?

Así es, pero sobre todo tenemos que tener en cuenta que estar en paz no es una técnica ni un método, es una decisión. Quizás no disponemos de muchos recursos, pero sí que podemos entrenarnos y prepararnos para tomar con firmeza esa decisión.

¿Qué relación tienen la felicidad y el sufrimiento con la vida?

La vida, en esencia, es felicidad. Cuando pierdo esta conciencia, olvido lo que es. Este es el estado mental generalizado de los seres humanos. Así, nos hemos inventado otra felicidad, pero que en el fondo nos hace sufrir, porque cuando la alcanzo, sufro por retenerla o sufro por perderla. Esto hace que la felicidad, tal y como la entendemos a menudo, sea tan voluble, imperando el sufrimiento. No se trata de que seamos felices, sino que somos felicidad… Hemos llevado la felicidad a un ámbito emocional, un espacio muy inestable y volátil, especialmente hoy en día. Por tanto, cualquier cosa que logre alcanzar desde el ámbito emocional, ya sea paz, ya sea amor emocional, en algún momento me va a llevar inequívocamente a sufrir. Siempre sufrimos hasta que utilizamos el sufrimiento para darnos cuenta de que, en esencia, es felicidad. Ahí vuelve a aparecer otra vez la gran paradoja…

La vida como felicidad… ¿Cómo explicárselo a los que más sufren?

Es imposible. En el 1213, sólo se podía hablar de que la tierra no era plana con aquellos que estaban abiertos a plantearse otra visión. Así, hoy en día, sólo puedes plantear la salida al sufrimiento, es decir, que el sufrimiento, en esencia, sólo es felicidad mal comprendida, a aquellos que están abiertos a tener una perspectiva distinta de su sufrimiento. Muy pocas personas hoy en día están dispuestas a ello. El sufrimiento se suele ver a menudo como algo nuestro, y así, inconscientemente, lo poseemos, nos aferramos a él. Sería como un osito de peluche hecho de cristales y clavos, pero que nos ha acompañado durante toda nuestra vida.

¿Buscando la felicidad la postergamos?

Buscar la felicidad significa necesariamente que no soy feliz. Por tanto, cuanto más la busco, más confirmo que no lo soy. Tenemos miedo de darnos cuenta de que lo que estamos sintiendo justo ahora es felicidad mal comprendida porque esto nos hace experimentar una cierta forma de felicidad, y también hace que nos demos cuenta de que hemos estado equivocados toda nuestra vida en nuestro camino de búsqueda de la felicidad, en el que tanto hemos sufrido y tanto hemos hecho sufrir a los demás. Esto nos acaba llevando hacia la pura honestidad y depende, de nuevo, de una decisión.

¿Qué diagnóstico puedes hacer del contexto de crisis?

En primer lugar, hay que recordar que tenemos el poder de ejercer esa decisión de ir más allá de nuestra personalidad para residir en el Ser. Desde ese espacio, te das cuenta de que no somos seres sociales, ni culturales, ni económicos… Ver esto, te hace ver también que no estás en crisis ni has entrado nunca en ninguna crisis. Simplemente, estás viviendo experiencias. Usar nuestro poder para intentar salir de las crisis o cambiarlas, implica que tengo que sacar mi poder de esa decisión de estar en la esencia para caer igualmente en las redes de ese conglomerado de creencias, moral, etc…

¿Se podría decir que toda lucha es una huida hacia delante?

Cuando llegue el día en que un gran número de seres humanos logre dar ese paso adelante para no identificarse con ninguna estructura externa, la sociedad, la economía, la cultura, el arte… adquirirán su máximo exponente porqué será lo más esencial lo que se expresará a través de estos canales sin interferencias.

¿Por qué tenemos tanto miedo y cuesta tanto reconocerlo?

Tenemos miedo del miedo porque es la puerta a la paz, a lo esencial. En el momento en que una conciencia deja de ser consciente de su felicidad o de su presencia, la primera sensación que surge es el miedo, y es embarcándose en ese miedo que uno empieza luego a tener miedo del miedo. La manera de que esto empiece a disolverse es dando espacio a las emociones, ya que detrás de toda emoción podemos encontrar siempre trazas de miedo. Si en lugar de huir de lo que siento me dirijo hacia ello encontraré el gran pánico de la conciencia humana; no saber quién soy y por qué estoy viviendo la vida que vivo. Si a partir de ahí, consigo dar un paso más, el gran paso, alcanzaré la ausencia de miedo; la paz perfecta.

