Conciencia, Confianza, Desarrollo personal, Espiritualidad, Presencia

Tew Bunnag: la maestría de la compasión

“Cualquier persona puede aprovechar cualquier práctica espiritual sin etiquetas para transformarse”

A pesar de poseer un máster en Economía por la Universidad de Cambridge, la misión de nuestro entrevistado en esta vida estaba claramente llamada a trascender el plano más tangible y materialista de la realidad. Una vocación que empezó a labrarse a una edad muy temprana, cuando el pequeño Tew Bunnag (Bangkok, 1947) recibía sus primeras enseñanzas budistas de la mano de su niñera en Tailandia, y que siguió modelándose y adquiriendo consistencia un tiempo después, entrando en la veintena, a través de la formación espiritual que le brindaron dos venerables maestros orientales estando ya en Inglaterra, donde se desarrolló su educación. Así, además de irse especializando en meditación budista, el joven Bunnag fue convirtiéndose también en uno de los primeros divulgadores del Taichi en Europa, empezando a ejercer como profesor de ambas disciplinas hacia mediados de los años 70. Paralelamente, siguió adquiriendo conocimientos procedentes de la psicoterapia occidental y desplegando su labor en varios países, España incluido, donde fue invitado a dirigir sus primeros grupos en la década de los 80. Asimismo, desde los inicios de su trayectoria espiritual, Tew acompañó también procesos de duelo y de personas en estado terminal aportando apoyo, recursos y herramientas en la relación con la muerte desde la perspectiva budista.

En 1999, tras varios años de enfermedad de su primera mujer, experimentó un gran punto de inflexión al confluir su muerte con el suicidio de su sobrina y el diagnóstico de Alzheimer de su madre. Una fuerte sacudida vital que le llevó a tomar la decisión de volver a su país, casi tres décadas después, para acompañar el proceso de esta última dejando parte de su familia en España. Y que aprovechó también para empezar a ejercer de voluntario en uno de los primeros hospicios o centros de cuidados paliativos que se creó en Tailandia debido a la expansión del sida y su marginalidad asociada, acompañando en sus últimos días de vida a los niños y adultos afectados con menos recursos.

A raíz de todo el aprendizaje acumulado a lo largo de ese intenso y exigente periodo, su forma de concebir la espiritualidad experimentó una notable transformación evolucionando desde un lenguaje marcadamente budista hacia un ámbito mucho más secular, sobre todo a través de su relación con los niños, a los que siempre ha considerado como grandes maestros libres de cualquier precepto. Junto a esto, nuestro protagonista también destaca como profundamente revelador el gran caudal de enseñanza que le transmitieron muchos de los moribundos a los que tuvo oportunidad de acompañar a lo largo de todos esos años, los cuales, a menudo, con grandes destellos de paz, aceptación y lucidez, le mostraban en primera persona la confirmación de una verdad trascendente a la que él ya había empezado de alguna manera a acceder mediante las lecturas de la especialista occidental Elisabeth Kübler-Ross.

En los años posteriores, Tew aprovechó este valioso bagaje para transmitirlo también en nuestro país, donde su experiencia y sabiduría al respecto han sido cada vez más apreciadas y requeridas en un terreno tradicionalmente muy poco explorado, con mucho aún por recorrer y muchos tabús por romper. Una labor consciente de preparación para la muerte y elaboración integradora del duelo que no ha dejado de intensificarse, y más en el actual contexto de pandemia, y a la que Bunnag no ha dejado de entregarse, en cuerpo y alma y con loable compasión y humildad, poniendo un especial énfasis en la importancia del papel activo que también deben desempeñar tanto los propios pacientes como los cuidadores y allegados que solicitan sus servicios. Para seguir aprendiendo juntos a transitar con plenitud los senderos que llevan a la entrega y fusión con el Gran Misterio, la Fuente de la que todos procedemos y a la que algún día todos volveremos.

¿Quién es Tew Bunnag?

Un canal… Eso es lo que puedo decir a día de hoy. Han sido muchos los Tew Bunnags a lo largo de mi trayectoria, pero siempre ha habido un hilo de consciencia entre todos ellos. Una percepción que fue haciéndose más evidente cuando empecé a entregarme de lleno a mi camino espiritual. Y con el paso de los años, en las diferentes facetas de mi vida, cada vez ha ido habiendo menos de mí como un ser separado. Siento que, progresivamente, el hecho de identificarme con ser Tew Bunnag ha ido perdiendo importancia para ceder espacio a la manifestación de la Fuente, Tao, Dharma o Consciencia, a través de mí.

¿Qué papel ha tenido la muerte en tu camino evolutivo?

Sin duda, el hecho de haber tenido un contacto tan íntimo con la muerte es algo que me ha ido transformando mucho hasta el punto de convertirse en un aspecto muy presente, cercano e integrado en mi vida hoy en día.

¿Y cuál dirías que ha sido tu principal aprendizaje en tu relación con ella?

Me ha aportado una gran perspectiva… Enseñándome a celebrar la vida con mayor profundidad, apreciando su sentido más sagrado.

¿Qué es la espiritualidad para ti?

La humanidad más profunda, la capa más profunda de nuestro ser que nos conecta con todo.

¿En qué consiste su expresión secular?

Considero que se trata de un matiz muy importante. Por un lado, creo que no hay que rechazar las religiones, sobre todo si los valores que te transmiten te sirven para vivir mejor. Ahora bien, por otro lado también es cierto que nos encontramos en un momento en el que cada vez más gente necesita conectar con su humanidad más profunda pero sin querer verse limitada por ningún tipo de lenguaje específico. Estamos hablando de una espiritualidad totalmente libre de barreras y fronteras. Lamentablemente, la historia está llena de ejemplos en los que la religión ha sido causa de separación y conflictos. Es realmente inconcebible que se pueda llegar a matar en nombre de la religión o incluso muchas veces de un mismo Dios… Así pues, ya es hora de empezar a sanar todo esto, conectando con una espiritualidad universal y trascendiendo cualquier tipo de barrera. No hace falta ser taoísta para practicar Taichi… Me emociona poder ser parte de diversos grupos que actualmente trabajan intentando desarrollar este propósito. Cualquier persona puede aprovechar cualquier práctica espiritual libre de etiquetas para transformarse. En este sentido, el movimiento espiritual laico me parece una expresión muy saludable porque apela a este espíritu universal y colectivo sin añadir más separación.

Nos encontramos en un momento en el que cada vez más gente necesita conectar con su humanidad más profunda

¿La religión ha perdido la brújula del amor?

Quizás no la del amor hacia los de nuestra misma condición, pero sí la del amor genuinamente más compasivo.

¿Urge actualizar la concepción de la espiritualidad?

Efectivamente. Seguir lo que marca la tradición ha podido servir de ayuda, pero al mismo tiempo siento que también ha sido un obstáculo para la evolución en muchos casos. El planeta necesita sanar urgentemente y es por ello que hay que aprovechar el momento de apertura en el que nos encontramos para que la espiritualidad se extienda llegando a los perfiles y ámbitos más diversos. Esto nos puede servir, por ejemplo, para dejar de tratar a la naturaleza como algo ajeno que podemos dominar y destrozar a nuestro antojo, empezándola a sentir verdaderamente como algo que forma parte de nosotros y que por tanto tenemos el deber de cuidar. Esta espiritualidad actualizada debe abrazarlo todo, aunque sea algo que choque frontalmente con la competencia, el consumo y el afán de posesión desmedido que caracterizan el egotista sistema capitalista. ¿Cómo podemos estar bien sabiendo que en un mundo de abundancia como el que vivimos cada día sigue muriendo tanta gente de hambre? Es algo que realmente no se puede aceptar…

¿Crees que esa revolución espiritual acabará llevando irremediablemente también a una auténtica revolución política?

A mi modo de ver, la pandemia ha servido para revelar aún más las grietas del modelo imperante y nos está ofreciendo una gran oportunidad para evolucionar, sanar y transformar mediante la integración de los valores espirituales más genuinos. Esto es algo que ya se está empezando a evidenciar claramente en Occidente y que se debe recuperar en Oriente. Hay que tener en cuenta que el consumismo y el capitalismo están basados en un aspecto muy profundo presente en cada uno de nosotros, el miedo a la vulnerabilidad y a la escasez. Cuando en realidad, por mucho que tengas esto no te va a proteger… Es por ello que el covid lo ha puesto ahora tan de relieve. Estamos en un gran momento para abordar también este miedo, gran parte del cual tiene que ver obviamente con la condición de mortalidad que tanto se empeña en rechazar el propio sistema. La revolución de la nueva espiritualidad nos puede llevar también a la integración de la mortalidad, propiciando así que brote la compasión en nosotros al reconocernos como seres que, mucho más allá de la competencia o la separación, nos podemos apoyar y reflejar unos a otros mientras vamos transitando un mismo camino.

El consumismo y el capitalismo están basados en el miedo a la vulnerabilidad y la escasez, algo que tiene que ver con la condición de mortalidad que tanto rechaza el propio sistema

¿Cómo afrontar y transformar el miedo?

El miedo está profundamente instalado en nuestro disco duro como especie, en nuestra biología… Y esta condición se ve además alimentada y reforzada por nuestra cultura, que no deja de promover toda una serie de valores asociados al miedo. Todos los negocios, bancos, seguros, etc., están basados en ello; en retener, en no perder… Por otro lado, en disciplinas como las artes marciales, más allá del papel activo, del gran abanico de movimientos, lo realmente importante es el trabajo interno; eso es lo que realmente te enseña a afrontar eficazmente el miedo, mostrándote también como en el fondo, el miedo y la violencia son las dos caras de una misma moneda. Por tanto, la verdadera intención que se esconde en estas prácticas es aprender a explorar siempre la posibilidad de trascender la violencia y el miedo asociado. Esa es la gran victoria y no los trofeos o la dominación del otro. Conquistar el miedo es posible pero no basta con leerlo en los libros y pensarlo, sino que requiere una práctica constante para observarlo, reconocerlo y finalmente poder llegar a integrarlo. En última instancia estamos hablando del gran miedo que sentimos a vivir con plenitud, algo que inevitablemente incluye también a la muerte. De ahí la importancia de las prácticas espirituales, que tanto nos pueden ayudar a trascender el miedo que tan a menudo nos produce la vida misma, con todas sus sacudidas.

Aprendiendo a dar la bienvenida a las crisis como maestras para el cambio…

En el fondo son un auténtico regalo porque nos ayudan a prestar atención a los miedos que no vemos. Más allá de los obstáculos y valores imperantes, el vínculo con la capa más profunda de nuestro ser siempre existe, y experiencias como la enfermedad o la pérdida tienen la capacidad de despertarnos y conectarnos. Aunque a veces esa consciencia también puede aparecer por sí sola, algo que tiene que ver con el misterio de lo que yo llamo la Gracia y que no puede explicarse con palabras… Puede suceder cuando el Universo decide enviarnos un regalo despertando nuestra visión más profunda en el momento más inesperado. Cualquier momento puede ser bueno para conectarnos con lo esencial, empezando a darnos espacio y silencio para que emerjan cuestiones existenciales básicas, como por ejemplo la pregunta ¿quién soy…? Abriéndonos así a transitar el camino espiritual mediante la evolución y el descubrimiento constante, intentando no caer en la trampa intelectual de creer en cualquier momento que ya lo hemos logrado.

Cuánto ansiamos a menudo dar con esa fórmula o método que nos lo solucione todo…

La necesidad de disponer de recetas con resultados inmediatos, como cualquier otra certeza o seguridad, también nace del miedo. Siempre será mucho más aconsejable mantenerse en una actitud abierta y vulnerable, aprendiendo…

¿Empezar a bajar el ritmo de aceleración al que estamos acostumbrados es uno de los pasos más necesarios?

Totalmente. De hecho, cuando descubrí el Taichi enseguida me di cuenta de que podía ser una herramienta de gran utilidad para la humanidad moderna, ya que, salvo el Yoga quizás, todas las prácticas físicas o deportes están basados actualmente en la rapidez y la avidez por la obtención de un resultado. Mientras que prácticas como el Taichi y el Yoga nos enseñan simplemente a vivir la totalidad del momento, un elemento clave para la sanación y transformación que buscamos. Sin duda, la extensión de la cultura del “fast food” forma parte de la huida de la mortalidad. Por el contrario, cuando una persona puede vivir una fase terminal desde la integración y la aceptación la percepción del tiempo empieza a cambiar completamente, pasando a vivir y a apreciar cada momento, cada pequeño detalle, con gran plenitud. Y es así como emerge la consciencia de que lo realmente importante no es alargar nuestra existencia a cualquier precio, sino aprovecharla en toda su profundidad. Instalados en la prisa es muy fácil perderse el trasfondo mágico de la vida.

Instalados en la prisa es muy fácil perderse el trasfondo mágico de la vida

¿Quién consideras que contribuyó a prender la llama de la espiritualidad en tu interior?

Podríamos decir que mi niñera, practicante budista, fue mi primera gran maestra. Fue ella la que me inició en la práctica de la meditación desde muy niño y me transmitió valores como el gozo de dar, el respeto por cualquier forma de vida o el poder del agradecimiento. En aquella época y a diferencia de lo que sucede en la actualidad, donde prima principalmente el materialismo, en mi cultura el budismo estaba muy integrado en el día a día. Y eso ayudaba a sentir desde una temprana edad que existía algo más aparte del plano tangible de la realidad. Además, también tuvieron una influencia muy relevante en mí dos maestros en especial; un lama tibetano que conocí en mis tiempos universitarios en Inglaterra, Trungpa Rimpoché, y el que fue abad de un templo budista en Londres, Dhiravamsa, recientemente fallecido, quien me formó como profesor de meditación y me animó a trabajar a su lado.

¿Cuáles han sido otras de tus principales fuentes de inspiración?

Ser padre, la responsabilidad de cuidar a otros, el amor en todas sus facetas… Los niños y su capacidad de descubrir… La naturaleza y sus ciclos… Los errores… En definitiva, la Vida misma en su totalidad, con todos sus momentos y detalles. Desde los inicios de mi camino he sentido de forma muy clara que no hay que establecer ninguna separación entre la vida terrenal y la espiritual. Todo está íntimamente relacionado.

Qué gran reto la integración de la espiritualidad en lo cotidiano…

Para mí la espiritualidad es sinónimo de sencillez y naturalidad, no tiene nada que ver con el hecho de sentirse especial. Y esto implica el hecho de aprender a desarrollarse también terrenalmente en este mundo, pero sin quedarse atrapado en ello.

¿Cómo estás viviendo personalmente el contexto de pandemia en el que nos encontramos?

Principalmente con agradecimiento, ya que llevaba tiempo diciendo a mis grupos que quería tomarme un año sabático… No en cuanto a mi trabajo, sino sobre todo respecto a los viajes que a menudo realizaba, con su correspondiente desgaste de energía. En este sentido, he podido tomar la decisión de bajar ese ritmo a partir de ahora. Al principio, como a muchos, me asaltó el pensamiento de qué iba a hacer con tanto tiempo disponible de golpe, pero enseguida lo aproveché para empezar a conocer con más profundidad el lugar donde vivo. Y en este sentido, tengo la suerte de disponer de campo y mucho espacio abierto cerca. También he descubierto las grandes posibilidades del trabajo a distancia gracias a las plataformas virtuales. Esto me ha permitido seguir acompañando diariamente a personas desde prácticamente el inicio de la pandemia. Y para compensar las horas delante de la pantalla, también me he podido dedicar a la escultura y al cuidado del huerto. Disfrutando al mismo tiempo de mi familia, de mi práctica personal e incluso de aprender a tocar el piano, algo que siempre había deseado. En resumen, he ido llevando una vida bastante organizada pero sencilla, y sin dejar de sentirme parte del mundo y las personas que me rodean, cuyo estrés y ansiedad también me han llegado reafirmando así aún más en mí la necesidad de seguir trabajando en el plano personal y espiritual.

¿Y qué opinión te merece todo el tema de la vacuna?

Sinceramente, es algo que no me convence en absoluto… Siento que no deja de ser una estrategia para asegurar a los ciudadanos que todo está bajo control, cuando en realidad lo que parece que ha generado ha sido aún más incertidumbre y confusión… Ahora bien, en mi caso he tenido que optar por la decisión más práctica, ya que con frecuencia debo viajar a mi país por trabajo, y además, quiero ir a conocer a mi nieto de un año pronto, y sin la vacuna parece que va a ser muy difícil…

¿Cómo crees que debería ser la llamada “nueva normalidad”?

Sea como sea, espero que todo lo que estamos viviendo nos ayude al menos a no caer en el engaño de querer volver a una normalidad basada en falsas seguridades.

No has perdido la esperanza pues….

No sólo no la he perdido, sino que estoy convencido de que este proceso nos va a servir de gran impulso en nuestra evolución. De hecho, desde que empezó la pandemia, he visto como cada vez más personas y más profesionales están tomando consciencia de la importancia de incluir la dimensión espiritual para poder disfrutar de un auténtico bienestar. Sin las herramientas que nos ofrece la práctica espiritual, las emociones nos desbordan, y si no podemos estar mínimamente centrados, bien con nosotros mismos, cómo vamos a ayudar a otros… A mi edad no puedo ser ingenuo creyendo que esto nos va iluminar a todos, pero sí que he podido comprobar como esta evolución no está dejando de avanzar poco a poco… Es muy importante que los cambios y las transformaciones se tomen el tiempo necesario para que puedan ser sólidas y quedar bien integradas.

Durante la pandemia se han producido un gran número de muertes en soledad… ¿Es posible acompañar de alguna forma en casos así desde la distancia?

Es muy importante no caer en la desesperación o la culpabilidad cuando no existe la posibilidad de estar cerca de nuestros allegados en momentos difíciles, como puede ser la enfermedad o un proceso terminal. También existen prácticas para transmitir amor y compasión a distancia, que nos permiten establecer una comunicación a otro nivel. Y para ello debemos aprender a confiar en la existencia de esta misteriosa realidad que se encuentra más allá del plano material. Siempre existe la posibilidad de conectar desde el corazón más profundo si realmente ponemos la intención en ello. El espíritu no entiende de espacio ni de tiempo. El amor no tiene fronteras… Lo trasciende todo. Se trata de una realidad que no forma parte de nuestra educación ni está presente en la formación de muchos profesionales, pero esto no impide que nos podamos abrir a lo inefable de esta otra dimensión a través de la confianza.

El espíritu no entiende de espacio ni de tiempo. El amor no tiene fronteras… Lo trasciende todo

¿Cómo prepararse para poder afrontar con serenidad el tránsito hacia lo desconocido?

No hay nada que garantice una buena despedida, pero sin duda puede ayudar mucho el hecho de ir labrando con tiempo la conexión con esa Realidad trascendente e intangible o Fuente, así como el hecho de poder disponer de un buen acompañamiento, algo que permite generar el espacio idóneo para que toda aquella energía que ha quedado pendiente de expresar pueda salir y transformarse, ya sean remordimientos, rabia, miedo o cualquier otra resistencia. A diferencia de los viajes que podemos emprender a lo largo de nuestra vida, la preparación para el último gran viaje pasa por ir vaciando poco a poco la maleta, para lograr la ligereza necesaria que nos permita entregarnos al abrazo con el universo.

¿Y qué consejos prácticos darías para lograr superar el miedo a la muerte?

Primero reconocer su presencia y no hacer como si no estuviera ahí. Respirándolo y escuchando con respeto y curiosidad su energía, observando sus proyecciones, aquello que puede estar escondiéndose tras el miedo. Y en segundo lugar, abrirnos a la consciencia de la impermanencia que acompaña a cada día, a cada momento… Incorporando el hábito de dejar pasar, de perdonar todo lo que ya fue… Si perseveramos en estas prácticas al final nos daremos cuenta de que en el fondo ese miedo no es más que una construcción, una ilusión.