Es un proceso en el que tenemos que afrontar un cierto tipo de muerte…

Así es. Se trata de desprenderte de algo que crees que eres tú y que además, a menudo, se suele creer que sólo eres eso… Para el inconsciente, pasar a ser consciente es como un suicidio.

¿Hay algún método para lograrlo?

Hay un método universal, que además es excepcional y bajo mi punto de vista es el único: la vida de cada uno. La vida particular, vivida realmente, plenamente, te lleva a la salida del sufrimiento. Así pues, en el fondo se trata de algo lógico y simple, nada difícil. No es algo que yo tenga que hacer porque la vida ya tiene lugar, sino simplemente, tengo que dedicarme a vivirme.

¿Viviendo de esta manera se sana el inconsciente? ¿Deja de ser necesario, por ejemplo, el psicoanálisis?

Cualquier situación particular, sea la que sea, vivida con plenitud, puede llevar a la liberación. De esta manera, una persona que lleva varios años realizando una terapia psicológica, si pasa a vivir esta circunstancia de manera plena, implicándose realmente al cien por cien, seguramente conseguirá dejar de necesitarla. Parece ser que el método de aprendizaje que más elegimos es el sufrimiento, así que mejor aprender de él cuanto antes para poderlo abandonar. Cuando consigo vivir plenamente mi sufrimiento, éste empieza a desaparecer…

Se suele decir que el amor es el mejor antídoto para el miedo, pero ¿qué hacer cuando amar también da miedo? ¿Cómo amar de verdad?

A menudo se tiene la sensación de que cuando consigamos alcanzar el amor, visto como algo externo, entonces mi miedo desaparecerá. Pero no es así. Mi miedo ya es una forma de amor, muy desenfocada quizás, pero si yo me abro a sentir mi miedo, lo estaré aceptando y podré amarlo; por tanto, ese gesto es lo que me lleva a sentir que mi miedo en el fondo es amor. Una vez más, no hay nada alcanzable porque ya somos todo. Cuando te das cuenta de que dentro del mismo miedo está el amor surge una carcajada, pues te das cuenta de que los motivos por los cuales has estado buscando toda la vida, ya eran en sí mismo los resultados de eso que tanto buscabas.

¿Nuestra interpretación de la realidad es muy limitada?

Sólo con que sea un poco sesgada, a lo que miramos ya no le podemos llamar realidad. Por tanto, no se trata de que la malinterpretemos, sino que directamente no la vemos. En el momento en el que no vemos completamente la realidad, estamos completamente ciegos, aunque puedas pensar que estás sólo un poco ciego. La Conciencia Absoluta es absolutamente radical; o ves o no ves, o es real o no es real. No admite las medias tintas que tanto nos gustan a los seres humanos…

¿Cómo podemos aprender de los conflictos?

El punto clave es tomar la decisión de dar la bienvenida a todo lo que llegue, sea lo que sea. Eso no quiere decir que tenga que estar contento o agradecido de un conflicto, pues puedo estar muy asustado o muy rabioso, pero al darle la bienvenida puedo ver desde dónde se origina mi rabia o mi miedo. Entonces puedo utilizar el conflicto como método para descubrir la esencia de mis emociones. Al final, lo que nos ocurre, suele ser aquello que nosotros mismos decidimos experimentar.

¿Cómo aprender a vivir la vida plenamente?

Hay que volver a lo esencial. Todo lo que yo digo no tiene la intención de que sea comprendido. No hay varias formas de abordar esto. Si estás realmente dispuesto a comprender tu vida, todo lo que ocurra en ella puede ser fantástico para alcanzar ese propósito. Si no estás dispuesto, no hay nada que se te pueda dar que puedas usar para ello. Más allá de si una persona tiene o no recursos suficientes para comprender su vida, para mí, lo realmente importante, es si quiere o no.

¿Qué pasa cuando creemos que queremos pero acabamos tropezando siempre con la misma piedra en forma de dificultades?