Reconociendo su presencia, incorporando el hábito de dejar pasar, de perdonar todo lo que ya fue, nos daremos cuenta de que en el fondo el miedo a la muerte no es más que una ilusión

¿La práctica de la meditación es un elemento clave?

Sin duda puede ser un elemento clave, pero sobre todo si no se utiliza como una estrategia para distanciarse. En el fondo viene a ser lo mismo que ya he dicho, observar y respirar para ir generando cada vez más espacio, para que todo aquello que no tiene una consistencia real se diluya.

¿Qué lecturas que nos puedan servir también de ayuda nos recomendarías?

Recomiendo especialmente dos libros escritos por médicos que pueden ser de gran ayuda para trascender la tradicional barrera o separación entre ciencia y espiritualidad: La consciencia más allá de la vida, de Pim Van Lommel, y El arte de morir, de Peter y Elizabeth Fenwick.

¿Es ésta sólo una de varias de nuestras vidas?

No sólo lo creo, sino que estoy profundamente convencido. Esta existencia tiene continuidad y no hace falta convencer a nadie de ello, ya que tarde o temprano todos tendremos la oportunidad de descubrirlo.

¿Y qué nos puedes decir en relación a la ley del karma?

Es otro aspecto muy importante pero sobre todo para poder vivir con mayor armonía en este mundo. Prefiero contemplarlo como la responsabilidad que todos tenemos sobre nuestros pensamientos, acciones y emociones a cada momento de esta vida, y no pensando tanto en lo que nuestra actitud nos puede llegar a reportar en un futuro, aunque eso no deje de estar también implícitamente relacionado. Para mí el karma es ahora.

¿Tienes algún sueño aún por realizar?

Aquello a lo que dedico diariamente mis oraciones… Que la paz, la sanación y el bienestar se puedan establecer en el mundo.

Página web de Tew Bunnag

Conciencia, Creatividad, Desarrollo personal, Presencia, Respiración, Salud emocional, Yoga

Guiomar Burgos: el valor de pararse a respirar

«La calidad de nuestra respiración se corresponde con la actitud que solemos adoptar ante la vida”

La protagonista de la presente entrevista es sin lugar a dudas una auténtica revolucionaria, pero no de las que necesitan alzar la voz para ser vistas, sino más bien de las que, a través de una trayectoria vital comprometida con el desarrollo personal, la honestidad, el cuidado y la escucha cada vez más profunda, han ido adquiriendo la certeza de que la más grande de las victorias es la que se gesta de forma silenciosa y se conquista dentro. Su revolución silenciosa tiene que ver con haberse atrevido a parar para ser y respirar, o en otras palabras, para apearse del tren de la vorágine en el que en estos tiempos agitados transita, entre desorientado y absorto, un elevadísimo porcentaje de la humanidad.

Treinta años tuvieron que pasar para que Guiomar Burgos (Madrid, 1971) empezara a reencaminar sus pasos hacia el reconfortante sendero en el que hoy descansa. Fue en el tramo final de una primera etapa profesional de veinte años en el mundo de la danza cuando, un buen día, a raíz de un revelador viaje a África, se dio cuenta de que no estaba siendo feliz. Y tirando del hilo, pudo descubrir que gran parte de esa insatisfacción tenía que ver con la creciente sensación de vacío que estaba generando en su interior la exigente profesionalización de la disciplina a la que se había entregado hasta ese momento. A la vuelta, fruto del deseo de conectar a un nivel más profundo, entró por primera vez en contacto con el yoga a través de una escuela de teatro alternativo y supo enseguida que había encontrado lo que de alguna manera estaba buscando, sintiéndose de nuevo en casa.

Ese punto de inflexión motivó que el yoga acabara convirtiéndose en su nueva profesión durante los quince años siguientes, hasta que, ahora hace unos tres años, volvió a experimentar una nueva crisis que le permitió alumbrar la necesidad de atender su salud priorizando algo que indirectamente ya la había estado acompañando desde aquel primer gran cambio; el trabajo con la respiración consciente. De esta forma, lo que empezó como un trabajo complementario con algunos alumnos de las formaciones de yoga que ya acudían a ella para mejorar sus técnicas respiratorias, ha ido derivando en los últimos tiempos en un amplio estudio y experimentación dentro de este ámbito. Así, a día de hoy, sigue desarrollando con sereno entusiasmo su método de Respiración Integral, con el que pretende ayudar a profesionales y todo tipo de personas a mejorar su calidad de vida invitándoles a desarrollar la conciencia en la respiración desterrando cualquier tipo de exigencia.

Guiomar califica su camino evolutivo como un recorrido hacia el despertar, una exploración a un nivel cada vez más interno en busca de lo esencial. Y es así como reconoce haberse convertido en una auténtica abanderada del “menos es más”, su revolucionario y cada vez más necesario lema.

¿Quién es Guiomar Burgos?

No puedo responder a esta pregunta de forma concluyente, ya que la definición que te podría dar de mí es algo que ha ido cambiando bastante a lo largo de mi vida… Pero actualmente podría decir que soy alguien que está aprendiendo a ser humana, a encontrar la mejor manera de estar en este cuerpo… Y también siento que mi experiencia humana pasa por permitir que se vaya desarrollando cada vez más mi conciencia de sensibilidad, la capacidad para poder habitar esa cualidad en toda su dimensión.

¿Por qué decidiste especializarte en respiración?

Fue una decisión que llegó fruto de una necesidad creciente de parar. Llegó un momento en que ya casi no podía practicar yoga y mi cuerpo lo necesitaba. De esta manera, mi autopráctica se fue haciendo cada vez más sutil y la respiración se empezó a convertir en mi gran compañera de viaje. Fue así como, desde la quietud y el movimiento suave, empecé a afinar la escucha de cómo se expresaba, descubriendo su gran potencial para sentirnos, cuidarnos y regenerarnos a un nivel más profundo. Me di cuenta de que, hasta entonces, había dedicado mucho tiempo y energía en aprender métodos y técnicas de respiración, pero no me había detenido realmente a descubrir cómo era su expresión más natural, experimentándola más allá de los espacios de práctica y no de forma puntual, sino como algo mucho más integrado en lo cotidiano. Y a partir de ahí, las propuestas para poder compartir esta mirada se han ido sucediendo con naturalidad…

¿Se trata de un saber innato que vamos olvidando?

Sí… Por un lado, la respiración es una expresión esencial de nosotros mismos, y por otro, habitualmente vivimos tan enfocados en la acción y en la consecución de objetivos que dejamos muy poco espacio para sentirnos, cuando en realidad, somos seres con una gran capacidad para ello. Es algo que parece que nos da miedo… Creo que sentimos miedo a esa intensidad porque en el fondo es algo que está directamente relacionado con la intensidad de la existencia… Así que permitirnos experimentar la respiración en toda su plenitud es como decir “estoy dispuesto a vivir al cien por cien”. En la respiración está todo y algo que he ido aprendiendo en muchos de los casos que me he ido encontrando es que la respiración se vuelve difícil cuando nos resistimos a sentir y vivir nuestras experiencias humanas. Muchas veces por falta de herramientas para saber transitar lo que emocionalmente nos desborda…

Y la incapacidad para afrontar la intensidad nos acaba instalando en la respiración superficial…

Efectivamente… Podríamos decir que se acaba convirtiendo en un mecanismo de protección ante la intensidad que implica vivir plenamente… En general, hemos ido desarrollando muchos mecanismos de defensa para hacer más llevadera esa resistencia a sentir una gran parte de lo que vivimos. Solemos creer que dejar de sentir aquello que no nos gusta ya nos compensa, pero eso nos acaba privando también de sentir en su auténtica dimensión muchas otras cosas…

¿Qué grado de conciencia crees que hay actualmente respecto a la importancia real de la respiración?

Creo que cada vez hay más, y aunque todavía hay un gran porcentaje de la población que ni tan siquiera se plantea la posibilidad de poder vivir con mayor plenitud atendiendo a la respiración, también es cierto que un número creciente de personas se están interesando en su propia respiración… En cualquier caso, es muy importante darse cuenta de que todo pasa por estar dispuesto a parar un poco primero, para mirar hacia dentro y percibirse.

¿Crees que al sistema/orden establecido ya le va bien que no se le preste demasiada importancia a la respiración?

Así es… El sistema necesita promover la acción constante para que la maquinaria no se detenga… Y al mismo tiempo, estar despierto puede resultar muy doloroso, ya que empiezas a verlo todo mucho más claro, sobre todo aquello que has podido estar tapando durante mucho tiempo… Yo también he pasado por ahí y he estado muy enganchada al hacer antes de empezar a ver un montón de cosas, así que comprendo perfectamente lo que lleva a tantas personas a vivir de forma acelerada… Decidirse a parar no es fácil. Y por otro lado, siento que el sistema también somos nosotros, y es por ello que en el fondo no somos víctimas, ya que aunque no sea fácil salir del patrón predominante, siempre dispondremos de la capacidad de discernir…

¿Qué nos puede aportar esa capacidad?

Darnos cuenta de que en realidad sí que merece la pena transitarlo todo… Si me doy cuenta de que permitiéndome transitar la tristeza luego puedo vivir la alegría con mayor plenitud, eso hará que poco a poco vaya cambiando mi percepción, y seguramente, podrá servir también de inspiración a la gente de mi alrededor.

Y aparte de estar más despiertos, ¿qué más nos puede aportar la respiración consciente?

En realidad, la respiración lo abarca todo… Puede mejorar todas las funciones vitales; el sistema digestivo, nervioso, circulatorio, linfático… Así como el ritmo cardíaco y la química de la sangre. Aumenta nuestro nivel de vitalidad y nos aporta una mayor capacidad de concentración, así como una mayor armonía en nuestros pensamientos y emociones… También nos ayuda a aliviar tensiones musculares y a relajarnos en general. Vuelve nuestros sentidos más nítidos… En fin, nos puede aportar un sinfín de beneficios.

Y a pesar de todo, casi ni le prestamos atención…

Parece que estamos acostumbrados a no darle demasiado valor a lo que tenemos más cerca, a lo que es más sencillo… Excepto cuando lo perdemos. Y si no, que se lo digan por ejemplo a las personas que han tenido covid o a cualquiera que haya sufrido problemas respiratorios. Empezar a prestar una mayor atención a tu respiración es un acto de intimidad, ya que implica empezar a prestarte atención a ti mismo, atenderte, cuidarte… En definitiva, tiene que ver con volver a ti.

¿Cómo definirías tu método de Respiración Integral?

En esencia, se podría definir como una metodología para recordar la libertad de nuestra respiración y despertar la conciencia respiratoria en nuestras vidas.

¿Y cómo se desarrolla la propuesta?

Primero de todo, parte de un acompañamiento individualizado para poder conocer la tipología respiratoria que presenta cada persona, que siempre es diferente y se corresponde con la actitud que se suele adoptar ante la vida. Y a partir de ahí, el método consiste básicamente en una práctica de gimnasia pulmonar para poder liberar la respiración, devolviéndole a los músculos respiratorios su funcionalidad. He comprobado cómo de esta manera nuestra respiración puede ir recuperando la capacidad de expresar con total libertad cualquier vivencia o estado emocional. Por otro lado, en una segunda etapa, invito a practicar e interiorizar una serie de movimientos muy sutiles y relajados para que la respiración se vaya armonizando con ellos. Así se facilita una mayor integración de la conciencia respiratoria en la vida cotidiana y también se puede ir adoptando con naturalidad un ritmo más pausado… Dándonos el permiso para parar siempre que sea necesario.

¿Qué perfiles suelen acudir a ti?

Tiempo atrás, al estar impartiendo formaciones de yoga, casi todas las personas que se dirigían a mí estaban directamente relacionadas con este ámbito. Mientras que en esta etapa más reciente, se ha ido ampliando un poco más el perfil… Asimismo, he podido apreciar como, en general, suelen estar más abiertas a profundizar en el trabajo con la respiración las personas que ya han iniciado algún camino de autoconocimiento. Un interés que, afortunadamente, parece que está en auge… Pero por encima de todo, los que sobre todo muestran más interés son terapeutas, profesores de yoga y personas inmersas en cualquier tipo de trabajo corporal a nivel consciente.

¿Cuál dirías que es la principal dificultad que se encuentran las personas que inician este trabajo?

La dificultad para incorporar la conciencia respiratoria en el día a día. Realizar este trabajo sólo en las sesiones y luego olvidarse vendría a ser como tener un Ferrari y no sacarlo del garaje… Es por eso que es tan importante no buscar únicamente la liberación de la respiración, sino despertar también la conciencia para poder acompañar debidamente esa expresión a cada momento. Sin duda, esa es la parte más profunda del trabajo que propongo… En el fondo es la más fácil pero también puede llegar a ser la más difícil por cómo estamos acostumbrados, ya que sólo se trata de observar… Sin hacer nada.

¿Cómo crees que se puede facilitar la adopción de esa conciencia?

No deja de ser un entrenamiento… Pero en primer lugar deberíamos dar total prioridad a detectar los momentos en los que nuestro cuerpo está expresando algo que necesita ser atendido, ya sea por una presión en el plexo solar, en el pecho… O porque se nos cierra la garganta. Son señales que resultan más evidentes que la propia respiración, que suele ser mucho más sutil. Si atiendo lo que me está pasando a través del cuerpo, la respiración luego ya sabrá lo que tiene que hacer… En el fondo, todo pasa por una determinación; la decisión de priorizar el sentir por encima del hacer y el conseguir.

Una decisión que pasa por dejar de delegar la responsabilidad sobre nuestra salud y auténtico bienestar…

Se trata de un camino hacia la autosuficiencia. No obstante, cuanto más lejos estemos del contacto con nosotros mismos, más lejos nos parecerá que están nuestros recursos para llegar a ella. Y la tiranía de la inmediatez a la que estamos acostumbrados tampoco nos ayuda…

¿Nunca es tarde para aprender realmente a respirar?

Por supuesto… Cada instante es una oportunidad. Hasta que nos llegue el último aliento. La gran barrera suele estar en la mente, por lo que esmerarse en hacerla más flexible y compasiva es una parte muy importante del camino a transitar…

¿Qué consejos básicos darías a alguien que no supiera muy bien por dónde empezar?

Creo que para iniciarse en un proceso de este tipo es muy importante contar con el acompañamiento de un profesional, alguien que te ayude a avanzar más allá de tu paradigma habitual… Y además, dedicarse espacios relajados para poder sentir más cómo estás.

¿Iniciarse en yoga puede ser también una ayuda?

Totalmente. Puede ser una gran puerta… Ya hemos visto la importancia de conectar con el cuerpo, y sin duda, el yoga sabe muy bien cómo hacerlo. En este sentido, el trabajo postural puede ser un excelente punto de partida para pararse a observar cómo la respiración se expresa… Actualmente, para mí resulta especialmente importante el hecho de usar el asana (la postura) para detenerse simplemente a escucharla, sin necesidad de tener que dirigirla o modificarla.

¿Qué opinas de las técnicas de respiración que propone el yoga?

Ahora mismo, siento que una gran parte de las técnicas de respiración o pranayamas que habitualmente se pueden plantear en las clases requieren haber alcanzado previamente un cierto nivel de conciencia respiratoria para que no lleguen a ser incluso contraproducentes… Es decir, para que no acaben por alejarnos del propósito real que las originó, que no es otra cosa que volver a la esencia. En realidad, cuanto más se asimila la práctica, ésta se va haciendo cada vez más sutil…  Creo que el darse cuenta de que al final hay que acabar por soltar cualquier técnica podría ser una reflexión compartida por muchos de los practicantes con un largo recorrido en el camino del yoga.

¿Cómo definirías tu actual relación con esta disciplina?

Podría decir que se ha ido cayendo toda la estructura y ha emergido la expresión más sencilla. La exigencia por sobrepasar los límites a nivel corporal ha ido quedando atrás… Algo que, de alguna forma, había heredado de mi anterior etapa en la danza durante una buena parte del camino. Últimamente, he ido percibiendo cada vez con mayor claridad la importancia de que la mente permanezca un peldaño por debajo del cuerpo, es decir, que sea el cuerpo el que pueda expresar libremente lo que realmente necesita sin que la mente se lo imponga. A partir de ahí, partiendo de unas bases de asentamiento y escucha, voy permitiendo cada vez más que sea el cuerpo el que vaya encontrando con suavidad y conciencia su propio acomodo.

¿Qué fuentes de inspiración podrías destacar en tu proceso evolutivo?

Inicialmente, los 20 años de bailarina fueron sin duda la puerta de entrada al cuerpo. Y después, se han ido sucediendo varias… Como por ejemplo, el Feldenkrais, la Psicoterapia Respiratoria, el Tantra yoga, el Masaje Estructural… También podría destacar la relación entre la postura y los patrones respiratorios…  Y actualmente, está muy viva la influencia del Focusing, así como la autoindagación, una de las cosas que más me inspira, además de seguir profundizando en la conciencia de que todo lo que ocurre en nuestra vida es sagrado.

¿Qué opinión te merecen ciertas técnicas de respiración catártica, como por ejemplo el Rebirthing?

Abrir ciertas puertas es algo que me da mucho respeto… Personalmente, no me llama la necesidad de inducir determinados estados de conciencia para liberar traumas… No soy psicóloga y siento más la necesidad de abrazar todo lo que me va pasando en lugar de remover ciertas vivencias o sentir algo que ha pasado como inadecuado… En cualquier caso, no he practicado ese tipo de técnicas y por lo tanto tampoco puedo opinar demasiado.

¿Crees que hay mucho estrés camuflado entre los propios profesionales de la salud, el bienestar y la espiritualidad?

En primer lugar, hay que tener en cuenta que una cosa es el profesional y otra la persona… Es cierto que a medida que uno se va profesionalizando empiezan a emerger una serie de obligaciones en relación al otro que fácilmente puede provocar que la atención hacia ti mismo vaya quedando relegada a un segundo plano. Y normalmente, cuando te empiezas a dar cuenta, estás ya muy cansado porque has ido acumulando mucho… Es una tendencia que yo misma he sufrido. Así que si te ha pasado esto, y por coherencia, en algún momento decides empezar a priorizarte, seguramente pasarás a trabajar menos. Creo que cada vez hay más personas que se están dando cuenta y que desean encontrar un mayor equilibrio en este sentido.

La necesidad de ser vistos, reconocidos, cuánto nos puede acabar alejando de nosotros mismos…

Completamente. Es algo que se puede apreciar muy claramente en las redes sociales… ¿Qué puede llegar a ocurrir si me desconecto por un tiempo? Es una experiencia interesante que animo a probar… Se trata de un ámbito donde es muy fácil dejarse llevar por la exigencia y el ritmo frenético que se impone, ya que es algo que está muy estudiado y es adictivo… Así que, para no caer en ello, no podemos perder de vista la honestidad. Desde ahí veremos dónde estamos poniendo el foco y si en el fondo es realmente lo que queremos.

¿Te has llevado muchas decepciones a lo largo de tu trayectoria?

Más que decepciones, yo hablaría de que he necesitado tiempo y espacio para llegar a comprender ciertas cosas… La vida es muy sabia y siempre nos va brindando prismas y toques de atención para poder completar la visión que más necesitamos. Creo que el concepto de decepción es algo demasiado mental… Y actualmente, por encima de todo, siento más bien agradecimiento por todo lo vivido.

¿Cuál dirías que ha sido tu principal aprendizaje hasta ahora?