Eso es un claro indicativo de que en realidad no se quiere. A menudo, una de mis tareas más arduas es mostrar a las personas que piensan que quieren vivir plenamente, que en realidad no lo quieren. Al final, el truco para saber dónde estamos posicionados es muy simple… Sólo tenemos que preguntarnos honestamente: ¿Soy plenamente feliz? Si ves con honestidad que no eres feliz, automáticamente ya sabes que realmente no estás queriéndolo ser, pienses lo que pienses al respecto. Cuando le pedimos al Ser que mire directamente a la personalidad, la respuesta es demoledora porque el Ser no ve personalidad…

¿Sin aceptación no se puede seguir adelante?

Es un requisito básico. Si mi vida es el lugar en el que aprendo, ¿qué sentido tiene rechazarlo?

¿Qué otros requisitos de los que han ido saliendo son pues imprescindibles en el método hacia una vida plena?

Para mí, es básico partir de la aceptación, la honestidad y la responsabilidad. De ahí, surge la voluntad. Mi voluntad no puede ser verdadera ni poderosa si no tengo esa base estable como punto de partida.

¿Cuáles han sido tus principales fuentes de inspiración?

En mi vida ha habido maestros, enseñanzas, libros… que mientras los iba siguiendo yo creía que eran “la vía”. Pero cuando descubrí lo que hay detrás del velo perceptual, me di cuenta de que todo esto no tenía ningún significado especial; no era nada distinto a cualquier situación corriente en la que mi método o maestro real sigue siendo la vida y lo que ocurre en el presente. Podríamos decir que tengo mi propio currículum espiritual pero al final me he dado cuenta de que no sirve de nada. Ahora bien, fue necesario pasar por ahí para darme cuenta de que en el fondo no servía de nada. No se trata de rechazar nada, sino de ponerlo todo en el mismo lugar. Mientras busques, encontrarás guías… Así que la pregunta es: ¿Qué hago yo con esos guías? Si no estoy muy atento a esto, me puedo acabar montando toda una película espiritual con el mismo final de siempre.

Háblanos de la influencia del libro Un Curso de Milagros

No suelo mencionarlo porque en el fondo creo que es algo muy individual. Llegó un día en el que descubrí que Un Curso de Milagros no era un simple libro de tapas azules, páginas finas y mucha letra, sino que era una puerta que si la cruzaba podía convertir el libro en cualquier persona, cosa o situación. En realidad, cualquier cosa puede enseñarte lo que este libro muestra; que estamos ciegos perceptualmente, que el mundo no existe tal y como lo vemos y que la herramienta clave para conseguir salir de todo esto es perdonar, que en última instancia, se trata de ejercer la voluntad de soltar.

¿Qué podemos esperar de esta nueva era en la que hace poco se supone que hemos entrado?

Si uno quiere aprender a conducir, le da igual si hace sol, frío, llueve o está nublado. Simplemente se monta en el coche y ya está. El encuentro con el Ser es algo tan genuinamente personal e individual que, finalmente, no hay contexto que influya en ello. El contexto sí que te puede ayudar a tomar el poder de decisión para alcanzarlo, pero en realidad es la voluntad y no el contexto lo que de verdad nos hace libres. El contexto, por sí solo, nunca nos va a liberar.

¿Qué valoración puedes hacer del proyecto Yo, libre?

Para mí es una muestra más de que cuando no interfieres, las cosas ocurren. Desde el primer día de este proyecto, pude comprobar cómo su proceso, hasta hoy, responde a una serie de mecanismos que uno desconoce… Yo, lo único que he hecho al respecto, es ofrecerme, ponerme en juego sin interferir. Eso es lo que hemos hecho desinteresadamente cada uno de sus miembros. Disfrutándolo a cada instante y sin expectativas, ha ido siguiendo su curso. Sinceramente, las críticas, ya sean positivas o negativas, no nos interesan demasiado… Las agrademos todas, pero lo que de verdad nos llega al corazón es que una persona nos escriba diciéndonos que le ha cambiado la vida. Al ver la película, ciertas personas se han podido dar cuenta de que ellas tienen el poder de tomar la decisión para vivir una vida plena.    

¿Algún mensaje de esperanza más para terminar?