Menos es más…

¿Cómo te ha afectado la situación de pandemia y cómo estás viviendo todo este proceso?

Pues el confinamiento me vino realmente como anillo al dedo porque, en realidad, yo ya llevaba un buen tiempo confinada… Es decir, simplificando mucho mi vida. A lo largo del proceso ha ido apareciendo la posibilidad de compartir mis cursos y propuestas de forma online… Y también he podido reflexionar mucho sobre cómo la pandemia nos ha puesto delante toda una serie de cosas que antes teníamos completamente disponibles para nuestro bien y que a menudo no aprovechábamos… Como por ejemplo el hecho de podernos expresar libremente y no guardarnos nada o la posibilidad de tocarnos, darnos un abrazo y decirnos que nos queremos… En definitiva, está siendo un proceso muy revelador y siento que lo estoy viviendo con mucha naturalidad y coherencia.

¿Cuál crees que es la mejor forma de contrarrestar el efecto de las mascarillas?

Para empezar, es muy diferente llevarla sólo unas horas respecto a lo que implica tenerla que llevar durante todo el día. No he hecho un estudio detallado del tema, pero me parece bastante obvio que la tendencia general al llevar la mascarilla es a respirar de forma más superficial, con todo lo que ello conlleva… Y en cuanto a consejos básicos, yo destacaría la importancia de llevar una buena alimentación para que el sistema inmunológico pueda estar fuerte, y también, poder descansar bien, cuidar las relaciones, volver a lo más natural… Y por supuesto, adoptar una respiración de calidad, con el máximo de conciencia y libertad posible, el resto del tiempo que puedas estar sin mascarilla. En el fondo, siento que el virus nos está invitando a aprovechar la situación para adaptarnos al nuevo escenario mejorando nuestra calidad de vida.

¿Un mantra para el 2021?

Sencillez y flexibilidad…

Y ya por último, un sueño por realizar…

No soy muy de sueños, pero sí que me gustaría poder vivir en un futuro más cerca de la naturaleza y de mis seres queridos.

Página web de Guiomar Burgos

Conciencia, Confianza, Creatividad, Desarrollo personal, Presencia

Juan Antonio Muñoz: rendirse al corazón

«Si te abres a la vida, la confianza, la calma y el agradecimiento que luego acabas obteniendo no tienen precio»

Hijo de una familia de campo malagueña muy humilde, la emigración de sus padres antes de que él naciera dejó desde bien pequeño en Juan Antonio Muñoz (Barcelona, 1967) la huella de lo que él mismo califica como el síndrome de los desplazados. Después de tener que dejar los estudios siendo bastante joven por necesidades económicas, los retomó más adelante para formarse en informática, lo que le llevó a trabajar como programador en una empresa donde acabó ejerciendo de directivo en el consejo de administración. A finales de los 90 se traslada a Mallorca por motivos laborales y es allí donde empieza a priorizar el latido de la vida, descartando la posibilidad de seguir ascendiendo en su trabajo y pasando a experimentar una serie de cambios sobre su visión tradicional de las cosas. Estas circunstancias le llevan a emprender su propio proyecto laboral y a conquistar una aparente estabilidad en aquellos ámbitos  considerados socialmente como más importantes, pero es cuando aparentemente parece tenerlo todo que experimenta un derrumbamiento interno que pone súbitamente su contador a cero en el año 2007.

A partir de ahí, después del desconcierto inicial y de los interrogantes que se le abren de golpe tras más de 20 años dedicándose a lo mismo, empieza a sentir la necesidad de redirigir sus energías hacia el acompañamiento de personas y la exploración de otros caminos más alternativos. Entra así en contacto con diversas vías de autoconocimiento y desarrollo personal, pero nada le llega a vibrar lo suficiente hasta que el proceso que ya se había desencadenado dos años antes acaba por culminar en una revelación llamada ULU (Un Latido Universal), el inspirador proyecto que lleva abanderando a lo largo de la última década. Un fascinante y original viaje de transformación basado en una serie de conversaciones con valientes que, como Juan, un buen día se atrevieron a trascender los límites de la razón para empezar a iluminar y guiar sus vidas con la brújula del corazón.

Sin guión ni preparación previa, pero con el poder de una confianza que de tan labrada se fue haciendo inquebrantable a lo largo de su elaboración, la película documental con la que nos obsequia Juan (se encuentra disponible para ser visionada en internet) es un gran ejemplo de las mágicas conexiones que se empiezan a tejer cuando decidimos abrirnos plenamente a la vida. Una muestra más que evidente de que, en el fondo, más allá de las aparentes diferencias, todo y todos nos encontramos unidos a un nivel global y esencial. Un mensaje sin fecha de caducidad y más vigente que nunca teniendo en cuenta las circunstancias actuales, cuya manifestación -como el proyecto mismo- sigue palpitando con fuerza, en proceso de constante evolución.

¿Quién es Juan Antonio Muñoz?

Soy una pizca de ese gran misterio que es la vida, una gotita en el océano…

¿Cómo surge el proyecto ULU?

ULU surge de una rendición. Hace diez años me vi inmerso en el caos como consecuencia del agotamiento de una vida estandarizada que dejó de funcionar. Inicialmente me lancé a viajar y a realizar un sinfín de talleres y actividades que podría calificar de espirituales o de desarrollo humano para intentar aliviar un vacío interno que me impedía estar en calma. Y fue volviendo de uno de mis viajes, en una sencilla meditación, que sentí la necesidad de dejarme caer de rodillas e implorar qué es lo que debía hacer… Y la respuesta que me llegó fue la propuesta de realizar una película documental sobre el significado de vivir desde el corazón.

¿Qué sentiste en ese momento de revelación?

Pues la verdad es que no abrí ninguna botella de cava… Al principio lo viví como algo incómodo. Sentí miedo e incertidumbre, algo muy parecido a lo que actualmente están sintiendo millones de personas con las circunstancias que nos está tocando vivir. Pero previamente a recibir esta respuesta, yo ya me había comprometido a hacer únicamente lo que me dijera el corazón. Había decidido no ignorar más a mi voz interna. Así que tenía muy claro que debía ir hacia delante con todas las consecuencias…

¿Cómo se gestó el nombre del proyecto?

Es algo que se corresponde con el espíritu colaborativo que caracteriza la película. Inicialmente, me dejé guiar tanto por la incertidumbre de la inspiración que no tenía ni nombre… Luego lo sometimos a votación entre todos los colaboradores y salió “El Latido Universal”, pero alguien que estuvo presente en una de las primeras reuniones nos lo acabó robando para otra iniciativa con un propósito muy parecido. No obstante, uno de los grandes aprendizajes que me ha ido regalando este proceso es que, si te abres a lo que a cada paso te trae la vida, lo que a primera vista puede parecer un contratiempo se acaba convirtiendo en una confianza, una calma y un agradecimiento que no tienen precio. Fue así como decidimos pasar a llamarlo “Un Latido Universal” y por practicidad lo acabamos abreviando en las iniciales, “ULU”. Y a pesar de que ese nombre no me convencía demasiado, imagina cuál fue mi sorpresa cuando al investigar por internet en los días sucesivos descubrí que ULU significa “segundo nacimiento” en nigeriano. Algo que se correspondía completamente con el proceso que yo sentía que había experimentado y que me sirvió para consolidar ese espíritu de confianza ante todo aquello que nos llega.

¿Qué balance puedes hacer a estas alturas después de una década de camino recorrido con ULU?

Lo resumiría con la palabra gracia. Un sentimiento de gracia que la vida ha ido instalando en mí y que deseo no dejar de compartir allí donde me pueda encontrar.

¿Crees que es algo muy común tener que recibir una sacudida importante de la vida para empezar a replantearse el orden de prioridades?

Por lo que he ido observando, sí que parece ser algo habitual… De alguna manera, siento que hay una especie de relación entre la sacudida que tradicionalmente se solía experimentar con la forma bastante brusca de llegar a este mundo y alguna que otra sacudida que nos puede llevar a sentir después, en otro momento de nuestra vida, una especie de renacer. En mi caso, por ejemplo, sucedió algo parecido con el colapso que sentí tras la separación de mi ex mujer, con la que llevaba 15 años casado. En su momento lo viví como algo terrible, pero con el paso del tiempo empecé a verlo como algo necesario. De hecho, siempre suele ser así… Así que, a día de hoy, siento que cualquier pérdida o situación drástica que experimentemos, sea la que sea, siempre es para bien. Bienvenido sea cualquier dolor temporal si nos acaba llevando a contactar con nuestra esencialidad.

A menudo evitamos el dolor porque lo asociamos inevitablemente al sufrimiento…

En este sentido añadiría que la forma de vivir este tipo de situaciones en nuestra sociedad sigue siendo demasiado infantil.  Y lo he podido comprobar viendo la forma tan distinta que tienen de vivir el dolor algunas comunidades indígenas que he tenido la oportunidad de visitar. Tal y como me dijo en una ocasión uno de los protagonistas del documental, el dolor que nos lleva a evolucionar, bien entendido, lo podríamos llegar a considerar un “dolorcito rico”.

También tuviste que lidiar con un gran dolor a raíz de la muerte de tu hermano… ¿Qué influencia crees que tuvo este suceso en tu proyecto?

Pues ha sido una influencia cuyo alcance y significado he podido entender varios años después del inicio de las grabaciones que acabarían dando forma a la película documental. La muerte de mi hermano tuvo lugar nueve meses antes de mi rendición, pero no fue hasta bastante después que pude ver claramente que, en realidad, la película la estaba realizando mi hermano a través de mí. En la fase inicial del proyecto yo no tenía ni idea de qué iba a hacer con todas esas grabaciones… Hasta que un día apareció inesperadamente en mí el lejano recuerdo de cuando mi hermano llegó una vez a casa para decirnos que, después de mucha indefinición, por fin sabía que quería dedicarse a ser director de cine. Así que cuando volví a recibir esa información sentí claramente que yo era simplemente un mensajero y me debía poner al servicio. Estoy convencido de que la forma en la que poco a poco se ha ido encajando todo como un puzle era algo que estaba en mi destino.  

¿Qué educación recibiste acerca del amor?

En mi casa, las muestras de cariño y ternura eran las mínimas. Mis padres se querían pero su expresión del amor tenía lugar en la intimidad. Así que ha sido la vida la que me ha invitado a salir al mundo para descubrirlo…

¿Has conocido algún sistema educativo que lo priorice?

He conocido varios ejemplos en este sentido, sobre todo en las comunidades indígenas. Como la de la Sierra de Santa Marta en Colombia, donde he podido ver a seres humanos de una determinada edad con una inocencia que ya había perdido de vista… Considero la inocencia como un aspecto que fomenta la inspiración con el todo, como un valor fundamental para que pueda darse un crecimiento desde dentro hacia fuera, un significado reflejado en la propia etimología de la palabra “educar”. Creo que la mayoría de sistemas educativos relegan hoy en día la pureza o inocencia, la esencia en definitiva, en favor de otros aspectos como la productividad o la adquisición de conocimientos a nivel mental.

¿Recibiste algún consejo en esas comunidades para poder seguir su ejemplo?

Allí se siembra y se cuida esa intención como si fuera una semilla, para que acabe dando los mejores frutos. Ahora bien, me gustaría aclarar que los propios miembros de esas comunidades no consideran que el suyo sea el mejor modelo. Simplemente lo hacen así porque para ellos, en su realidad, tiene sentido. Y una de las recomendaciones que me transmitieron fue restaurar los lugares de valor, las personas de valor y las tradiciones de valor de los sitios que habitemos. Esto es lo que a ellos les funciona desde hace miles de años.

¿Consideras que el amor al poder sigue siendo hoy mucho más fuerte que el poder del amor?

Creo que nos encontramos en un momento de transición. Lo compararía al momento en el que una persona va a fallecer. Por circunstancias de la vida, también me ha tocado acompañar a morir a diversas personas… Y en esos procesos he podido comprobar como hay gente que aún se sigue aferrando a sus formas particulares de poder, mientras que otros, aunque no lo hayan hecho en toda su vida, optan finalmente por soltar porque sienten que se tienen que entregar a este movimiento del amor antes de abandonar el cuerpo. No obstante, como todo está unido, en mi opinión, para poder entregarte genuinamente al océano del amor, primero quizás tienes que haber ejercido el poder para llegar a ser consciente del contraste.

¿Te gustaría destacar alguna tradición o figura en particular que sientas que te haya inspirado especialmente a lo largo de tu camino?

Me ha costado un montón de años ser consciente, pero a día de hoy destacaría la figura de mi padre. Fue algo que descubrí en la mesa de edición de ULU, cuando me llegó el impulso de entrevistar a Josep Maria Caralps, el primer doctor que hizo una operación de corazón con éxito en España y que en su día operó también a mi padre colocándole dos bypass. Yo hasta entonces siempre había considerado a mi padre como alguien muy débil, pero en esa entrevista el doctor me confesó que el mérito de que hubiera vivido 21 años más después de su operación no era suyo, sino de mi propio padre y de la fortaleza que le dio el gran amor que sentía por su familia. Esa revelación me sirvió para valorarlo como se merecía y fue así como pasó a convertirse en mi principal referente.  

¿Cuáles crees que deberían ser los ingredientes básicos para pasar a apostar con firmeza a vivir desde el corazón?

Para mí el principal ingrediente debe ser la confianza. Que no deja de ser abrir el corazón a las demás personas, tal y como se desprende de la propia etimología. Esto ha sido lo que yo mismo he priorizado en todas las conversaciones que he mantenido para la película y a estas alturas puedo afirmar que me ha funcionado.

¿A día de hoy, consideras que has logrado afianzarte en el propósito de vivir desde el corazón?

A estas alturas considero que si hubiera tenido que vivir las circunstancias actuales bajo mi personalidad previa a realizar la película documental, no sé si seguiría vivo… O como mínimo, estoy convencido de que me encontraría muy mal, sufriendo mucho estrés y ansiedad. Así pues, no creo que haya conseguido nada en especial ni quiero afirmar haber logrado establecerme en el corazón, pero si siento como algo muy evidente el hecho de que ahora, a pesar de que las circunstancias son mucho más dramáticas que hace diez años, puedo disfrutar el presente como un regalo, con una calma, confianza y agradecimiento que sin duda no podía experimentar tiempo atrás. Y además, cada día que pasa, siento que es mejor…

¿Consideras que puedes ganarte bien la vida en tus actuales circunstancias?

En estos diez años, las dos preguntas que más me han hecho han sido: “¿Cómo puedes vivir sin teléfono?” y “¿Tú de qué vives…?”. Pues bien, la respuesta vuelve a ser la confianza. Tal y como sea tu confianza en la vida, así la vida te va a sustentar. Creo que para mucha gente esta cuestión supone a día de hoy uno de los principales obstáculos y desequilibrios a la hora de atrevernos a saltar al vacío permitiendo así que la vida nos pueda brindar el sustento sin esfuerzo, a cambio de mostrarnos desde nuestro ser auténtico y original. Siento que aún hay demasiadas personas que hoy en día no se dedican a hacer aquello que profundamente aman y por eso me preguntan tanto de qué vivo yo. La confianza es pues un elemento clave y debería ser una prioridad.

Cómo nos llegamos a traicionar a nosotros mismos por el miedo a la escasez…

Actualmente la sociedad se halla tan aislada y dividida que no nos atrevemos a pedir. Cuando yo era pequeño, recuerdo que le podías pedir con naturalidad algo al vecino y te ofrecía encantado su ayuda… Así que si por lo que sea en algún momento llegas a quedarte sin dinero, pide ayuda con humildad y manteniéndote abierto a cualquier tipo de respuesta… Estoy convencido de que con humildad y confianza los recursos tarde o temprano llegan, y muy posiblemente de formas que no te puedes llegar ni a imaginar. Por tanto, es muy importante que en cualquier proceso de transformación nos replanteemos qué tipo de relación tenemos con el sustento.

¿Qué consejo darías a las personas que siguen resignándose a lo que les da seguridad porque aún no han descubierto su verdadera pasión?

Considero que una enfermedad muy extendida en nuestra sociedad actual es que disponemos de todo lo que en el fondo necesitamos para ser felices y no somos capaces de verlo. Hay que dejar de buscar tanto… Y si la vida ahora nos empuja a quedarnos en casa será porque con eso ya nos basta para poder tomar conciencia de ello. Se trata de dejar de correr en múltiples direcciones… De parar y darse de cuenta. Para sentirse realizado no siempre hay que abandonarlo todo, no hay por qué hacer nada especial… Prácticamente cualquier profesión se puede vivir y ejercer de forma espiritual, si de verdad se conecta y se pone la debida intención en ello…

¿Amar el miedo es lo más difícil?

Para mí, miedo y amor son parte de una misma cosa. Tal y como apunta uno de los testimonios que aparecen en ULU, cuando uno decide ir hacia su miedo, genera unas habilidades que son un tesoro. Por tanto, cualquier situación que nos dé miedo, en el fondo no deja de ser una invitación de la vida para poder llegar a sentirnos más plenos.

¿Cómo se fue gestando el proceso de conversaciones con los protagonistas de ULU?

El proceso fue muy sencillo. Únicamente acudí por inspiración al encuentro de la primera persona entrevistada, que fue Federico Mayor Zaragoza. Y sin más guión que la confianza, nuestra conversación se fue desarrollando de forma espontánea hasta el final, momento que aproveché para preguntarle quién debía ser el siguiente entrevistado. Y así, sucesivamente, mediante este procedimiento fue como todo se fue dando.

¿Qué lugar ocupa actualmente la meditación en tu día a día?

El proceso que he ido experimentando con la meditación es muy parecido a cómo ha ido evolucionando también mi concepción de hacer el amor. Años atrás lo vivía desde un lugar muy mental, desde donde iba proyectando mis expectativas… Mientras que poco a poco la cosa se fue convirtiendo simplemente en vivir una experiencia con otro ser humano, permitiendo que sucediera lo que tuviera que suceder… Y con la meditación me ha ocurrido en gran parte lo mismo, de manera que actualmente ya no tiene que ver con un acto aislado y preparado según unas pautas determinadas, sino que lo siento más bien como una actitud mucho más integrada en mí.

¿Cómo vives la crisis medioambiental?

Pues nuevamente con bastante calma y confianza. Tal y como me transmitieron los miembros de la comunidad indígena que visité en Colombia, yo también siento que, junto a la necesidad de acción, el mundo no se va a acabar, en todo caso se va a transformar como sea necesario… A la Tierra en el fondo no le pasa nada y si llega el momento en que tenga que realizar algún movimiento para reajustarse, simplemente lo hará. Asimismo, el papel de aquellos que podríamos considerar como los “malos” en el proceso que se está dando, no deja de ser algo que tiene que ser así para que tarde o temprano se pueda llegar a un equilibrio.

En cualquier caso, ¿estarías de acuerdo en la necesidad de acción acompañada de compasión más que de lucha?

Completamente. Si la persona que va a emprender una acción no lo hace desde un lugar de paz, en el fondo esa acción siento que no sirve. En los tiempos que vivimos, para reencaminarnos hacia la dirección que en el fondo todos soñamos, necesitamos dejar de reaccionar constantemente como hormigas nerviosas. La acción tiene que empezar a producirse desde la calma, la inspiración y la coherencia… Y para ello, primero hay que tomarse un tiempo y parar. Llevamos ya muchos años conscientes de esa necesidad, y seguramente por ello, es por lo que ahora la vida ha decidido pararnos en seco. A partir de ahí, creo que un buen mantra a adoptar sería: “Yo hago lo que sé, lo que puedo, y con eso es suficiente”. Y entendiendo que el acto de hacer, muchas veces, incluye también la necesidad de no hacer por hacer, es decir, de no hacer nada.

¿Qué opinión te merece el hecho de tener que vivir actualmente pegados a una mascarilla?

Considero que muchas de las personas que más tiempo llevan puesta la mascarilla, son las que más miedo llevan en su interior… Lógicamente, el miedo a morir. Actualmente, hay una gran carga de miedo en el planeta, un gran número de gente con una cantidad muy desequilibrada de ausencia de amor y la mascarilla viene a ser como una especie de símbolo que exterioriza esa enfermedad, que en realidad poco tiene que ver con ningún virus…

Es evidente que la situación de pandemia que estamos viviendo puede acentuar los miedos con mucha facilidad, pero ¿consideras que al mismo tiempo también nos puede servir de catalizador para ayudarnos a despertar?

Así es… La humanidad siempre ha pasado por momentos complicados y mucho más de lo que nos está tocando vivir ahora. No olvidemos que, por ejemplo, en el siglo pasado, la población tuvo que afrontar grandes guerras… En cualquier caso, creo que deberíamos aprovechar las actuales circunstancias para salir del infantilismo y empezar a crecer de verdad… Sólo desde la auténtica madurez podremos tomar conciencia de que vivimos en un planeta maravilloso, con más abundancia de recursos a nuestro alcance que nunca… Y de que en el fondo, el gran obstáculo, se encuentra en nuestra forma de relacionarnos, con los demás y con el medio que nos rodea. Pero para mejorar eso, lo que primero debemos mejorar es la relación con nosotros mismos. Ese es el gran reto de nuestra época, que cada ser humano pueda convertirse en maestro de su propia vida sin necesidad de tener que buscar a ningún maestro fuera. Siento que sólo así podrá emerger nuestra capacidad de sustento natural, pudiendo prescindir entonces de la reactividad, la competitividad y la necesidad de pelea con el mundo exterior.

Seguramente habrá quien considere que eso no es más que una quimera inalcanzable…

Yo creo que ya nos estamos dirigiendo hacia allí, y esa meta no es otra cosa que volver al origen. Según mi modo de ver, en cada lugar se irá restaurando esa vuelta al origen de la forma que la vida lo considere más adecuado. Y eso comportará, y ya está comportando, una serie de cambios y transformaciones para que volvamos a ser seres auténticos y originales. Es un proceso inevitable…

Háblanos un poco ahora de tu reciente experiencia en India…

La mayor parte del tiempo lo pasé en Auroville, una comunidad con unas particularidades que en realidad no tienen mucho que ver con la vida que en general se lleva en India, y donde además viví bajo las circunstancias del confinamiento. Ahora bien, realmente se trata de un lugar propicio para hacerte consciente de la necesidad de que cada ser humano se haga responsable de los valores y talentos que ha venido a traer a esta vida. Responsabilidad para que estos valores y habilidades sean mostrados. Una vez más, trasladando el foco de lo externo a lo interno. Y mi experiencia allí también me ha permitido hacer las paces con la parte más material de la existencia; viendo de forma más clara la necesidad de que cada ser humano pueda usar la parte de materia que realmente necesite para llevar a cabo aquello que su propia misión le demande.

Y ya para terminar, ¿qué movimientos va a seguir generando el proyecto ULU?

Por un lado, es muy posible que pueda ver la luz un libro como consecuencia de toda la experiencia que ya llevamos vivida. Asimismo, estamos editando todas las conversaciones para poder ofrecer un contenido añadido a lo que se puede ver en la película documental, con unos mensajes que, a pesar de haber sido registrados hace diez años, resultan increíbles teniendo en cuenta la situación actual… Y en tercer lugar, puedo avanzar también que próximamente realizaremos una nueva acción audiovisual, aunque se trata de algo aún demasiado prematuro como para poder dar más detalles…

Página web de Un Latido Universal

Conciencia, Desarrollo personal

Christian Carles-Tolrà: autoconocimiento para la autogestión

«Para poder gestionar tu vida, primero debes aprender a gestionarte a ti mismo»

Conferenciante especializado en psicología transpersonal, profesor del máster de desarrollo personal y liderazgo de la Universidad de Barcelona y terapeuta de Shiatsu y medicina tradicional china, Christián Carles-Tolrá (Madrid, 1960) es uno de los divulgadores más incombustibles del autoconocimiento en nuestro país. Hace ya unos 20 años que la inquietud por el desarrollo personal prendió con fuerza en su interior, y desde entonces, trabaja incansablemente para ayudar y acompañar a todos los que, cansados de vagar perdidos por los laberintos del mundo exterior, acuden a él en busca de una brújula para descubrir y recuperar el propio norte. Con ese objetivo creó en su día junto a su compañera de camino la escuela El Centro, uno de los espacios pioneros en su especialidad en Barcelona, desde donde inspira con sus propuestas a numerosas personas a emprender su autogestión.

El protagonista de la presente entrevista, que se muestra optimista por la oportunidad de cambio de paradigma que nos brindan los contextos de crisis, reconoce que sus proyectos le sirven a sí mismo de mucho para seguir avanzando y profundizando en su propio proceso de exploración personal, y no tiene reparos en admitir que su forma de acompañar no admite rodeos: a menudo, para avanzar y sanar de verdad, no queda otra alternativa que transitar el dolor.

¿Cómo te definirías a ti mismo?

Como una persona que está intentando descubrir quién es, cómo es y el mundo en el que vive, empujado siempre por una enorme curiosidad hacia todas las cosas. Y también como una persona que disfruta de la vida extraordinariamente… Descubrir la vida y el funcionamiento del ser humano, en todas sus facetas, con sus luces y sus sombras, es algo que realmente me fascina. Lo vivo como un proceso abierto de constante aprendizaje.

¿Cómo surgió la escuela El Centro?

Mi inquietud por comprender el mundo que me rodeaba y mis procesos internos quedó relegada hacia los 14 años por una visión más determinista de la realidad. Sin embargo, mi rechazo hacia el ámbito de la espiritualidad, a lo que sin duda contribuyó mi educación religiosa, cambió de repente cuando mi mujer enfermó de gravedad y se curó al margen de la medicina convencional cuando parecía que no había opción… El proceso de transformación interna que ella vivió a raíz de esa experiencia tuvo un reflejo directo en nuestro día a día, y eso acabó despertando en mí un gran interés por el ámbito del autoconocimiento. Fue así como decidí dejar el mundo empresarial para centrarme en atender y descubrir el ámbito más subjetivo de la realidad que había desatendido hasta entonces. Y de ahí nació el proyecto de la escuela…

¿Qué has podido constatar a lo largo de todos estos años?

Que el cambio que puedes llegar a generar en el mundo si te atiendes primero de todo a ti mismo es mucho más grande de lo que podemos llegar a imaginar. Cuando uno cambia, a partir de su propia voluntad, el entorno empieza a cambiar también… Es como una onda expansiva.

¿Vivimos en una sociedad muy enferma?

Completamente. Creo que no conozco a nadie que no tenga una farmacia en su casa, aunque sea de medicina alternativa… La verdad que cuesta mucho encontrar a personas que tengan sus pensamientos, sus emociones y sus acciones mínimamente ordenados. Lo cual no quita que esta sea también una sociedad que ha conseguido grandes logros. Siento que todo el dolor, sufrimiento y sacrificio de las generaciones anteriores ha sido necesario para poder tener hoy en día un mundo con un conocimiento tecnológico en el que se pueden generar las posibilidades para que sus habitantes no sigan siendo esclavos de unos patrones y se autorrealicen.

Sin embargo, innumerables personas utilizan a diario la tecnología para la distracción…

Las posibilidades están ahí y yo me refiero a un ámbito muy concreto de ese conocimiento… Obviamente, la tecnología puede ponerse al servicio de la conciencia, pero también al servicio del ego…

A menudo es fácil caer en el desánimo mirando alrededor…  

Tiempo atrás tenía una visión muy pesimista y estaba convencido de que la autorrealización iba a ser siempre algo únicamente para unos pocos. Pero a medida que me he ido abriendo hacia el exterior en mi proceso de autoconocimiento, me he ido dando cuenta de que hay mucha otra gente haciendo una labor extraordinaria en el proceso de extender el cambio de conciencia. En lugar de luchar por cambiar el sistema, creo que es mucho más efectivo centrar las energías en ayudar a cambiar a las personas. No obstante, incluso en el ámbito de ciertas corrientes espirituales aún hay una gran tendencia a buscar cambios externos sin atender la auténtica necesidad: el proceso de cambio interno.

¿Por qué crees que cuesta tanto aceptar y asumir la propia insatisfacción vital?

Prácticamente cualquier persona que decide empezar a destapar sus desórdenes lo hace encontrándose ya muy desordenada tras años y años de condicionamientos que se han ido almacenando en el subconsciente. Y el mecanismo asociado al piloto automático de supervivencia dentro de nuestros patrones más conocidos se activa con mucha facilidad, incluso en las personas que se encuentran en un proceso de desarrollo espiritual. De hecho, hemos puesto la maravillosa capacidad de nuestra inteligencia al servicio de tapar nuestros conflictos. Nos hemos hecho expertos en tapar…

¿Es posible meditar y al mismo tiempo engañarse con facilidad?

Si centro mis esfuerzos en meditar pero me aparto del mundo para que nada perturbe el gozo que experimento en ese espacio, para mí, eso no es un proceso de crecimiento espiritual. En cualquier camino de desarrollo hay que poner mucha atención porque a la que te descuidas ya estás tapando… Además, hay que tener también en cuenta un peligro añadido; cuanto más sabes, menos hay que tapar pero al mismo tiempo también sabes tapar más…

La importancia de la honestidad con uno mismo…

Otra de las cosas básicas que he aprendido a lo largo de todo este tiempo, es que yo sólo enseño aquello que he descubierto dentro de mí. Las enseñanzas externas pueden servirte de inspiración, pero todo tiene que acabar pasando siempre por la propia experiencia para que te pueda servir de verdad. Relacionado con todo esto, también me llama mucho la atención que a menudo esperamos que lleguen los días de vacaciones para desconectar, pero nos preguntamos muy poco a qué estamos conectados durante todo el año para desear tanto que llegue el momento de desconectar… Si atendiéramos más este aspecto, nos daríamos cuenta de nuestras contradicciones, y como queremos evitarlo a toda costa por eso necesitamos drogarnos, distraernos y evadirnos de múltiples maneras… Al final, tapar es un mecanismo de protección para evitar sentir la propia contradicción.

Aún hay mucha gente que defiende la felicidad de la inconsciencia…

No querer darte cuenta de la posición en la que estás no te evita estar ahí y seguir sufriendo las consecuencias a través de múltiples conflictos. Y si crees que no tienes ningún conflicto, seguramente es porque has ido restringiendo y limitando tu vida a aquellos aspectos donde no los sientes. Conocerte no empeora la situación en la que ya estás, en todo caso sólo te puede llevar a mejorar.

¿Y qué es lo que nos suele empujar a dar un paso adelante?

No siempre tiene que partir de una crisis profunda… Se puede originar a partir del cuestionamiento de un sistema o modelo de vida que un buen día deja de servirte porque te das cuenta de que a pesar de tenerlo aparentemente todo, te sientes insatisfecho. Ese paso suele producirse cuando uno empieza a plantearse seriamente qué puede haber  más allá de lo conocido.

¿Crees que el autoconocimiento es un valor en alza?

Siento que cada vez hay más personas con la necesidad de indagar para estar mejor, pero a muchas de ellas aún se les hace demasiado arduo entrar y rebuscar en según qué lugares internos donde inevitablemente también vamos a encontrar dolor. Hace 15 o 20 años, meditar era similar a formar parte de una secta, mientras que hoy en día la oferta de crecimiento personal es tan amplia que cada persona con un mínimo de inquietud puede encontrar lo que más se ajuste al momento en el que se encuentra.

¿Cómo valoras los recursos de la educación convencional para el desarrollo íntegro de la persona?

Yo sólo puedo hablar por mí, y en este caso, a mí se me enseñó perfectamente cómo no se tiene que enseñar… Es decir, que todo mi proceso de educación fue un recorrido de lo que no se tiene que recorrer. Creo que prácticamente no puedo salvar nada de la educación que recibí. No obstante, haber tenido una educación religiosa me ha permitido darme cuenta de que, en el fondo, leyendo entre líneas, las personas que me la transmitieron estaban intentando explicar lo mismo que yo explico ahora. Ahora bien, las alegorías que transmite la religión hay que saber traducirlas y aplicarlas al día a día. En este sentido, este conocimiento a mí me ha ayudado mucho. Aunque sea como perlas que hay que saber encontrar y pulir dentro de un vertedero.

Si Dios pudiera hablar…

Más allá de cualquier voluntad, para mí Dios se manifiesta en la totalidad. Y es increíble la tergiversación que se ha llegado hacer de un mensaje que en el fondo habla de amor y que al mismo tiempo nos lleva a matar por ello… En su propia etimología, la religión nos habla de unión y no de separación.

¿Cómo resumirías el enfoque que persigues en tus proyectos?

Que cualquier persona, más allá de todo lo que le ha venido dado, se pueda apoderar de su singularidad y de su propia vida. Para poder gestionar tu vida, primero de todo debes aprender a gestionarte a ti mismo.

¿Cuál es tu visión acerca de la presencia?

Es muy simple… Si no hay presencia, hay piloto automático. Es decir, hay ego. El ego siempre va a estar ahí, pero el problema no es que esté, sino estigmatizarlo y no saber qué hacer con él… La presencia desde la visión interna es algo que siempre ha estado también en la base de todas las religiones, pero esto ha ido derivando únicamente hacia la visión externa; es decir, en la creencia de que dependo de algo externo que me vigila. Ya sea Dios, mi padre, mi madre, mi pareja, mis hijos… El 99% de la población aún sigue entregando diariamente su propia autonomía en busca del reconocimiento externo.

Y huimos de la contemplación y el silencio…

Hay mucha confusión respecto a esto… La vida contemplativa no se trata de una actitud pasiva, sino de adoptar una observación sin juicio de lo que ocurre a tu alrededor. Un darme cuenta de las cosas que suceden y más allá de criticarlas o rechazarlas, ver qué tienen que ver con mi vida. La vorágine del pensamiento en la que nos hallamos inmersos nos ha hecho volcarnos por completo en el mundo objetivo, olvidándonos de algo fundamental: dónde estoy yo como sujeto.

¿Qué visión nos ofrece la psicología transpersonal?

Ir más allá de la personalidad y los mecanismos de defensa que construye el ego para crecer. Mientras que la psicología conductista, de corte más tradicional, estudia al individuo como si fuera un animal, la transpersonal busca apoderarse de esa condición animal para convertirnos en seres humanos.

Se pueden practicar muchas disciplinas de desarrollo personal y espiritual y estar desconectado del amor real… ¿Cómo es el amor de verdad?

Ciertamente, existe un ego espiritual tremendo… Aún se confunde mucho amar con querer, que es lo que tiene lugar siempre que estoy buscando algún tipo de prestación. En el amor consciente no hay dolor ni ningún tipo de desorden, aunque sea algo que cueste de asimilar.

¿Qué argumentos darías a un lector de prensa diaria para invitarle a tener una visión positiva de la vida?

Que lo lea como si fuera un extraterrestre… Cuestionando, poniendo en duda y tomando distancia…

¿Cuál es tu actual grado de optimismo real?

En este sentido, considero que, a pesar de todo, a nivel de conciencia, vamos dando pasos adelante hacia una dirección interesante…

¿Y cómo llevas la relación con tu propio ego?

Intentando apropiarme de él y que no se apropie demasiado de mí… Sea como sea, no es algo que a día de hoy me genere conflicto.

Un libro y una película para inspirar el despertar…

Ahora mismo, recomendaría dos películas; Gravity, que explica todo el proceso transpersonal, y Pinocho de Walt Disney, que en el fondo viene a explicar lo mismo pero de una manera mucho más sencilla. Y en cuanto a libros, si tuviera que quedarme con uno sería el Tao Te King, que reúne belleza, sabiduría, poesía… Aunque no soy muy partidario de recomendar libros, ya que considero que no hay mejor libro que la propia experiencia personal, por tanto, la mejor recomendación sería leer lo que ya llevas dentro.

¿Y un último mensaje que quieras resaltar para terminar?

No te creas nada.

Desarrollo personal, Salud emocional

Mercè Conangla: desarrollo y sostenibilidad emocional

«Hay que educar para conseguir ser seres humanos más creativos, amorosos, pacíficos y autónomos»

Psicóloga clínica especializada en educación emocional y fundadora de la Fundació Àmbit, Maria Mercè Conangla dirige también el Instituto de Ecología Emocional, un concepto que ella misma creó junto a su colega Jaume Soler para definir la gestión creativa y amorosa de nuestra energía emocional con el objetivo de mejorar como personas, aumentar la calidad de nuestras relaciones y respetar y cuidar también el mundo que nos rodea. La Ecología Emocional ofrece un paralelismo creativo entre la gestión medioambiental y la forma de entender y gestionar las emociones, con dos valores claves: la responsabilidad y la conciencia del impacto emocional global. Es decir, se basa en la visión de que todo lo que hacemos y todo lo que dejamos por hacer tiene consecuencias en el equilibrio del ecosistema humano. Además de co-dirigir el Máster de Ecología Emocional en Barcelona, ​​Madrid, Zaragoza y México, y colaborar con diversas universidades, hospitales e instituciones como conferenciante, formadora y dinamizadora de equipos de trabajo, Maria Mercè Conangla ha publicado también numerosos libros en los que profundiza de manera didáctica y práctica en el ámbito del autoconocimiento y la exploración emocional.

¿Qué grado de importancia tienen las emociones para nuestra salud?

Son informaciones valiosas, un lenguaje que nos aporta datos sobre cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea. Este lenguaje nos dice si las respuestas que estamos dando son adaptativas y equilibrantes o nos llevan al territorio del sufrimiento.

¿Qué impacto tienen en nuestro cuerpo si no las atendemos adecuadamente?

Atender las emociones es una oportunidad para mejorar nuestras conductas y reajustarlas. Si así lo hacemos, podemos encaminamos hacia la armonía y el equilibrio, pero si las reprimimos o no les damos la salida adecuada, entonces podemos somatizarlas en forma de contracturas, migrañas, alteraciones de la piel, predisposición a determinadas patologías como úlceras de estómago o problemas cardiacos, hipertensión, etc.

¿En qué momento nos encontramos evolutivamente como sociedad en relación al mundo emocional?

En los últimos veinte años, hemos avanzado en cuanto a la toma de conciencia. Cuando iniciamos nuestra actividad en la Fundació Àmbit prácticamente no había ninguna entidad que tratara el tema a nivel preventivo. Nuestros grupos de crecimiento personal y cursos de gestión de emociones abrieron paso en muchos sentidos a la normalización del tema. Ahora, con el Master de Ecología Emocional a través del cual formamos profesionales en España y México, ​​estamos generalizando la siembra a fin de llegar a escuelas, organizaciones, centros de salud y al ecosistema familiar. Es cierto que todavía queda mucho camino por recorrer, pero también lo es que cada vez hay más personas preparadas para ayudar a entender las grandes oportunidades que nos puede aportar una adecuada gestión de las emociones.

¿Por qué nos da tanto miedo sentir?

Puede darnos miedo sentir porque hasta cierto punto es algo que hemos vivido con prohibición: «No te preocupes, no temas, no estés triste, no llores, no te enfades …». Y también se nos ha dicho que es feo sentir celos, envidia… en lugar de legitimar que no elegimos lo que sentimos y darnos cuenta de que esa información puede ser muy útil para entender lo que nos pasa, así como una oportunidad para mejorar nuestras respuestas. Tampoco nos han explicado que hay que aprender a traducir la información emocional e incorporarla en nuestro mapa mental. Pues es así, haciendo un trabajo de equipo entre mente y emoción, como podemos llevar a cabo acciones más equilibradas que generen amor, paz y armonía a nuestro alrededor.