Lo único que puedo añadir es algo que me digo a mí mismo; se terminó el tiempo para la esperanza porqué ha llegado el tiempo de la verdad. El tiempo para despojarnos de máscaras, disfraces… y dedicar nuestra vida a estar en ese Ser, ya sea en forma de ira, agradecimiento o paz inconmensurable, no importa. No hay diferencias al final.

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Daniel Odier: el éxtasis cotidiano

«El tantra parte de la aceptación total de la vida»

Gran conocedor de diversas tradiciones espirituales como el budismo o el zen chino, Daniel Odier (Ginebra, 1945) es sobre todo conocido por ser uno de los escasos divulgadores del genuino tantra en Occidente. Después de varios años de incesante búsqueda de un camino que no excluyese el pulso de la pasión vital del anhelo de aspiración divina, su vida cambió para siempre a manos de una dakini del Himalaya, una maestra tántrica shivaíta que, prueba tras prueba, le instruyó en el más elevado de los conocimientos, el amor absoluto por la existencia que conduce a la libertad del ser (proceso que recoge en su libro Tantra, la iniciación de un occidental al amor absoluto). Consciente del gran valor de las enseñanzas que le fueron transmitidas, Odier ha dedicado los últimos años de su vida a plasmarlas por escrito en sus libros y a compartirlas también en numerosos cursos y seminarios por todo el mundo. La siguiente entrevista nos ayuda a comprender mejor la auténtica -y a menudo confusa- esencia del tantra, a través del cual Odier nos invita a vivir sin restricciones nuestro cuerpo y nuestras emociones para abrazar la magia de la presencia que anida en lo cotidiano.

Define el tantra en pocas palabras…

Es una vía mística no dual procedente de Cachemira en la que el cuerpo tiene una importancia capital. 

¿Por qué es sinónimo de Amor absoluto?

La visión del tantra es que nada está aislado. Todo está vinculado porqué la conciencia se encuentra en todas partes. Toda materia es conciencia y vibración, nuestro cuerpo también… Nada es fijo y podemos entrar en relación con la conciencia y la vibración de todo lo que nos rodea. El tantra original no tiene nada que ver con el concepto de sexualidad neo-tántrica que se puede tener actualmente, es algo mucho más amplio… Mi maestra Lalita Devi solía decirme: “Dame una razón para no estar haciendo el amor con todo las 24 horas”. Obviamente, se refería a vibrar constantemente con todo. 

¿Qué destacarías del tantrismo shivaíta de Cachemira respecto a las demás tradiciones?

Es la fuente del tantrismo. Se originó en el valle del Indo y se extendió a Cachemira, alcanzando prácticamente toda Asia: China, Tíbet, Indonesia, sur de la India… y adaptándose a cada cultura que encontraba. Esto lo hace cercano a las diferentes formas de tantrismo, como pueden ser por ejemplo el tibetano, más mágico y chamánico, o el chino, más próximo al taoísmo y al zen. Esta permeabilidad, lejos del marcado acento de una única cultura, posibilita que su filosofía pueda ser más fácilmente entendida por los occidentales.

¿El tantra es sólo para unos pocos?

El tantrismo, en sus orígenes, estaba planteado para poder llegar al máximo número de personas posible; a gente humilde y sencilla, y también a gente con más formación y cultura. No obstante, al tratarse de una vía tan revolucionaria también es cierto que a la postre acaba resultando demasiado para mucha gente… Su planteamiento teórico es muy sencillo, cualquiera lo puede entender, pero luego, a la práctica, es una bomba. Podríamos decir que es como un anarquismo espiritual que desmantela cualquier cliché.

Aparentemente el yoga tántrico parece bastante diferente al que más conocemos en Occidente…

Ciertamente no es un yoga postural. Su expresión física es la llamada danza Tandava, cuyo objetivo es que el cuerpo se vuelva uno con la totalidad, a semejanza de la danza sufí. Se caracteriza por su lentitud, que posibilita que el discurso mental se vaya calmando. Pero en el fondo no hay mucha diferencia…  En el Vijnanabhairava tantra, Shiva revela que el significado del yoga es ser uno con la totalidad y da hasta 112 vías posibles para llegar a esa unidad. Todas ellas confluyen en un mismo punto, la presencia. En definitiva, si consigues volverte uno con cualquier cosa que estés haciendo, ya sea beber un vaso de agua, pintar un cuadro o escuchar música, podrás ser uno con la totalidad.