¿Podríamos decir que la educación emocional es antisistema?

Creo que ahora ya no lo es, al menos en nuestro entorno inmediato. La tarea que hemos realizado durante mucho tiempo empieza a dar sus frutos. Sabemos que un país que quiera tener futuro debe contar con personas inteligentes pero también emocionalmente ecológicas, porque, en definitiva, las emociones condicionan el resto. ¿De qué sirve una persona con una enorme capacidad cognitiva si se queda frenada por sus miedos o bien es incapaz de construir relaciones de calidad? Ahora bien, también es cierto que personas con una mente crítica y con capacidad para autogestionar su mundo emocional pueden ser vistas como «peligrosas» por aquellos que quieren dominar y subyugar a los demás. Precisamente, en el ámbito de la Ecología Emocional proponemos educar en el llamado “modelo CAPA”: persona Creativa-Amorosa-Pacífica-Autónoma, que es todo lo contrario de una persona influenciable, fácil de domesticar y sin visión crítica.

Nos pasamos la vida proyectándonos hacia fuera, también en las luchas para cambiar las cosas… ¿La verdadera revolución debería empezar antes que nada por atenderse emocionalmente a uno mismo?

La dirección siempre debería ser «de dentro hacia fuera». No podemos dar lo que no somos. No podemos pedir a los demás lo que no somos capaces de ser o hacer. Por lo tanto, hay que desarrollar también la coherencia de lo que llamamos el «eje PEA» (Pensamiento-Emoción-Acción). Así, nosotros priorizamos poner en orden nuestro hogar interior; ordenar la mente, contactar con nuestro mundo emocional, aprender a gestionarlo… Cuando todas las personas lo consigamos ya no serán necesarias las revoluciones fuera porque habremos alcanzado un nivel ético y de coherencia que hará que lo que hagamos fuera pase a estar más orientado a la creación amorosa en lugar de dirigido a la destrucción.

¿La armonía entre pensamiento-emoción-acción es pues el gran objetivo?

Sí, ya que sin esta coherencia no hay armonía, ni salud emocional, ni capacidad de influir positivamente a los demás.

¿Qué consejos pueden ayudar a la hora de decidirnos a vivir con mayor conciencia nuestras emociones?

Yo recomendaría conocer la Ecología Emocional y todo lo que desde hace años venimos trabajando. Tenemos tres mundos por cuidar: el mundo interior (nuestro hogar y casa emocional), el mundo exterior y el mundo virtual. En todos ellos, hay que evitar la contaminación, preservar los espacios y cuidar las especies emocionales únicas como por ejemplo la ternura y la compasión. También es conveniente aplicar las «cuatro erres»: reducir tóxicos emocionales, reciclar y reutilizar capacidades dormidas, y reparar heridas emocionales, así como cargarnos a fondo de energías emocionalmente ecológicas (generosidad, amor, gratitud…) en lugar de movernos por obligación o coacción… ¡Hay tanto por hacer!

¿Tan importante como no reprimir las emociones es no dejar que éstas nos arrastren?

Exactamente. Si habláramos de un segmento, en un extremo estaría la explosión emocional y en el otro la represión emocional. La gestión emocionalmente ecológica radica en el centro. «El camino del centro» significa expresar lo que sentimos a la persona adecuada, en el momento adecuado, con el propósito adecuado, y de la forma correcta. Nosotros lo llamamos «aplicar la metáfora Aristóteles», puesto que en el libro “Ética a Nicómaco” él ya asentó estas bases de gestión emocional.

Otra gran asignatura pendiente es aprender a comunicarse y compartir cómo nos sentimos para acercarnos en lugar de alejarnos…

Y eso sólo lo podremos hacer si aprendemos a comunicarnos mejor con nosotros mismos y a mantener un eje Pensamiento-Emoción-Acción bien alineado.

¿Qué similitudes presentan la ecología y las emociones?

Desde el año 2002, cuando creamos el modelo de Ecología Emocional, todo nuestro trabajo ha consistido en desarrollar este paralelismo y generar herramientas para encontrar la mejor manera de gestionar nuestro mundo emocional. Se pueden encontrar muchos recursos en nuestros libros, concretamente hemos trabajado con las metáforas en “Emociones: las razones que la razón ignora”. También en “Las veinte perlas de la sabiduría” seguimos explorando las metáforas estableciendo paralelismos con la naturaleza, los paisajes y algunos otros seres.

¿Integrar la exploración emocional con el avance y uso de la tecnología es un reto alcanzable?

No sólo es alcanzable, sino que además es urgente, necesario e imprescindible. Si no lo hacemos así, podemos llegar a deshumanizarnos y a crear una sociedad robótica y uniformizada fácilmente influenciable y manipulable.

¿Qué balance puedes hacer del trabajo que lleváis realizado con un poco más de detalle?

Yo lo definiría como un trabajo lento, imparable, sólido, creativo, de un elevado nivel de calidad y con resultados excelentes. Con Jaume Soler, co-creador de este modelo y co-autor conmigo de todos los libros de Ecología Emocional, seguimos escribiendo nuestra experiencia y aportando mejores formas de gestionar el mundo emocional, y al mismo tiempo, estamos trabajando con todo el equipo de los diversos Institutos para ir aplicando cada vez más nuestra propuesta en diferentes ecosistemas. Cada vez son más las comunidades educativas, hospitales y organizaciones que están aplicando nuestra metodología y el clima emocional en todas ellas se está viendo muy beneficiado. Además, no hay que olvidar también que estamos sembrando la futura generación de personas CAPA (Creativas-Amorosas-Pacíficas-Autónomas), que sabemos que serán más resilientes a los entornos de incertidumbre que deberán encarar.

¿Cuál es la mayor dificultad con la que te acostumbras a encontrar a la hora de hacer tu trabajo?

Siempre hay alguna resistencia, sobre todo por desconocimiento. Por ejemplo, a la hora de gestionar presupuestos hay muchas entidades que dan preferencia a la formación en nuevas tecnologías y en campos donde los resultados son más inmediatos. Mientras que en nuestro trabajo hay que respetar el tempo y los procesos individuales, y esto no es rápido ni se ve inmediatamente. Cabe recordar al Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos»… Hay que hacer mucha pedagogía y ampliar la difusión para que nuestros recursos puedan llegar cada vez a más personas que quieran crecer a nivel personal y mejorar su gestión emocional.

¿Y el aspecto que más te anima a seguir adelante?

Los resultados que vemos. El convencimiento de que hay que despertar la conciencia, de que si no somos parte de la solución estamos siendo parte del problema. Sabemos que nos encontramos en un punto crítico donde nos jugamos nuestro futuro y el futuro de las personas que nos seguirán. Así pues, ¿apostamos por un ser humano alienado, conectado con la tecnología y desconectado de sí mismo y de los demás, fácilmente manipulable y dirigido por sus pasiones?, ¿o educamos para conseguir ser seres humanos más Creativos, Amorosos, Pacíficos y Autónomos? Para nosotros la elección está clara y es lo que nos da sentido.

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Desarrollo personal, Espiritualidad, Salud emocional

Mónica Cunill: abrazar la muerte, abrazar la vida

«La única forma de naturalizar la muerte es rindiéndonos a su realidad y abriéndonos a una fuerza superior»

Docente e investigadora en la Universidad de Girona, doctora en Psicología y cofundadora de la asociación para el bienestar emocional Grupo Vida, Mónica Cunill presenta una amplia trayectoria en el acompañamiento terapéutico en procesos de pérdida y duelo, así como en la atención familiar en contextos de crisis. No duda a la hora de señalar la necesidad de aceptar sin resistencia todo lo que nos va poniendo delante la vida para poder vivir con mayor plenitud, sin rehuir su lado más amargo pero sin quedarnos tampoco ahí estancados.

Sus planteamientos, avalados por más de 15 años de intensa experiencia, enlazan con los postulados básicos de la espiritualidad y suponen un auténtico desafío para las mentes más apegadas al plano estrictamente material de la realidad. Según ella, la alternativa al sufrimiento asegurado pasa por aprender a abrirse y rendirse, con amor y confianza, a la incertidumbre de todo lo que se nos escapa y no podemos controlar. Mónica Cunill colabora habitualmente con diversos medios de comunicación y es también coautora de libros como «Nadie me Entiende» (Ed. Luciérnaga) y «Rituales de despedida y Conmemoraciones: la celebración de una vida» (Ed. Alfinlibros).

¿De dónde viene tu interés por tratar con la muerte y los procesos de duelo?

Mi interés por mirar la muerte viene de la necesidad de encontrarme, de sentirme, de trascender mi ego y conectar con mi esencia. Y este viaje interior comenzó afrontando lo que limitaba mi camino, mi gran miedo a morir. Hace ya unos cuantos años hice de voluntaria en el Servicio de Duelo de Girona y fue en ese momento cuando empecé a mirar tímidamente de cara a la muerte y a darme cuenta de que podía acompañar en el dolor casi de manera natural…

¿Qué es lo principal que has aprendido en todos estos años de inmersión en lugares que habitualmente nadie quiere transitar?

La confianza. Confiando me he dado cuenta de que todo lo que nos pasa en esta vida tiene un sentido. Que las personas estamos en un proceso constante de desarrollo y que todas las situaciones de vida que atraemos deben ser consideradas como oportunidades para nuestra evolución. La muerte de un ser querido es la máxima prueba que tenemos que afrontar, supone la verdadera conquista de quien somos. La muerte nos da el regalo de la vida cuando estamos abiertos a recibirlo.

Miedo al dolor, a la tristeza, a la soledad, a la incertidumbre, al cambio… ¿Detrás de todos nuestros miedos se encuentra el miedo a la muerte?

El miedo a la muerte es un miedo muy común. Pero cuando hablamos de este miedo es interesante ver qué es lo que realmente nos asusta, ya que puede ser de varios tipos. Hay personas que tienen miedo al proceso de morir (al dolor físico, a estar en el hospital, a la pérdida de autonomía…), otros tienen miedo al momento de la muerte (al qué se siente en ese momento preciso, a dejar de ser…) y también está el miedo al más allá (al castigo, a la incertidumbre de lo que habrá). Y a su vez, la persona en duelo también alberga sus propios miedos; a las consecuencias, al «no lo volveré a ver nunca más»… al «¿cómo voy a hacerlo a partir de ahora?», «no seré capaz de vivir sin él …». En el fondo, se trata de un momento de total reencuentro con uno mismo, con nuestra fragilidad. La expresión natural del miedo es prepararte para el futuro, podríamos decir que el miedo es la emoción del futuro. Hablar del tema, de lo que me está pasando, de lo que me preocupa, es un primer paso para resolver el miedo y luego hacer algo. Es una acción muy necesaria para poder afrontar tanto lo que hay como lo que está por venir.

¿Cómo aceptar la muerte en una cultura que le da la espalda?

Para poder aceptar la muerte, el primer paso es hacerla presente, conectar con el hecho de que nuestro tiempo es limitado y muy valioso. En realidad, una sociedad que le da la espalda a la muerte es una sociedad que le da la espalda a la vida, y por lo tanto, con esta actitud pasamos de puntillas y nos convertimos en actores secundarios de nuestra propia película. A veces, tenemos que esperar a perder a alguien querido para poder mirar a la muerte de frente y darnos cuenta de que sólo teniéndola presente podremos vivir la vida en mayúsculas; dejando huella, priorizando y relativizando. Aceptar la muerte es un movimiento tan doloroso como liberador.

¿Hasta qué punto nos condiciona la culpa?

La culpa en los primeros momentos del duelo es un mecanismo de defensa, nos ayuda a distraernos mentalmente de la realidad, de lo que hay. Nos resulta más llevadero darle vueltas a cuestiones del tipo: «¿Por qué…?», ​​»Y si…», «Si él/ella no hubiera …», «¿Por qué no me di cuenta?», que conectar con el dolor real de la ausencia de la persona perdida. Por otra parte, cuando podemos conectar con el dolor real puede aparecer otro tipo de culpa relacionada con los asuntos pendientes en la relación con la persona perdida: «No le di nunca las gracias…», «No le dije te quiero…”, «Estábamos peleados cuando murió… «, un tipo de casos que suponen una buena oportunidad para que la persona pueda cerrar de manera simbólica lo inconcluso de la relación y soltarla. La persona en proceso de duelo puede ir aceptando poco a poco la fragilidad y la imprevisibilidad de la vida, la limitación de la condición humana y la incapacidad de protección total de los seres queridos.

¿Qué otros factores o dinámicas nos mantienen atados al sufrimiento?

Cómo nos relacionamos con el dolor es determinante para la evolución de nuestro proceso de duelo. Y esto tiene que ver con nuestra libertad de conciencia para elegir cómo vivir la muerte. Es en este punto donde radica la diferencia entre vivir el dolor y encadenarse al sufrimiento. Queda claro que el dolor es natural, debe estar allí. Si ha habido amor, entonces debe haber dolor, por tanto, lo necesario y natural para adaptarse a la situación es estar triste, estar enfadado, tener miedo, etc. El dolor no es más que otra versión del amor. Así pues, necesitamos conectar con el dolor, acogerlo, abrazarlo como parte nuestra, y también no dejar de poner la mirada en la vida. Ahora bien, cuando la gestión del dolor consiste en quedarnos apegados a él y dejarnos arrastrar por su intensidad, cuando adoptamos el rol de víctima o nos resignamos, entonces hay sufrimiento. Cuando la persona evita cualquier contacto con el dolor, ocupa todo su tiempo con cosas, consume alcohol, hace ver como si no hubiera pasado nada y su cuerpo se queja… Entonces hay sufrimiento.

¿Cómo nos podemos ir entrenando en el día a día para que estos procesos no resulten tan traumáticos?

Una situación es traumática cuando no la podemos aceptar, cuando la evaluamos como negativa y luchamos contra lo que es. La única forma de naturalizar la muerte es rindiéndonos a su realidad y abriéndonos a una fuerza superior, contemplando la posibilidad de la trascendencia, de una continuidad no corpórea, de una conexión que está fuera de la comprensión mental. Por lo tanto, un primer paso sería tener presente la muerte cada día y empezar a relacionarnos con ella desde un enfoque posibilitador, como motor de aprendizaje.

¿Con qué grado de conciencia crees que afrontamos los pequeños duelos que nos va trayendo la vida?

La vida es muerte a cada segundo. Debemos soltar lo que acaba de ser para vivir lo que será. Esto es esencial, pero para darme cuenta necesito vivir con conciencia plena del momento presente. Y hoy en día, nuestra mente nos hace prisioneros y nos priva de vivir la experiencia tal como es. Desde esta ceguera no podemos vivir el presente y no podemos ser conscientes ni de las ganancias ni de las pérdidas. Viviendo en el aquí y en el ahora puedo crecer a través de los pequeños duelos y tener la certeza de haber vivido cuando llegue la muerte. Si no dejo ir, no me puedo abrir a futuras experiencias mayores y mejores… Yo siento que, poco a poco, las personas vamos despertando de una especie de sueño profundo de una realidad irreal, creada por nuestra mente individual, y de entrada, este despertar provoca un choque y nos sentimos perdidos. Pero aquel que despierta siempre encuentra una guía. Es importante tomar la vida entera tal y como es, vivir la experiencia de los hechos sin evaluación de positivo o negativo, y por tanto, integrar la pérdida como parte de la vida.

¿Por qué crees que hay tanta resistencia a mirar de frente lo que es inevitable?

Porque nos da miedo y nos hemos refugiado en «la matrix»; la ciencia y la supremacía de la mente. Y esto nos cierra la puerta a lo que la ciencia no puede explicar… Por otra parte, hay una especie de mutilación de las emociones, todo lo que nos supone dolor lo miramos de evitar y luchamos para hacerlo, convirtiendo una experiencia natural, como puede ser sentir tristeza, en sufrimiento. Somos una sociedad hedonista que no vive y está deshumanizada.

¿En esto Oriente nos lleva mucha ventaja?

No lo tengo demasiado claro… Quizás, como colectivo, me da la sensación de que la espiritualidad tiene mucha más fuerza allí que aquí, pues parece ser que el pensamiento científico no les ha envenenado tanto la posibilidad de trascendencia. Pero a nivel individual, en Oriente, también existe el miedo y el sufrimiento ante la pérdida.

¿Vivir y amar sin reservas nos hace estar más en paz ante los procesos de duelo y muerte?

Por supuesto. El entregarse a la vida te permite confiar y abandonar el miedo, es lo que te permite evolucionar. Cuando vives el presente y compartes lo que sientes con las personas de tu entorno, eso te hace sentir libre. No tener nada pendiente por decir o nada pendiente que resolver con nadie es un primer paso para sentirte en paz. Comprender que todas las personas hacen las cosas lo mejor que pueden y saben y que nadie tiene derecho a juzgar a nadie hace que no te enganches a las circunstancias de lo vivido. Y para ello, ante un conflicto, es muy importante poder conectar con la compasión hacia el otro, entendida ésta como amor en acción.

Entregarse en las relaciones pero sin aferrarnos a ellas… ¿Un ideal muy difícil?

Amar no es poseer, nadie nos pertenece, ni siquiera nuestros hijos. Cuando amas a alguien desde el amor incondicional eres capaz de amar a esa persona aunque no esté a tu lado; su presencia física no es una condición para poder sentir ese amor. El que se aferra en realidad es nuestro ego, en un intento de «tener». Cuando el amor es real sabes que tienes que soltar sin miedo porque el amor nunca muere y el vínculo es para siempre.

¿Cuál es el mejor consuelo ante la pérdida?

Ayudamos a la persona en duelo cuando escuchamos sin juicio su dolor, cuando la acompañamos con nuestra presencia, cuando estamos disponibles, cuando preguntamos qué necesita y no presuponemos qué es lo que le irá bien, cuando respetamos su ritmo, cuando no comparamos su dolor, cuando participamos de los rituales de despido y homenaje, cuando la animamos a poner palabras a lo que siente y sostenemos sus silencios… Y la persona en duelo encuentra consuelo cuando conecta con el amor incondicional fruto del proceso de transformación que conlleva el duelo. Este amor te dice que las personas que se quieren siempre están unidas, que la muerte no existe…

¿La fe ayuda o despista?

La fe da sentido a la vida. Aquello que me pasa es lo que me tiene que pasar. La muerte nos da la inmortalidad… La fe es confianza, es un acto de entrega a unas manos más grandes, a Dios. Nos sirve para entender que lo que está detrás de lo que nos pasa es nuestro plan evolutivo, y por este motivo, lo que vivimos tiene que ser lo mejor para nosotros a cada momento, sea lo que sea. Todo tiene un porqué. Las situaciones difíciles que nos toca vivir siempre son una oportunidad y un aprendizaje; disponemos de los recursos suficientes para hacer frente a cualquier cosa que se nos ponga delante. Tener fe ayuda indudablemente, ahora bien, no te ahorra la vivencia del dolor.

¿Sientes y transmites la muerte como un punto y seguido?

Sí. El nacimiento y la muerte forman parte de nuestra existencia, son momentos de tránsito, de cambio. En realidad, somos seres espirituales que estamos viviendo una aventura terrenal. Todas las personas tenemos un destino común que es la felicidad de verdad, y la podemos lograr a través de la evolución en el amor. El Ser nunca deja de existir, es inmortal. Lo que muere es el vehículo que utilizamos para podernos manifestar en el plano físico.

¿Crees por tanto en un más allá? ¿Con qué significado?

Creo en la existencia del mundo espiritual. Cuando morimos, nuestra conciencia se desprende del cuerpo físico y vuelve al mundo espiritual que es de donde ha venido. Es decir, continúa su vida sin estar ligada a la materia. Y todo ello, en un proceso de reencarnaciones sucesivas. Es decir, nuestro espíritu, procedente del mundo espiritual, se liga de forma material al cuerpo de un bebé para aprender de esta experiencia y pasa una etapa encarnado hasta que se produce la muerte de su cuerpo, entonces se desvincula de él y vuelve al mundo espiritual. Nuestra Conciencia no desaparece nunca. La muerte como final no existe.

¿Cómo nos puede ayudar la espiritualidad a la hora de transitar el duelo y la muerte?

La espiritualidad lo es todo. Tener fe, para mí, significa que la vida física no es más que un instante en la vida real que nunca se acaba. Que la muerte del cuerpo no es el fin, sino una etapa de transición hacia otra existencia menos limitada. Que todos nos reencontraremos con los seres queridos que se fueron antes que nosotros y que también nos los encontraremos en encarnaciones posteriores. Sentir que existe un plan para cada uno de nosotros, que pretende que vayamos creciendo en amor y sabiduría, y que sea por nuestros propios méritos a base de experimentar en el plano físico, con libertad. Que las circunstancias que vivimos en la vida no son fruto del azar, sino consecuencia de actos realizados en otras vidas. Que antes de nacer ya conocemos las pruebas que nos tocará enfrentar en la vida y nos preparamos para poder afrontarlas con éxito. Por lo tanto, cuando entiendes que la vida tiene este sentido, puedes estar más abierto a aceptar lo que te llega.

¿Crees que las futuras generaciones podrán integrar más el duelo y la muerte con la vida o eres más bien pesimista?

Estoy convencida de que las nuevas generaciones vienen más abiertas al trabajo espiritual y que es responsabilidad nuestra acompañarlos en este camino mucho más consciente.

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Desarrollo personal, Yoga

Jaume Turrà: el cultivo de la atención discreta

«El yoga no nació para resolver los problemas de las personas, sino para ayudarlas a descubrirse»

Profesor de yoga y meditación desde hace más de 40 años, psicoterapeuta especializado en psicología humanista y responsable del Centro de Yoga y Técnicas psicocorporales de Figueres, Jaume Turrà (Palau Saverdera, 1945) fue uno de los pioneros en la introducción y divulgación del yoga en Cataluña. Ya de muy joven quedó fascinado por las posibilidades que le ofrecía el yoga, una herramienta aún bastante desconocida por aquel entonces que le ayudó a reconducir su fuerte personalidad y a liberarse progresivamente del estrés que sufría hasta el punto de decidir abandonar el negocio familiar que le correspondía y replantearse qué quería hacer realmente con su vida. Fue así como se decantó por escuchar lo que más resonaba en su interior y se lanzó a la aventura de abrir su propio centro, el primero que vio la luz en la demarcación del Empordà. Muy comprometido también durante todos estos años con su labor de autoconocimiento y crecimiento personal, actualmente se muestra muy afortunado de haber tenido la oportunidad de profundizar tanto de la mano de influyentes figuras que se fue encontrando por el camino, como el maestro hindú Swami Muktananda y el catalán Antonio Blay, uno de los precursores de la psicología transpersonal en nuestro país.

Para Turrà, el yoga es un proceso para toda la vida con dos aspectos que considera fundamental trabajar para no quedarse varado en la superficie; el desarrollo de la atención y las relaciones psicosomáticas. En ambos puntos se focaliza precisamente el Purna Yoga o Yoga integral, la especialidad que decidió seguir e impartir después de pasar también por muchas otras técnicas y especialidades. Poco amigo de protagonismos y reconocimientos, y abarcando cada vez menos actividades para disfrutarlas y digerirlas mejor, nuestro entrevistado demuestra estar ya de vuelta de todo desmontando clichés y priorizando por encima de todo la sencillez y el desapego. Según él, todas las técnicas y toda la disciplina que a menudo requieren tantos esfuerzos, en el fondo, sólo deberían ser un tránsito hacia la mejor meditación posible: lograr vivir de una manera más despierta y consciente cada día.

¿Cómo definirías el yoga?

Como una manera de vivir. Una vía para descubrir la actitud positiva y la alegría de vivir en el momento presente, en el ahora. También se podría definir como el desarrollo de la persona para realizar su verdadero potencial, para llegar a encontrar lo que en realidad es; lo que hay detrás de lo que cree ser.

¿Cómo valoras el uso que se hace hoy en día, sobre todo en Occidente? ¿Crees que se encuentra muy desvirtuado?

Hasta no hace mucho no estaba demasiado desvirtuado. Era una profesión más, no reglada pero con cierto prestigio gracias al trabajo de buenos profesionales. Ahora bien, en los últimos 10-15 años han ido surgiendo una serie de líneas dentro del yoga que yo calificaría como retales… Pueden tener su franja de practicantes pero se alejan del concepto más profundo de desarrollo global de la persona. Generalmente, los yogas más modernos están fragmentados y centrados sobre todo en el aspecto más físico.

¿Cuáles son los fundamentos básicos del yoga genuino?

El yoga en realidad es uno y se trata de un proceso evolutivo con varios pasos que se conocen con diferentes nombres. Se suele empezar por lo más básico, que es el cuerpo físico, trabajando las tensiones y las relaciones psicosomáticas que en él se manifiestan; esta primera fase se conoce como hatha yoga e incluye las posturas o asanas, las técnicas de respiración o pranayama y la relajación, una muy buena forma de introducir la concentración y la sensibilización de la atención. La evolución natural nos debería llevar después al raja yoga o yoga del control y disciplina de la mente, y más adelante, cuando ya se ha desarrollado un cierto nivel de sensibilidad, se encuentran el bhakti y karma yoga, que ayudan a la persona a ser más persona. Otro proceso posterior nos llevaría hacia el gñana yoga o yoga del discernimiento, muy importante también, pues hace referencia a un concepto que hoy en día escasea… Y más allá aún, encontraríamos también el tantra, que ya exige un grado de madurez diferente.

Partiendo del respeto a la tradición, ¿qué margen deberíamos dar a la creatividad?

Las personas solemos funcionar por hábitos, que es todo lo contrario a la realización del individuo. El proceso de desarrollo que propone el yoga, ir descubriendo lo que en realidad soy, está muy relacionado con la creatividad, con el hecho de ir encontrando respuestas genuinas a la vida sin depender tanto de los hábitos. En este sentido, cultivar nuestra capacidad de sorpresa en el día a día es muy importante.

¿Cuál es para ti la mejor forma de transmitir el yoga?

Para mí, un buen profesor de yoga, más allá de impartir los conocimientos técnicos básicos, debe aportar también aspectos de su experiencia personal. Todo buen profesor de yoga no debería dejar de trabajarse a sí mismo.

¿Y cuáles serían los principales requisitos para sacarle un buen partido a la práctica?

Para empezar, yo diría que no es necesario ningún requisito en concreto. Muchas personas empiezan a hacer yoga porque no se encuentran bien, padecen insomnio, tensiones, preocupaciones… Y han leído que el yoga les puede ir bien. Después es trabajo del profesor ayudar a ver a la persona que la causa de su malestar suele estar asociada con llevar un tipo de vida que en el fondo no se corresponde con lo que querría o necesitaría. Así pues, de forma progresiva, se trata de ir facilitando información para poner primero un poco de “orden en casa», y a partir de ahí, y de los efectos que se empiezan a manifestar poco a poco, ir desarrollando la capacidad de atención y relajación para poder ir integrando estos aspectos también, en la medida de lo posible, en la vida diaria.

Muchos practicantes se olvidan del yoga hasta que vuelven a la siguiente clase… ¿Es muy difícil adoptar los principios que rigen el yoga de forma integrada con nuestra vida cotidiana?

Bastante… Sobre todo porque no solemos tener los aspectos más básicos de nuestro día a día ni bien ubicados ni resueltos. Sin un mínimo de estabilidad en la base, se hace muy difícil intentar integrar otros principios que corresponden a niveles más profundos. Sin embargo, también es cierto que esta circunstancia, si se atiende de manera adecuada, puede dar pie a todo un replanteamiento de valores y prioridades para poder vivir con mayor armonía… Pero de entrada no resulta nada fácil.

¿Cómo ayuda la propuesta de la llamada “psicología de los chakras” con la que hace tiempo que trabajas?

Nos ayuda a darnos cuenta de cómo estamos en cada una de las diferentes áreas y facetas de nuestra vida, y a dar respuesta desde nuestro centro a todo lo que nos vamos encontrando.

¿Qué porcentaje de los actuales practicantes de yoga crees que tienen una auténtica voluntad de transformación?

Un tres o cuatro por ciento y quizás me paso de largo… Mucha gente encuentra en estos espacios un lugar donde sentirse bien y refugiarse un poco de sus problemas, pero al final, si no se quiere resolver realmente las cuestiones de fondo, la práctica se acaba convirtiendo en una especie de pastilla para el dolor de cabeza. Y en esta fase de resolver, que no es corta, ni fácil, ni agradable, se encuentran realmente pocas personas. Pocas personas hoy están dispuestas a llevar a cabo una revisión y actualización de todas aquellas cosas que no les están dejando vivir su presente. Esto es algo que no vende, pero es una realidad.

¿Cómo olvidamos lo que somos realmente?

De pequeños nos vamos alejando de nuestra esencia y vamos construyendo una serie de patrones de personalidad según lo que se nos va transmitiendo. Básicamente, porque la mayoría de padres, antes de educar a sus hijos, se han olvidado de reeducarse primero a ellos mismos. Y esto hace que tenga que ser después una inquietud personal la que nos empuje a cuestionar y derribar esos patrones, aunque la mayoría de la gente se acostumbra a vivir con ellos durante toda su vida.

¿Cómo encontrar el equilibrio entre disciplina y no rigidez?

En una primera fase es conveniente mantener una cierta disciplina para trabajar los hábitos que tenemos más arraigados, pero esto nos debe llevar a ir avanzando… Mientras que el inmovilismo o la rigidez es todo lo contrario al proceso evolutivo. A lo largo de nuestro proceso nos tenemos que ir observando para detectar, a cada momento, qué aspectos necesitamos trabajarnos más, y la rigidez sería uno de esos aspectos que, a su vez, también requiere disciplina para poderla superar.

¿Por qué somos aún tan poco conscientes de la importancia de trabajar la mente y las emociones?

Ciertamente se trata de un trabajo esencial y el hecho de que no sean aspectos tangibles lo dificulta… Químicamente, nuestro cerebro está más preparado para vivir las cosas positivas que las negativas, aunque desgraciadamente, a la hora de la verdad, nos pasan más desapercibidas las positivas y nos impactan más las negativas. Todavía no hemos aprendido lo suficiente a positivizar y a realizar aprendizajes constantes en las diversas situaciones que nos vamos encontrando… Saber escuchar qué nos dice la vida y no quedarnos estancados en la visión negativa es un ejercicio de gñana yoga.

A menudo nos vemos superados por la avalancha de pensamientos y emociones…

Y demasiado a menudo también nos damos una excesiva importancia y nos miramos demasiado el ombligo…

¿Hasta qué punto crees que es necesario complementar la práctica regular de yoga con una terapia psicológica para llevar a cabo un sólido proceso de evolución y crecimiento personal?

El yoga dispone de unas herramientas muy buenas pero también tiene un techo. Va muy bien para reequilibrar el sistema nervioso, por ejemplo, en casos de estrés y ansiedad, pero puede no ser suficiente y no dar respuestas resolutivas en casos o patologías determinadas. Por lo tanto, se tiene que examinar bien a la persona para ver cuál es realmente su situación y sus necesidades. La terapia es necesaria cuando hay que ir al origen del conflicto para enmarcar y tratar bien lo que nos está afectando. Por otra parte, en casos de psicopatías, la terapia y el yoga pueden ayudar pero la medicación será lo mejor. Debemos tener claro que el yoga es una herramienta muy buena pero no es una terapia ni ninguna varita mágica; no nació para resolver los problemas de las personas, sino para ayudarlas a descubrirse.

¿Qué nos puedes contar de Swami Muktananda?

Tuve la oportunidad de conocerlo en una de sus visitas a Barcelona, ​​donde a veces permanecía unos días en sus desplazamientos a los EE.UU. Era un hombre muy atípico, pero también un gran maestro capaz de hacerte vivir experiencias muy interesantes. Tenía un dominio de la energía extraordinario, incluso a distancia. Ayudó a dar saltos evolutivos a muchas personas con el objetivo de que cada vez hubiera más gente capaz de contribuir a afrontar los tiempos difíciles que pronosticó que nos esperaban…

Háblanos ahora un poco también de la figura de Antonio Blay…

Puedo afirmar que me ayudó a crecer globalmente como persona. Sus charlas y su ejemplo transmitían una gran madurez y sabiduría. No he conocido a nadie tan sabio e inteligente como él. Sus silencios también eran reveladores… Tenía un conocimiento extraordinario y eso que, a primera vista, por su apariencia, no parecía gran cosa…

¿Hasta qué punto es importante llevar una vida sana para estar en el camino del yoga?

Según mi punto de vista, cuando una persona tiene que poner mucha energía en mantener una serie de hábitos equilibrados, como por ejemplo suele ocurrir con la alimentación, significa que su equilibrio es más o menos delicado… Cuando una persona ya ha llevado a cabo todo un proceso de depuración a un nivel más profundo, todo esto ya lo tiene superado y puede optar por seguir este nivel de vida o no. Para mí, lo más importante en cuanto a los pequeños vicios o placeres que se pueden tener, es que estos no te dominen a ti.

Tengo entendido que no te gusta demasiado el reconocimiento… ¿Es un ejercicio para mantener el ego a raya?

Podría ser… Pero en realidad, el precio que se acaba pagando por el reconocimiento no me interesa. El anonimato tiene cosas extraordinarias, creo que te da más libertad para hacer y deshacer sin tener que dar explicaciones de nada. Estoy muy satisfecho con todo lo que he ido descubriendo de mí a lo largo de este camino, así como de todo el trabajo que he ido realizando, y no necesito más.

¿Te has topado con mucho ego espiritual en tu camino?

Por supuesto, y es peligrosísimo… Es relativamente fácil tener poder de sugestión sobre los demás cuando se tiene el don de la palabra y se está en una cierta posición. Ahora bien, todo esto no sirve de nada, y cuando una persona tiene necesidad de reconocimiento, debería preguntarse por qué…

¿Es el ego el principal obstáculo en el camino hacia uno mismo?

Sin duda, el ego es clave, pero se encuentra bien alimentado también por el deseo y el apego.

La importancia de no identificarse con nada y saber soltar…

La cuestión no es lograr nada, sino más bien irte desprendiendo de todo lo que te sobra para encontrarte con lo que en realidad eres.

¿En qué estado crees que te encuentras actualmente dentro de tu proceso de evolución personal?

No me interesa ponerle ningún nombre concreto ni ninguna etiqueta. Sólo sé que las meditaciones se van haciendo cada vez un poco más largas y las voy incorporando también más en el día a día… Siento que mi actitud vital es cada vez más simple, no me altero con tanta facilidad y veo también cada vez más a las personas más iguales… Y eso me hace sentir bien y ya me sirve.

¿Te sientes autorrealizado?

Aún no, pues no dejo de descubrir cosas… Estoy en el proceso.

¿Ves el futuro de la humanidad con optimismo?

Siento que venimos de una época en la que las personas se han identificado mucho con unos contravalores muy exteriorizados, pero últimamente, seguramente a raíz de la crisis, mucha gente se ha visto empujada a replantearse cosas a un nivel muy personal. Y es esto lo que creo que está ayudando a redescubrir poco a poco una serie de valores que habían ido quedando en desuso; como las relaciones, la sencillez, el mundo interior… Es cierto que el actual sistema se ha quedado del todo obsoleto y no tengo claro si caerá pronto o se mantendrá todavía por más tiempo, pero comprobar todo este replanteamiento asociado me hace ser bastante optimista. Ahora bien, todo dependerá de hasta dónde alcance el grado de inconformismo y de lo que, en última instancia, quiera la gente.

Y ya para terminar, ¿un consejo para alguien que se quiera iniciar en el camino del yoga y del crecimiento personal?

Que pruebe diferentes lugares y opte por ponerse en manos de personas rigurosas que atiendan el aspecto más global de la persona. Y una vez empiece, que practique lo que se le ofrece pero que no se crea al cien por cien lo que se le muestre como pauta. Es decir, que practique para comprobar en primera persona si lo que le dicen es realmente así. La confianza es necesaria, pero también lo es un punto de incredulidad… La curiosidad de investigar por uno mismo es muy importante.

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Sergi Torres: vivir la vida plena

“Lo que nos ocurre suele ser aquello que nosotros mismos decidimos experimentar”

Fisioterapeuta de formación y con estudios de psicopedagogía, Sergi Torres (Barcelona, 1975) vive volcado con entusiasmo en los últimos años en su faceta de conferenciante y divulgador de una nueva conciencia. Con sólo tres años de edad ya evidenciaba inquietudes existenciales y se hallaba estrechamente unido al sentido profundo de la vida, pero no fue hasta cumplir los 21 que esa semilla eclosionó con gran fuerza para cambiar radicalmente el orden de prioridades y volver a poner lo realmente importante en el lugar que corresponde. Lejos de la solemnidad y el arduo sacrificio que a menudo requieren ciertos caminos de crecimiento personal y búsqueda espiritual, el mensaje de Sergi es tan claro, simple y rotundo que roza lo desconcertante: la vida es felicidad, y si aún no somos felices es porque realmente no queremos serlo.

Con muchos nexos de unión en el fondo con diversas tradiciones y maestros, pero de un modo sencillo, fresco y cercano como pocos, sus propuestas van sobre todo dirigidas al corazón de todas aquellas personas que, dispuestas a tomar las riendas de su propia felicidad, están abiertas a desprenderse del miedo que nos produce la profunda transformación de nuestra mentalidad. En esta línea, Sergi Torres ha publicado diversos libros y ha sido la fuente de inspiración de la película “Yo, libre. Un viaje al instante presente”, que tal y como sucede con muchas de sus características y reveladoras charlas, puede verse gratuitamente a través de Internet.

¿Quién es Sergi Torres?

Sergi Torres es mi espacio de aprendizaje. Alguien que en algún momento de su vida se da cuenta de que la forma en que había vivido hasta ese momento era sólo una opción y no lo que se suponía que era… A partir de ahí, se abre todo un espacio de redescubrimiento constante de quién es Sergi Torres. Por tanto, ante esta realidad de cambio constante, siento que no tiene mucho sentido definir quién soy…

Empezaste muy pequeño con las inquietudes existenciales…

Es como si hubiera habido dos partes en mi vida. Por un lado, estaba el Sergi que iba al colegio y se relacionaba con sus padres y amigos, y por otro, el Ser que daba lugar a eso… Tengo recuerdos de una conexión con lo esencial y también, sintiéndome parte de este mundo, recuerdo que me hacía preguntas del estilo: “¿Quién he sido antes de ser Sergi?”. De muy pequeño tenía la sensación de que podía parar el tiempo y sentía que estaba llamado a transmitir ese conocimiento… La conciencia de ese Ser empezó a difuminarse en el momento que empecé a preocuparme por aprobar exámenes o a centrar mis esfuerzos en aprender memorizando cosas. Siento que mi conciencia se pasó de frenada al entrar en contacto con la faceta más racional de la persona.