¿Es verdad que las posturas de yoga son una evolución de la danza tántrica?

Así es. Se dice que fue a partir de las posturas que adoptaba  el cuerpo durante la danza que surgieron las asanas…

¿Consideras adecuado concebir el yoga como una práctica para trascender el cuerpo?

En las tradiciones espirituales suele haber dos grandes vías; una que tiende a negar el cuerpo, a querer separarse de él, y otra, que sería la de la tradición tántrica, que por el contrario considera que el cuerpo es una herramienta maravillosa y que las emociones son también muy importantes. Para mí, la tendencia más natural es la tántrica; si se le presta la debida atención, el cuerpo siempre tiende a manifestar un impulso natural de unión con la totalidad, de la misma manera que un bebé siente curiosidad y quiere acercarse a todo. En el fondo, su lenguaje es muy sencillo…  

¿La vía tántrica ayuda a trasladar el yoga a la vida cotidiana?

Sin duda, su papel es muy importante… El tantra parte de la aceptación total de la vida. Se podría establecer un cierto paralelismo con el arte; hay tradiciones espirituales que lo consideran un mero entretenimiento mundano sin importancia, cuando en realidad el acto de crear nos permite claramente vibrar. A través de la expresión de la emoción artística uno también puede comunicarse con la totalidad. Para mí, todo lo que nos pone en vibración, cualquier cosa que hace burbujear a nuestro cuerpo, es yoga. Lo sensorial también es yoga.

Hay practicantes que le dan tanta importancia al cuerpo que quedan atrapados en la vanidad…

Por descontado, el cuerpo también puede ser convertido en un fetiche. Es verdad que la obsesión por la homogeneización, por limar todo aquello que no se considera adecuado, puede comportar una desvirtuación de lo que es natural en nuestro cuerpo. Hay algunas escuelas que incluso defienden que las mujeres ya no deberían tener la menstruación para estar totalmente dentro del yoga… El yoga tántrico no busca muscular el cuerpo, sino relajarlo, huyendo de cualquier tipo de esfuerzo en busca de una mayor conciencia. La sustitución del esfuerzo por la conciencia es un rasgo claramente femenino…

¿Por qué en el tantra es tan importante la feminidad?

Porque es quien tiene el poder. Energéticamente, el tantra nos considera seres andróginos, mitad hombre y mitad mujer. Shiva y Shakti. Ambas mitades se necesitan y son complementarias. La tradición tántrica se basa en un diálogo constante entre Shiva y Shakti, ambos se enseñan mutuamente. El yoga busca despertar en ti tu otra polaridad para conseguir la armonía. Shiva, lo masculino, representa la arquitectura del Cosmos, y Shakti, lo femenino, el poder que le da armonía. La filosofía del tantra pone nerviosos a muchos hombres porque les cuesta renunciar a su poder y reconocerlo en la mujer.

¿La presencia es el antídoto a todos nuestros problemas?

Sobre todo es un antídoto para remediar la actividad de la mente. La presencia es silenciosa y cuando en nuestra mente reina el silencio no hay perturbaciones. Siempre que no hay discurso mental, todo está bien.

En cambio pensamos compulsivamente y nos dispersamos tanto hablando…

Lo mental, tal y como lo vivimos, es como un mal periodista deportivo que no sabe dónde está la pelota y no deja de hacerse preguntas… Los yoguis tántricos no son idealistas, sino unos grandes observadores del ser humano que se interesan científicamente en cómo funciona. Así observaron que a la mente no le gusta nunca que le impongan lo que tiene que hacer… Esto explica porqué hay tanta gente que se siente perturbada durante la meditación y muy relajada en la terraza de un café. Lo mental puede agitarse con sólo ver el cojín de meditación e intuir que va a tener que estar en silencio por un tiempo. 

¿Cómo acceder a la presencia sin esfuerzo?

Para remediar el exceso de actividad mental, recomiendo unas “micro-prácticas” indicadas tanto para principiantes como para practicantes consumados. Consisten en breves actos de presencia de unos pocos segundos pero efectuados con frecuencia a lo largo del día. Es algo al alcance de cualquiera que permite descubrir que en el fondo la presencia es sinónimo de placer. Una vez nuestro sistema lo asimila, la tendencia a mantener esta actitud se vuelve mucho más sencilla y natural.