¿Qué te ocurrió a la edad de 21 años?

Yo lo describo como una especie de volcán. Estando ya en la universidad, llegó un momento en que todo aquello que había ido quedando sepultado por mi personalidad y por mi forma racional de entender la vida, de repente resurgió de forma abrupta a la superficie. Fue así como empecé a recordar aquello que me era tan familiar y conocido cuando era pequeño, en un contexto en el que todo eso era opuesto o muy extraño. De esta manera, mi contexto cotidiano se vino abajo; perdí a todos mis amigos, mi familia no entendía qué me pasaba… y yo creía que me estaba volviendo loco.

¿Hubo algún suceso en concreto que desencadenara ese proceso?

Hay un suceso que no suelo contar para no generar confusión. Es decir, no fue únicamente el suceso el factor desencadenante, pero en parte sí. Me hallaba en un momento en el que cada vez estaba más interesado en cosas distintas a lo que me habían enseñado cuando fui a un taller de una de las médiums más reconocidas del mundo, Marilyn Rossner. Allí tuve una gran experiencia y algo se abrió de forma descontrolada…  Se disparó mi estado de percepción y los recuerdos de aquel contacto con lo esencial empezaron a sucederse como mares de lava. En el fondo, siento que era el momento de que aquello ocurriese y ocurrió de esa manera. La forma no es tan importante…               

Vivimos en un mundo lleno de impulsos y con infinidad de propuestas para todos los gustos, pero parece que no acabamos de encontrar el sentido… ¿Tan difícil es encontrar la verdadera paz?

Según mi propia experiencia, superficialmente llegué a descubrir que había un patrón o una inercia, pero no me conformé con ello, pues limitarme a la conciencia de ese patrón aún me hacía sentir que yo no podía hacer nada… Fue así como seguí investigando y me di cuenta de que lo que alimentaba esa inercia era el miedo a algo distinto. Las experiencias profundas que volvía a experimentar daban un vuelco a esos patrones y al mismo tiempo venían acompañadas de una gran sensación de inestabilidad, ignorancia y miedo. Fue así como me di cuenta de que no era difícil, sino que yo mismo era el que lo hacía difícil por miedo a que ocurriera. En el fondo, somos nosotros mismos los que estamos detrás dificultando nuestra propia liberación. En realidad, el encuentro con la paz es muy simple; sólo se trata de una visión sostenida con una voluntad férrea. Esa voluntad a menudo no existe justo por el miedo a que ocurra esa paz que transforme completamente mi mundo.                                         

Queremos ser libres, pero al mismo tiempo nos boicoteamos la libertad. Una gran paradoja…

Así es. Las paradojas no tienen movimiento en sí mismas; la solución de la paradoja no genera una conclusión que genere un movimiento. Por eso los seres humanos tampoco nos movemos. Puede parecer que evolucionamos, que la tecnología es un gran avance… pero en el fondo es falso. Seguimos anclados en el mismo punto de conciencia precisamente a causa de esa paradoja; el quiero y no puedo porque en realidad no quiero.

En el fondo no somos verdaderamente responsables de nosotros mismos…

Esa responsabilidad, primera y última, es básica. Hay muy pocos seres humanos hoy en día que estén abiertos a responsabilizarse completamente de su historia personal. Aún hacemos demasiada bandera del victimismo…

¿Cómo definirías la conciencia?

Sé que la conciencia, desde la perspectiva humana, no es clarificable… Cuando pasas a ser parte de la Conciencia Universal, las definiciones desaparecen. Muchas veces, desde la perspectiva humana más corriente, se asocia ser consciente a un cierto inmovilismo y pasotismo respecto al mundo, cuando en realidad es justo al revés; la conciencia esencial es pura creatividad constante. El enfoque mental-racional no sirve de mucho… No soy yo el que llega a ser consciente de esta creatividad esencial, sino que es ella la que despierta en mí.

¿Cómo vivir centrados, más acorde a nuestra esencia, en una realidad alienante y con una mente llena de niebla?

A menudo no tenemos los recursos necesarios, pero siempre nos queda la voluntad. Todo lo que yo experimento parte de un origen, y ese origen es mi esencia. Quizás yo no puedo ser consciente de mi esencia, pero sí de sus efectos; lo que pienso y siento a cada momento. De esto sí que puedo ser consciente y trabajar con ello. Así pues, si con voluntad, yo decido aceptar cómo soy, cómo siento, cómo me veo y lo que pienso, entonces estoy aceptando la esencia. Esta aceptación es lo que me permite viajar a través de los pensamientos y las emociones hasta llegar a su origen. Mientras que, normalmente, para querer llegar a esa conciencia esencial, acostumbramos a rechazar los pensamientos y emociones que creemos que nos lo impiden, y así, es como nos alejamos de nuestra esencia.

¿Para estar en paz, hay que hacer las paces con todo?

Así es, pero sobre todo tenemos que tener en cuenta que estar en paz no es una técnica ni un método, es una decisión. Quizás no disponemos de muchos recursos, pero sí que podemos entrenarnos y prepararnos para tomar con firmeza esa decisión.

¿Qué relación tienen la felicidad y el sufrimiento con la vida?

La vida, en esencia, es felicidad. Cuando pierdo esta conciencia, olvido lo que es. Este es el estado mental generalizado de los seres humanos. Así, nos hemos inventado otra felicidad, pero que en el fondo nos hace sufrir, porque cuando la alcanzo, sufro por retenerla o sufro por perderla. Esto hace que la felicidad, tal y como la entendemos a menudo, sea tan voluble, imperando el sufrimiento. No se trata de que seamos felices, sino que somos felicidad… Hemos llevado la felicidad a un ámbito emocional, un espacio muy inestable y volátil, especialmente hoy en día. Por tanto, cualquier cosa que logre alcanzar desde el ámbito emocional, ya sea paz, ya sea amor emocional, en algún momento me va a llevar inequívocamente a sufrir. Siempre sufrimos hasta que utilizamos el sufrimiento para darnos cuenta de que, en esencia, es felicidad. Ahí vuelve a aparecer otra vez la gran paradoja…

La vida como felicidad… ¿Cómo explicárselo a los que más sufren?

Es imposible. En el 1213, sólo se podía hablar de que la tierra no era plana con aquellos que estaban abiertos a plantearse otra visión. Así, hoy en día, sólo puedes plantear la salida al sufrimiento, es decir, que el sufrimiento, en esencia, sólo es felicidad mal comprendida, a aquellos que están abiertos a tener una perspectiva distinta de su sufrimiento. Muy pocas personas hoy en día están dispuestas a ello. El sufrimiento se suele ver a menudo como algo nuestro, y así, inconscientemente, lo poseemos, nos aferramos a él. Sería como un osito de peluche hecho de cristales y clavos, pero que nos ha acompañado durante toda nuestra vida.

¿Buscando la felicidad la postergamos?

Buscar la felicidad significa necesariamente que no soy feliz. Por tanto, cuanto más la busco, más confirmo que no lo soy. Tenemos miedo de darnos cuenta de que lo que estamos sintiendo justo ahora es felicidad mal comprendida porque esto nos hace experimentar una cierta forma de felicidad, y también hace que nos demos cuenta de que hemos estado equivocados toda nuestra vida en nuestro camino de búsqueda de la felicidad, en el que tanto hemos sufrido y tanto hemos hecho sufrir a los demás. Esto nos acaba llevando hacia la pura honestidad y depende, de nuevo, de una decisión.

¿Qué diagnóstico puedes hacer del contexto de crisis?

En primer lugar, hay que recordar que tenemos el poder de ejercer esa decisión de ir más allá de nuestra personalidad para residir en el Ser. Desde ese espacio, te das cuenta de que no somos seres sociales, ni culturales, ni económicos… Ver esto, te hace ver también que no estás en crisis ni has entrado nunca en ninguna crisis. Simplemente, estás viviendo experiencias. Usar nuestro poder para intentar salir de las crisis o cambiarlas, implica que tengo que sacar mi poder de esa decisión de estar en la esencia para caer igualmente en las redes de ese conglomerado de creencias, moral, etc…

¿Se podría decir que toda lucha es una huida hacia delante?

Cuando llegue el día en que un gran número de seres humanos logre dar ese paso adelante para no identificarse con ninguna estructura externa, la sociedad, la economía, la cultura, el arte… adquirirán su máximo exponente porqué será lo más esencial lo que se expresará a través de estos canales sin interferencias.

¿Por qué tenemos tanto miedo y cuesta tanto reconocerlo?

Tenemos miedo del miedo porque es la puerta a la paz, a lo esencial. En el momento en que una conciencia deja de ser consciente de su felicidad o de su presencia, la primera sensación que surge es el miedo, y es embarcándose en ese miedo que uno empieza luego a tener miedo del miedo. La manera de que esto empiece a disolverse es dando espacio a las emociones, ya que detrás de toda emoción podemos encontrar siempre trazas de miedo. Si en lugar de huir de lo que siento me dirijo hacia ello encontraré el gran pánico de la conciencia humana; no saber quién soy y por qué estoy viviendo la vida que vivo. Si a partir de ahí, consigo dar un paso más, el gran paso, alcanzaré la ausencia de miedo; la paz perfecta.

Es un proceso en el que tenemos que afrontar un cierto tipo de muerte…

Así es. Se trata de desprenderte de algo que crees que eres tú y que además, a menudo, se suele creer que sólo eres eso… Para el inconsciente, pasar a ser consciente es como un suicidio.

¿Hay algún método para lograrlo?

Hay un método universal, que además es excepcional y bajo mi punto de vista es el único: la vida de cada uno. La vida particular, vivida realmente, plenamente, te lleva a la salida del sufrimiento. Así pues, en el fondo se trata de algo lógico y simple, nada difícil. No es algo que yo tenga que hacer porque la vida ya tiene lugar, sino simplemente, tengo que dedicarme a vivirme.

¿Viviendo de esta manera se sana el inconsciente? ¿Deja de ser necesario, por ejemplo, el psicoanálisis?

Cualquier situación particular, sea la que sea, vivida con plenitud, puede llevar a la liberación. De esta manera, una persona que lleva varios años realizando una terapia psicológica, si pasa a vivir esta circunstancia de manera plena, implicándose realmente al cien por cien, seguramente conseguirá dejar de necesitarla. Parece ser que el método de aprendizaje que más elegimos es el sufrimiento, así que mejor aprender de él cuanto antes para poderlo abandonar. Cuando consigo vivir plenamente mi sufrimiento, éste empieza a desaparecer…

Se suele decir que el amor es el mejor antídoto para el miedo, pero ¿qué hacer cuando amar también da miedo? ¿Cómo amar de verdad?

A menudo se tiene la sensación de que cuando consigamos alcanzar el amor, visto como algo externo, entonces mi miedo desaparecerá. Pero no es así. Mi miedo ya es una forma de amor, muy desenfocada quizás, pero si yo me abro a sentir mi miedo, lo estaré aceptando y podré amarlo; por tanto, ese gesto es lo que me lleva a sentir que mi miedo en el fondo es amor. Una vez más, no hay nada alcanzable porque ya somos todo. Cuando te das cuenta de que dentro del mismo miedo está el amor surge una carcajada, pues te das cuenta de que los motivos por los cuales has estado buscando toda la vida, ya eran en sí mismo los resultados de eso que tanto buscabas.

¿Nuestra interpretación de la realidad es muy limitada?

Sólo con que sea un poco sesgada, a lo que miramos ya no le podemos llamar realidad. Por tanto, no se trata de que la malinterpretemos, sino que directamente no la vemos. En el momento en el que no vemos completamente la realidad, estamos completamente ciegos, aunque puedas pensar que estás sólo un poco ciego. La Conciencia Absoluta es absolutamente radical; o ves o no ves, o es real o no es real. No admite las medias tintas que tanto nos gustan a los seres humanos…

¿Cómo podemos aprender de los conflictos?

El punto clave es tomar la decisión de dar la bienvenida a todo lo que llegue, sea lo que sea. Eso no quiere decir que tenga que estar contento o agradecido de un conflicto, pues puedo estar muy asustado o muy rabioso, pero al darle la bienvenida puedo ver desde dónde se origina mi rabia o mi miedo. Entonces puedo utilizar el conflicto como método para descubrir la esencia de mis emociones. Al final, lo que nos ocurre, suele ser aquello que nosotros mismos decidimos experimentar.

¿Cómo aprender a vivir la vida plenamente?

Hay que volver a lo esencial. Todo lo que yo digo no tiene la intención de que sea comprendido. No hay varias formas de abordar esto. Si estás realmente dispuesto a comprender tu vida, todo lo que ocurra en ella puede ser fantástico para alcanzar ese propósito. Si no estás dispuesto, no hay nada que se te pueda dar que puedas usar para ello. Más allá de si una persona tiene o no recursos suficientes para comprender su vida, para mí, lo realmente importante, es si quiere o no.

¿Qué pasa cuando creemos que queremos pero acabamos tropezando siempre con la misma piedra en forma de dificultades?

Eso es un claro indicativo de que en realidad no se quiere. A menudo, una de mis tareas más arduas es mostrar a las personas que piensan que quieren vivir plenamente, que en realidad no lo quieren. Al final, el truco para saber dónde estamos posicionados es muy simple… Sólo tenemos que preguntarnos honestamente: ¿Soy plenamente feliz? Si ves con honestidad que no eres feliz, automáticamente ya sabes que realmente no estás queriéndolo ser, pienses lo que pienses al respecto. Cuando le pedimos al Ser que mire directamente a la personalidad, la respuesta es demoledora porque el Ser no ve personalidad…

¿Sin aceptación no se puede seguir adelante?

Es un requisito básico. Si mi vida es el lugar en el que aprendo, ¿qué sentido tiene rechazarlo?

¿Qué otros requisitos de los que han ido saliendo son pues imprescindibles en el método hacia una vida plena?

Para mí, es básico partir de la aceptación, la honestidad y la responsabilidad. De ahí, surge la voluntad. Mi voluntad no puede ser verdadera ni poderosa si no tengo esa base estable como punto de partida.

¿Cuáles han sido tus principales fuentes de inspiración?

En mi vida ha habido maestros, enseñanzas, libros… que mientras los iba siguiendo yo creía que eran “la vía”. Pero cuando descubrí lo que hay detrás del velo perceptual, me di cuenta de que todo esto no tenía ningún significado especial; no era nada distinto a cualquier situación corriente en la que mi método o maestro real sigue siendo la vida y lo que ocurre en el presente. Podríamos decir que tengo mi propio currículum espiritual pero al final me he dado cuenta de que no sirve de nada. Ahora bien, fue necesario pasar por ahí para darme cuenta de que en el fondo no servía de nada. No se trata de rechazar nada, sino de ponerlo todo en el mismo lugar. Mientras busques, encontrarás guías… Así que la pregunta es: ¿Qué hago yo con esos guías? Si no estoy muy atento a esto, me puedo acabar montando toda una película espiritual con el mismo final de siempre.

Háblanos de la influencia del libro Un Curso de Milagros

No suelo mencionarlo porque en el fondo creo que es algo muy individual. Llegó un día en el que descubrí que Un Curso de Milagros no era un simple libro de tapas azules, páginas finas y mucha letra, sino que era una puerta que si la cruzaba podía convertir el libro en cualquier persona, cosa o situación. En realidad, cualquier cosa puede enseñarte lo que este libro muestra; que estamos ciegos perceptualmente, que el mundo no existe tal y como lo vemos y que la herramienta clave para conseguir salir de todo esto es perdonar, que en última instancia, se trata de ejercer la voluntad de soltar.

¿Qué podemos esperar de esta nueva era en la que hace poco se supone que hemos entrado?

Si uno quiere aprender a conducir, le da igual si hace sol, frío, llueve o está nublado. Simplemente se monta en el coche y ya está. El encuentro con el Ser es algo tan genuinamente personal e individual que, finalmente, no hay contexto que influya en ello. El contexto sí que te puede ayudar a tomar el poder de decisión para alcanzarlo, pero en realidad es la voluntad y no el contexto lo que de verdad nos hace libres. El contexto, por sí solo, nunca nos va a liberar.

¿Qué valoración puedes hacer del proyecto Yo, libre?

Para mí es una muestra más de que cuando no interfieres, las cosas ocurren. Desde el primer día de este proyecto, pude comprobar cómo su proceso, hasta hoy, responde a una serie de mecanismos que uno desconoce… Yo, lo único que he hecho al respecto, es ofrecerme, ponerme en juego sin interferir. Eso es lo que hemos hecho desinteresadamente cada uno de sus miembros. Disfrutándolo a cada instante y sin expectativas, ha ido siguiendo su curso. Sinceramente, las críticas, ya sean positivas o negativas, no nos interesan demasiado… Las agrademos todas, pero lo que de verdad nos llega al corazón es que una persona nos escriba diciéndonos que le ha cambiado la vida. Al ver la película, ciertas personas se han podido dar cuenta de que ellas tienen el poder de tomar la decisión para vivir una vida plena.    

¿Algún mensaje de esperanza más para terminar?

Lo único que puedo añadir es algo que me digo a mí mismo; se terminó el tiempo para la esperanza porqué ha llegado el tiempo de la verdad. El tiempo para despojarnos de máscaras, disfraces… y dedicar nuestra vida a estar en ese Ser, ya sea en forma de ira, agradecimiento o paz inconmensurable, no importa. No hay diferencias al final.

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Jessica Walker: esencia en escena

“Más que algo funcione, lo que me interesa es que esté vivo”

“¿Qué es lo que por ninguna razón en el mundo te gustaría que supiéramos de ti…?”. Con esta singular pregunta suele dar la bienvenida la protagonista de nuestra entrevista a los alumnos que acuden a su singular escuela. Vinculada desde hace más de 25 años a proyectos teatrales experimentales, así como de danza y mimo corporal dramático, y miembro fundador de la reconocida compañía Teatro del Silencio, Jessica Walker (Chile, 1963) ha dedicado los últimos años de su vida a idear, moldear y consagrar el proyecto Laboratorio, escuela de expresión corporal dramática, con sede en Barcelona, en la que ha desarrollado una metodología propia, innovadora, holística, arriesgada y, por encima de todo, vivencial y transformadora. Con la libertad, el compromiso y la “disciplina gozosa” por bandera, su propuesta consiste, en síntesis, en un intenso adiestramiento físico, mental, emocional y espiritual de cuatro años para derrumbar condicionamientos y poder alumbrar creativamente la verdadera esencia que llevamos dentro. Coincidiendo con los preparativos de su 50 cumpleaños, efeméride que ha querido celebrar pasando 50 horas meditando, y poco antes de su anual retiro de inspiración en una cueva de Formentera, Walker aprovechó la entrevista que nos concedió para anunciar la creación de un nuevo proyecto de Laboratorio en la India.

¿La vida es un teatro o el teatro es vida?

Ambas cosas, sin lugar a dudas. Es impresionante lo que pasa en el escenario cuando se te quita el miedo… Desde el escenario se nos plantea la posibilidad directa de vernos, tú y yo; es muy terapéutico por sí mismo, sin necesidad de hacer mucho más, aparece la vida… En el fondo, la vida planteada como teatro es una anécdota, algo que se queda muy corto en relación a lo que nos brinda la existencia. En nuestra escuela buscamos la conexión con nuestra alma y también con Dios… No es un juego, un antojo o una moda, lo hacemos profundamente y de verdad. Me conmueve la posibilidad de crear en el escenario tocando holísticamente nuestra esencia, abriendo las compuertas de todo aquello que nos da miedo. Entrando ahí nos damos cuenta de todo lo que aparentamos, de nuestra relación con el cuerpo, con la exposición, de las capas y capas de ego y mentira que llevamos encima… Entonces el teatro se vuelve absolutamente la vida misma y empezamos a ver qué se esconde debajo de todo esto.

¿Cómo entró el teatro en tu vida? ¿Qué es lo que te atrapó?

Sinceramente no sé qué es lo que exactamente me atrapó… Es algo que no sabía a los 17 años cuando entré en la universidad. Podríamos hablar de una intuición, una inquietud…  Algo si más no sorprendente porque en el fondo soy tímida, un rasgo que en mayor o menor medida considero común en todo ser humano. Sin embargo, es ahora que entiendo porqué me he dedicado a esto y el rumbo que ha ido tomando mi vida. No fui feliz con la metodología de la universidad clásica y quizás por ello he acabado planteando después la escuela que he planteado. Ahora bien, sí que destacaría el impacto que tuvo en mí la figura de Mauricio Celedón, un chileno que vivía en Francia con el que realicé un curso que me fascinó y que más adelante dio origen al Teatro del Silencio, una compañía de teatro experimental que se hizo emblemática en Chile.

¿Está socialmente demasiado desaprovechado el potencial del arte dramático?

Sobre todo siento que está muy desaprovechado en las escuelas, donde predomina el acartonamiento, el condicionamiento del talento y la búsqueda de un producto. Hay muchas carencias y nos perdemos en la manera de enseñar el arte en general. La base no es buena. No entiendo cómo nos pueden poner una nota haciendo un dibujo… Siento que este modelo es demasiado añejo y caduco y ya no nos sirve. Cualquier escuela artística debería promover la conexión y la integración; meditar bajo un árbol no es algo exclusivo de la India, no lo debería ser…

¿Por qué es necesario el teatro experimental?

Porque es completamente vivencial. Algunos terapeutas que han estado en la escuela me han llegado a confesar que puede ahorrarte cinco años de psicólogo. No quiero desmerecer ningún trabajo que se realice sentado en un sillón, pero realmente no tiene nada que ver el hecho de limitarse a hablar con ponerse a trabajar de lleno a nivel dramático y corporal. Nuestro potencial creativo está muy limitado y la expresión corporal en libertad produce cambios sorprendentes en campos o aspectos que nunca antes nos hubiéramos imaginado. El teatro experimental es necesario porque trabaja con la conexión directa y el ahora, busca la fluidez por encima de la necesidad de querer hacerlo bien o de que algo “funcione”. Más que algo funcione, a mí lo que me interesa es que esté vivo. En el fondo, no se trata más que de sacudirnos para darnos cuenta de que estamos vivos.

Difumina fronteras…

Es un teatro de pensamiento y cuerpo abierto. Todo está abierto para ver qué sucede… Es una creación, una investigación constante y profunda. Más allá de cualquier norma o forma, la experiencia es mucho más directa, con uno mismo. Cuando trabajas de verdad contigo mismo, se te enciende todo. Y en todo ello, es muy importante que haya mucha libertad pero también mucho respeto.

¿Cómo se llega al equilibrio entre libertad y disciplina?

Tal y como yo me lo planteo, a mayor libertad, mayor compromiso. Así de simple. La libertad no la entiendo como un todo vale porque sí, para mí es un compromiso con Dios, contigo y conmigo, con la Tierra… Es entonces cuando aparece la disciplina, no aquella que es ardua y pesada, sino la disciplina gozosa que se haya enraizada en la base de la propia libertad y que se dispara a niveles muy álgidos cuando de verdad amamos lo que hacemos. Por tanto, a mayor compromiso, mayor disciplina gozosa y mayor todo; mayor fe, mayor devoción, mayor respeto… A este nivel, todo se expande y amplifica.

Parece que el lenguaje experimental todavía suscita recelos, miedos… ¿Qué nos asusta exactamente?

Generalmente, se suele trabajar “en pequeño”; en cosas que nos resulten cómodas, más o menos fáciles y que no impliquen demasiado riesgo. En cambio, para mí, un creador es alguien que se arriesga, eso sí, con sentido y fundamento. Y eso mismo ya nos hace perder en gran parte el miedo al fracaso, a la locura. Siento que tenemos tan poca información de nosotros mismos que a menudo llamamos locura a algo normal. Gritar, reír, cantar, llorar… Es parte de nuestra naturaleza, de nuestro salvaje, de nuestro animal. ¿Qué sería de nosotros sin nuestra parte salvaje? Qué aburrimiento… Ahora bien, en este proceso el miedo es también un compañero de viaje, pues para no tener miedo, mejor nos quedamos en casa sentados, con todo limpito y ordenadito. Sin miedo no vamos a ninguna parte. Lo más hermoso es tratar de profundizar en ese color propio para poder tener realmente una apertura más directa entre tú y yo, que se pueda producir un tipo de acercamiento que no sea el más típico, el más normal…

¿Hay algún límite en lo experimental?

En el trabajo que nosotros realizamos hay un límite en el momento que uno siente que la energía del compañero le está “agrediendo” o sobrepasando. Cuando esto sucede, se hace un gesto, el otro para, y respiramos hasta que nos sentimos en condiciones para seguir. No veo otro límite… No obstante, yo siempre intento no forzar nada. La maravilla de lo que sucede en el Laboratorio es que es realmente el espíritu el que desea realizar la conexión; ahí reside la fuerza de la vivencia del “experimento”. Se abre el espacio y hay que tener paciencia para dejar que lo que tenga que suceder, suceda.

¿Cómo fomentar la creatividad en una sociedad tan rígida y estructurada?

Hay que meditar, meditar y meditar… Hacer teatro y meditar; hacer yoga y meditar; hacer baile y meditar… Todo tu arte llevarlo a la meditación y a la conexión. Y no me refiero a sentarte en postura de loto, cerrar los ojos y entonar un mantra, que es una técnica fantástica que me encanta, sino más bien a la conexión que puede realizar cualquier persona poniendo el alma en lo que hace. Siento profundamente que la clave está ahí. Así pues, yo utilizo el teatro como herramienta para esta meditación. A mayor esencia, mayor presencia.

¿Qué es necesario para emprender un proceso creativo?

Con sólo quererlo no basta, en general somos muy dispersos y perezosos…  Podemos tener muchas ganas de algo, sin darnos cuenta de que en realidad estamos ciegos y sordos. La voluntad es básica para despertar, pero sobre todo es necesario que vaya acompañada de constancia. Nos perdemos mucho en la manifestación.

¿Cómo dar más espacio a las emociones y el espíritu?

Primero hay que trabajar bien la mente. Todo está en la mente, también el espíritu y las emociones. Todos los maestros y tradiciones coinciden en la gran necesidad de regenerar la mente y nuestro sistema de pensamiento. Creo que hay muchas técnicas válidas para llegar a establecer esa conexión emocional y espiritual, pero lo que a menudo más necesitamos de verdad es una patada en el culo para despertar y dejar de perder el tiempo con victimismos y lamentaciones.

Medicina china, yoga, clown, escritura creativa, danza, butoh… Háblanos del uso de técnicas tan diversas para llegar a la esencia.

Uno de los rasgos característicos de nuestra escuela es el lujo de poder contar con un grupo de profesores especialistas en distintas disciplinas que viven y aman lo que hacen. Tal y como lo planteamos, más allá de las asignaturas, sus enseñanzas se entretejen como una potente tela de araña que va cuestionando y replanteando, que te va moviendo y abriendo, para poder llegar más entonado al trabajo de exposición que se realiza conmigo.

¿Dónde está el límite entre personaje y esencia?

En la escuela también creamos personajes pero con un proceso que siempre pasa a través de cada uno. Cada alumno canaliza y deposita su propia alma en su personaje. Con todo lo que uno tiene, se utilizan los propios colores para moldear genuinamente personajes con los que a priori poco o nada podemos sentir en común. Trabajamos con personajes desde la esencia.

¿Cómo os relacionáis con las barreras del ego?

Como en cualquier otra disciplina, a medida que vamos avanzando, el propio entrenamiento te va reblandeciendo… En nuestro proceso de formación, trabajamos directamente con las dificultades que nos crea el ego; situaciones de celos, comparaciones, envidias… Lograr identificarlo y saber ubicar todo aquello que está relacionado y nos duele ya es un gran logro.

Explícanos la analogía entre pisar el escenario y caer rendido a los pies del gurú.

El teatro, en sus orígenes, es rito y espacio sagrado. Y es con esta conciencia que nos planteamos nuestro trabajo en el escenario. Con su manifestación, cada participante “reza” simultáneamente y en libertad, a su propia manera, en un espacio común que propicia que tarde o temprano todos caigamos de rodillas… Es toda una experiencia energética y de renovación.

¿Por qué escoges Hamlet para las representaciones de fin de curso?

Una fuerza superior me lo hizo sentir así… Al principio no me cuadraba demasiado trabajar uno de los grandes clásicos en una escuela experimental, pero después de todas las representaciones que ya llevamos hechas no dejo de sorprenderme de sus grandes posibilidades… Está resultando muy enriquecedor para todos.

¿Cuál es el objetivo de los intensivos que realizáis en el bosque?

Poder establecer un contacto directo con la naturaleza y los elementos, alimentándonos de forma sana y conviviendo de forma más estrecha… En las condiciones que se realizan este tipo de retiros la experiencia de transformación y renovación se magnifica.

Háblanos del último proyecto que acabas de crear…

Respecto a la creación de un nuevo proyecto de Laboratorio en la India y no en otra parte, lo siento como una vuelta a los orígenes, como una gran necesidad de establecer un contacto directo con sus espacios sagrados.

¿Cuál dirías que ha sido el gran aprendizaje en todos estos años?

Caerme de rodillas ante mi ego y mi personaje. Comprender, jugar y verme una y otra vez en todo este proceso de humanidad.

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Desarrollo personal, Espiritualidad, Respiración, Salud emocional

David Garuda: depuración terapéutica para el despertar espiritual

“Nuestra visión de lo que nos rodea depende totalmente de cómo respiramos”

Psicólogo de formación, profesión que ejerció con éxito durante años en EE.UU., Isaac David Garuda (Massachusetts, 1944) es un incansable e inconformista buscador difícil de encasillar. A partir del contacto directo con Alexander Lowen, fundador de la terapia bioenergética, y Stanislav Grof, uno de los fundadores de la psicología transpersonal, aprendió la importancia capital de la conciencia respiratoria y la sanación emocional y empezó a experimentar con fuerza la necesidad de trascender las limitaciones del plano mental. Todo ello desembocó en una decidida renuncia de su actividad clínica profesional para seguir avanzando en su proceso de crecimiento espiritual. En un largo peregrinaje por distintos países, Garuda coincidió con varios místicos y maestros como Sunyata, Alan Watts o Ramesh Balsekar, hasta que se instaló en Pai, Tailandia, dedicando gran parte de su tiempo a escribir y guiar retiros de meditación. El protagonista de nuestra entrevista viaja también a menudo por todo el mundo para compartir su humilde sabiduría y su maravillosa experiencia de encuentro con la propia divinidad.

¿Cómo fue tu primera toma de contacto con la terapia bionergética?

A mediados de los años 50, Alexander Lowen y John Pierrakos impulsaron en EE.UU. una nueva forma de terapia con la fundación del Instituto Internacional de Análisis Bioenergético. Después de terminar mi formación en Psicología en los años 70, llegó a mis manos uno de los libros de Lowen y tuvo un impacto tan profundo en mí que decidí ir a conocerlo en persona. Nada más verme, me hizo quitarme la ropa y detectó dónde estaban concentradas mis tensiones emocionales con sólo observar mi cuerpo. Poco a poco, sus ejercicios y su trabajo corporal de reajuste me permitieron empezar a liberar las emociones a través del llanto…

Un encuentro que marcaría un antes y un después también en tu actividad profesional…

En efecto. Fue a partir de la intensidad de la propia experiencia que decidí reconvertir mi trabajo de terapia psicológica más tradicional incorporando los métodos de Lowen. En el fondo, lo primordial de su propuesta era dar una importancia capital al restablecimiento de la respiración natural. Esta respiración, profunda y completa, no debería suponer ningún esfuerzo ni dificultad, pero con el tiempo se vuelve cada vez más complicada a causa de las tensiones emocionales que vamos almacenando.

La respiración, tan importante y tan olvidada…

Fue Wilhem Reich, maestro de Lowen, y uno de los grandes estudiosos de Freud, quien observó y estableció que la respiración superficial torácica, la más habitual y extendida, es un claro reflejo de la tensión emocional no atendida que subyace en nuestro cuerpo. Respirando de esta manera sólo aprovechamos un 20% de la capacidad respiratoria que poseemos. No somos conscientes de que nuestra visión, las sensaciones que nos produce lo que nos rodea, dependen totalmente de cómo respiramos. Sólo tienes que parar y darte cuenta…

¿Qué es necesario para recuperar la plenitud en la respiración?

En primer lugar, tal y como yo lo viví, confiar en el método y soltar, rendirse…

¿Realizar terapia para poder vivir con un mínimo de armonía es hoy más imprescindible que nunca?

Creo que, por encima de todo, lo más importante es el deseo y la voluntad de liberarse y poner fin al sufrimiento. Ya lo decía Buda… Querer realmente poner fin a la infelicidad. A partir de ahí, uno debe estar dispuesto a iniciar un proceso de transformación; dejar morir el sentido que se ha tenido hasta el momento de uno mismo, lo que has creído que eras tú, para que pueda nacer el Dios que mora en tu interior.

Las opciones para realizar un proceso de crecimiento personal no dejan de aumentar… ¿Cómo saber cuál es la más indicada?

Sólo puedo responder desde mi propia experiencia… En 1981 experimenté la gran necesidad de dejar atrás todo lo que había estado haciendo hasta el momento a raíz del convencimiento de que todo lo que realmente deseaba en esta vida; amor, placer, felicidad… no lo conseguiría jamás a través del pensamiento. A partir de ahí, mi atención se empezó a focalizar mucho más en la respiración y en sentir el cuerpo… En realidad, estoy hablando de lo que sería una meditación constante, o en otras palabras, mantenerse instalado en el presente. Algo imposible si no se empieza por llevar primero la conciencia a la respiración.

¿Qué hacer con esa mente que tanto nos posee?

En el fondo, si vivimos desde la mente, no dejamos de ser personajes que interactúan… Cada mente es como una película con significados diferentes para cada personaje. Por tanto, se trata de pasar de estar aprisionado en la corriente de pensamientos, el terreno del ego y el falso yo, a dar un salto que nos instale en la corriente de la vida, abiertos a sus sensaciones y experiencias; con todo lo que ello conlleva… una aceptación total tanto del placer como del dolor o la emoción que sea. Este es para mí el viaje espiritual.

Las emociones generan mucha confusión…

Para entrar en este proceso es necesario soltar, y llorar ayuda a menudo… Cuando nos sentimos mal no es por nuestra situación actual, sino que en el fondo, ésta no deja de ser un reflejo de algo que ya llevamos dentro y que no ha sido debidamente atendido. No hay emociones negativas, toda emoción es un regalo divino. Por tanto, no se trata de reprimirlas sino de expresarlas, por ejemplo, chillando en un cojín. Es el sentir y la liberación de lo reprimido lo que purifica nuestro corazón.

¿Tenemos miedo a vivir?

La gente tiene en general mucho miedo a amar. El mundo se ha vuelto una locura… Bueno, en realidad, no hay ningún problema con el mundo, el problema lo creamos nosotros creyéndonos los pensamientos con los que interpretamos la realidad. Esto es algo en lo que todos los maestros coinciden.

¿Cuántos niveles de conciencia crees que hay?

Podríamos dividir nuestra conciencia de la realidad como si de un edificio con varios pisos se tratara. En el primer piso, somos víctimas de los condicionamientos impuestos por la sociedad, la familia… simplemente lo aceptamos sin cuestionarlo. Viviendo en ese primer piso, hacemos que la realidad impuesta tenga su sentido y sea importante para nosotros. Ahora bien, el gran trabajo a realizar, para subir a los pisos superiores, es ir vaciando nuestra mente; sobre todo, interviniendo para detener nuestra adicción al pensamiento. Más allá de sentarse y cerrar los ojos, estar muy atento para llevar a cabo este proceso es el auténtico sentido de la meditación.

¿Cómo detectar que ha llegado la hora de “subir de piso”?

El primer paso para no quedarse estancado y subir a los siguientes pisos es el cuestionamiento. Cuando uno empieza a preguntarse: “¿En realidad las cosas son así o hay algo más…?” Normalmente, este cuestionamiento aparece a partir de la conciencia de la propia insatisfacción ante la vida que se lleva.

¿Qué viene después?

En realidad, el único aprendizaje que hay que hacer hasta llegar a lo que yo llamo el piso 38 es el aprendizaje del auténtico amor. Un aprendizaje que nos va convirtiendo en personajes mucho más amables y agradables en la película que vivimos, y que nos debería llevar a un estado de amor incondicional en el cual poder amar al otro sin esperar absolutamente nada a cambio. En ese estado, se puede amar también desde la compasión y la distancia a todas aquellas personas con las que quizás no sentimos demasiada afinidad o simplemente no nos apetece pasar nuestro tiempo con ellas.

¿Hay algo más después del amor?

Después de transitar ese camino, hace tan sólo un par de años, estando en un estado de gran felicidad -recordemos que amor y felicidad van de la mano, no pueden existir por separado-, conseguí dar un paso más allá teniendo una experiencia directa de Dios. No del Dios que a menudo podemos imaginar, sino del Dios o Ser que llevamos dentro, cuya conciencia se manifiesta como una absoluta certeza y una luz cegadora que nos revela que hay otra realidad detrás de la persona que creemos ser; una realidad que nos dice que el mundo que se limita al cuerpo sucede sólo en nuestra mente. Cuando llegas al piso 39, te posee la certeza de que el mundo como lo vemos no es real, y por tanto, no hay nada en lo que pensar o de qué preocuparse…

¿Es el final del camino?

No… Todavía está el piso 40, en el que ya sólo resta el vacío, pero este es aún un terreno demasiado nuevo para mí… Ahora bien, la experiencia de estos dos últimos pisos no es posible si no nos focalizamos primero absolutamente en el amor. Es la gran preparación para acceder al nivel superior que se encuentra mucho más allá de la mente.

Lo sencillo, la búsqueda de lo esencial, no resulta atractivo en la cultura del materialismo…

Lo que resulta atractivo y lo que no, depende únicamente del “piso” en el que uno se encuentra. Todo tiene su sentido y no debemos preocuparnos en absoluto por cómo viven la realidad los que nos rodean. Si uno se siente muy identificado con el nivel más básico, seguramente es porque aún no está preparado para dar el salto… Insisto, no hay nada de qué preocuparse…

¿Nos despistamos con demasiada facilidad?

Tenemos que estar muy atentos a nuestra constante necesidad de llamar la atención, de demostrar cuánto sabemos, cuánto valemos… ¿Cuánta energía invertimos a diario en ello? Hay que tener claro que este es el terreno del ego y lo único que nos aporta es impedirnos llevar a cabo la conexión más profunda a la que aspiramos.

¿Merece la pena dedicar años y energía a sanar todas las heridas del pasado?

Siempre aconsejo no pensar en las cosas que ya han pasado, recuerdos incluido. Lo realmente importante es atender las emociones resultantes que aún hoy están en nosotros. Como consecuencia de ello, siempre suele haber restos de tres clases de impurezas que tienen que ser sanadas: tristeza-dolor, frustración-rabia y miedo-ansiedad. Tenemos que experimentarlas para poder liberarlas y nunca tomárnoslas como el resultado de algo personal, ya que su origen puede encontrarse incluso más allá del nacimiento de la persona.