Estamos tan atrincherados en la seguridad del pensamiento que aún hay mucho miedo a sentir…

El miedo se produce porque a menudo uno no sabe hacia dónde le va a llevar el dejarse sentir. El cuerpo no entiende de límites y restricciones, es lo mental lo que siempre nos dice esto sí, esto no, por aquí sí, por aquí no… En el fondo, el yoga tiene mucho que ver con perder el control. Por ejemplo, en la danza tántrica no eres tú el que está bailando sino que es la danza la que baila a través tuyo…

¿Cómo nos deberíamos relacionar entonces con la emociones?

Viviéndolas total y completamente… ¡A por todas!

¿Hasta qué punto es bueno expresarlas? ¿Lo debemos hacer a cualquier precio?

El precio que se paga es muy bueno… Si dejas a una emoción expresarse totalmente no se queda por demasiado tiempo en tu cuerpo. Las emociones dan mucha energía a tu sistema. En el Vijnanabhairava tantra Shiva nos dice que todas las emociones son iguales. También las emociones consideradas “negativas” son importantes, ya que nos permiten vivir las cosas al cien por cien. No puedes sentirte celoso sólo al 63 por ciento… En cambio, las emociones positivas a menudo suelen ir acompañadas de un “pero”, creemos que aún pueden ser mejores. Si te dejas vivir una emoción negativa en toda su intensidad puedes llegar a un estado de éxtasis…

Qué fácil parece y sin embargo cuánto dolor genera quedarse apegado a una emoción…

El conflicto se presenta cuando es la mente la que quiere vivir o explicar la emoción, y a menudo no la deja partir. La mente fomenta la repetición de la emoción, le da una falsa duración contraria a su naturaleza. Un buen yogui tiene mil emociones más que una persona convencional porque no cae en esta repetición; entra, las atraviesa y sale… ¡Es excitante!

¿Es imposible llegar a la presencia sin trabajarse primero la aceptación y la ausencia de culpabilidad?

La ausencia de culpabilidad es lo más importante. La culpabilidad es el gran obstáculo en cualquier proceso de búsqueda espiritual. Hay que ser conscientes de por qué fallamos en algo pero sin dar lugar a la culpabilidad. Si partimos de la concepción de que todo está vinculado, entonces cualquier error o cualquier logro forman parte por igual del equilibrio de un todo. Así, por ejemplo, si tiramos una taza de café, tenemos dos opciones; sentirnos mal o bien reconocer que gracias a este acto el Cosmos está en armonía… Desde el punto de vista universal no hay errores, sino una simple falta de presencia. Por descontado que esto no es nada fácil, ya que la culpa está culturalmente muy arraigada en nuestra sociedad, es la base de la religión en Occidente… Poder ver las acciones simplemente como algo que has logrado o no, cambiar gradualmente la obligación por la espontaneidad, supone un gran paso.

¿Antes de ponernos a meditar deberíamos empezar por pararnos más a menudo a respirar?

La respiración es la clave para el equilibrio emocional, y para ello hemos de dar cabida también a cualquier emoción. Cuando nos resistimos a alguna, la respiración se modifica. Al reprimir la emoción todo se bloquea. Podríamos decir que la respiración es la única cosa en la que todas las escuelas espirituales están de acuerdo… Aunque luego se peleen para establecer cuál es la correcta. Tenemos que volver a aprender a respirar tal y como lo hacen los animales y los bebés, relajando la musculatura abdominal con cada inhalación y dejando que toda la columna vertebral se vea involucrada. Los primeros yoguis estaban fascinados por los tigres, observaban cómo respiraban y se movían y los empezaron a imitar…

Les gustaba fluir…

Así es. Hay que recuperar la fluidez del cuerpo y las emociones, pero también del pensamiento. Tenemos que darnos cuenta de la importancia de relajarlo, porque de lo contrario estamos condenados a tener un pensamiento histérico con todo lo que esto conlleva… 

¿El gran trabajo es darnos cuenta de que ya estamos completos?

Los tántricos siempre han apostado por darle la vuelta a la búsqueda, llevándola del exterior hacia el interior… Puedes pasar años buscando cualquier cosa en el exterior, ya sea un gurú o un Dios, para que te traiga la tranquilidad, pero cuando alcanzas la auténtica madurez te das cuenta de que lo que en realidad estás buscando eres tú. Todo está ya aquí, en ti… Lo único que puede hacer un maestro es hacerte ver que ya lo tienes todo y que lo puedas entender. La culpabilidad nos hace sentir indignos de albergar lo divino y por eso lo tenemos que proyectar en el exterior.

¿Cómo encajan el deseo, la pasión y la espiritualidad, que es el título de uno de tus libros?

Me gustan los títulos provocativos… Para los tántricos, éstos son conceptos absolutamente integrados. Entrar en cualquier vía, como puede ser la espiritual, necesita de una pasión previa. Aquí no estamos hablando de los deseos más convencionales, sino del gran deseo que se oculta detrás de todos los pequeños deseos: llegar a ser uno con la totalidad. Aunque no seamos conscientes de ello, cualquier deseo particular siempre esconde una aspiración mucho más grande que no puede verse satisfecha a través de ningún logro material.

Existe mucha confusión en la relación entre tantra y sexualidad… ¿Qué papel o importancia debe tener ésta en un camino de conciencia?

Es una confusión fruto de la estupidez occidental. Los auténticos tántricos se ríen cuando escuchan el término “sexualidad sagrada”, ya que para ellos todo es sagrado… Se dice que el tantrismo es sexualidad cuando en realidad ésta sólo ocupa una pequeña parte del camino. Abhinavagupta, un maestro del siglo X, dijo en su día: “Si el tantrismo tuviera que ver con la sexualidad, mi burro sería mi maestro”. La sexualidad, en el tantrismo, no es más que una vía de unión con el todo. No hay que confundir el acto de unión carnal conocido como maithuna con una práctica habitual, pues esto es algo a lo que se llega después de muchos años de trabajo con la presencia. El maithuna es un ritual muy complicado y no revelado en ningún libro… Precisa de tres requisitos: presencia total, silencio mental total y capacidad extática total, y sólo cuando se reúnen estas tres condiciones la vibración sexual puede aportar realmente algo significativo. A menudo, el sexo, como lo conocemos, suele reducirse a dos cuerpos unidos en el caos. Hay “maestros” tántricos occidentales que entran directamente en esta práctica creyéndose que están en el ritual del maithuna y la mantienen durante años de forma perturbada…

¿Cómo relacionarnos de manera tántrica en contextos completamente alejados de esta filosofía?

En realidad, la vía tántrica está concebida para ser practicada en un contexto social. Llevando a cabo las micro-prácticas de presencia cotidiana que he comentado antes, la vida social puede enriquecerse mucho. Con ellas, ganaremos en estabilidad emocional y nuestra vida será más plena. Cuando uno logra dejar el discurso mental en un segundo plano, sólo puede “contaminar” a los demás con su presencia. Además, la relajación y la presencia despiertan la curiosidad en el otro, puede ser un proceso muy contagioso…

¿Cómo fue tu vuelta a la normalidad después de la iniciación tántrica que viviste en el Himalaya?

Básicamente, con la sensación de que todo estaba bien… Los problemas cotidianos ya no lo eran tanto. Aún hoy, cuando me siento muy relajado me gusta recibir alguna perturbación para poner en práctica todo lo que enseño.

¿Con qué imagen o detalle te quedarías de aquella intensa experiencia?

Uno de los momentos que recuerdo con más intensidad es cuando fui arrojado en medio de un grupo de gente con lepra. Yo procedía de una familia conservadora de Suiza y le tenía mucho respeto y miedo a la enfermedad… Sin duda, fue algo que mi maestra captó.

¿Los auténticos maestros están escondidos?

Pueden estar escondidos en cualquier parte o pasar simplemente desapercibidos hasta que uno sufre el “shock” que le conecta a ellos. Para ello, uno tiene que estar dispuesto a ir a por todo, a terminar con su ser superficial sin reservas. Algo realmente sólo al alcance de unos pocos…  

¿Qué consejo de tu maestra nos podrías trasladar para llevar una vida más plena?

Llevar a cabo las micro-prácticas de presencia en el día a día, hagas lo que hagas y seas quien seas, aunque no te encuentres en el camino espiritual.

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